Conseguir un taxi fue sencillo, colocar las maletas en el enorme baúl también pero sin conocer la ciudad, hablando con el griego conductor en chapurreado inglés y encontrando el trayecto más largo de lo esperado, se nos hizo eterno el viaje hasta Plaka, a nuestro hotel Omiros de la calle Apollonos, no es por nada, otro acierto de mi reminiscencia de agente de viajes. Excelente ubicación, muy buen servicio, un muy correcto desayuno buffet aunque un café bastante intomable. Llegamos pasadas las 4, debíamos desayunar a las 7 y llegar hasta el punto de inicio del City Tour que partía a las 8.
Lo logramos, a pesar que cuando quise cerrar un poco los ojos empezó el bombardeo del chat del PDA (los compañeros editando el Diario del Portal y actualizando la web de la Cámara de Comercio de la Aeronáutica), fue tanto el intercambio que tuve que silenciarlo.
No solamente valió la pena el esfuerzo sino que lo volvería a realizar mil veces a pesar que a la hora del almuerzo cuando nos trajeron la comida, tanto mi esposa como yo estábamos dormidos sentados a la mesa...
Una guía griega con un español más que correcto y un decir muy convincente no exento de humor de quien lamentablemente no recuerdo el nombre, nos llevó junto a Costas, el chofer, en primera instancia al Estadio Olímpico, el que impresiona,máxime habiendo sido construido a fines del siglo diecinueve para las primeras olimpíadas modernas de 1896.
El siguiente paso fue el Templo de Zeus y ya ahí tuvimos el primer toque de emoción al darnos cuenta donde estábamos. Es muy raro que nos emocionemos haciendo turismo pero...Desde allí ya divisábamos la puerta de Adriano y en lo alto, la imponente Acróplis.
Con las debidas disculpas por la comparación, pero comentando una oportuna reflexión por el mismo efecto recibido con una situación en Negril, Jamaica, es lo que nos pasó en la subida a la ciudad en lo alto. En aquella oportunidad en el año 1993, hacíamos un tour en bicicleta cuando la guía nos condujo a lo que parecía un parador y nada más. Entramos, pedimos un jugo de frutas y nos invitaron a pasar a la terraza. Desde lo alto, en uno de esos clásicos acantilados, desde lo alto, vimos el fondo del mar y junto al resto del grupo (agentes de viajes y colegas) terminamos todos zambulléndonos a pesar de que muchos no habíamos ido con malla de baño...la vista fue irresistible.
Esta vez, subíamos a la Acrópolis con todo el grupo, concentrados en el esfuerzo del ascenso, nos distrajimos apenas respecto al grupo y de pronto vimos a todos junto a la guia detenidos sobre un lado y al principio no nos dimos cuenta, no habíamos mirado para abajo...
Apareció ante nuestros ojos el odeón de Herodes Ático, un edificio para audiciones musicales, erigido en el año 161 gracias a la gran fortuna del cónsul romano Herodes Ático, que lo hizo construir en memoria de su mujer, Aspasia Annia Regilla, muerta el año anterior. Creemos que la imagen habla por sí sola.
El templo de Atenea, el monumento que identifica el lugar, el Partenón
La Acrópolis, tomada desde el moderno museo del mismo nombre, imperdible también
La sorpresa de lo encontrado cuando la construcción del metro, más ruinas. Se ven desde el Museo de la Acrópolis incusive en algunos tramos se camina sobre ellas en un piso transparente.
El Monastiraki (pequeño monasterio) es un vecindario y mercado al aire libre en el casco antiguo de Atenas y uno de los principales distritos de compras.Véasela escena: un joven haciendo música, un vendedor haciendo su trabajo en la gran feria o mercado y detrás, ruinas cercanas y la magnificencia de la Acrópolis como marco.
Este jueves haremos un crucero por las islas. Les contaremos todo y más, de esta estancia en la capital griega que nos tiene enamorados.
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