Veleros fraternos en el Callao

por Héctor López M - Historiador

Hasta que la fuerza del vapor comenzó a impulsar máquinas, ferrocarriles y buques, estos últimos —en las más diversas culturas — utilizaron velamen de
diferentes materiales para que el viento les permitiera seguir su derrota en los mares.

Durante muchos siglos cuando una nave zarpaba de España hacia América, o viceversa, los que permanecían en tierra ondeaban las manos en el gesto del adiós y, casi como una oración, musitaban: “Buenos vientos os dé Dios”.

Este auspicioso deseo tenía una gran importancia. Los vientos propicios henchían las velas de las embarcaciones que, hábilmente maniobradas, podían sortear los avatares de largas singladuras donde no solo había que enfrentar desatadas fuerzas de la naturaleza, sino también el ataque de buques de naciones enemigas o de corsarios y piratas.

Ahora, desde el día 27 en la noche hasta el 1 de mayo, somos privilegiados testigos de un hermosísimo espectáculo que parece reproducir un grabado del siglo XVIII: la rada del Callao alberga a once veleros —fragatas, goletas y bergantines—, tanto civiles como militares, que participan en el Encuentro y Regata Internacional de Grandes Veleros, Velas Sudamericanas 2010, para conmemorar el bicentenario de la independencia de varios países de nuestro continente.

En este cónclave marítimo sobresalen los buques-escuela de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Uruguay y Venezuela. Duele escribir que el Perú no cuenta con un buque-escuela.

Los veleros antes mencionados, y otros más de España, Portugal y Holanda, iniciaron su travesía el 31 de enero del año en curso zarpando de Río de Janeiro para circundar nuestro continente, recalando en sus puertos principales, para dejar un mensaje de buena voluntad. Deben concluir su periplo en Veracruz, México, el próximo 28 de junio.

Esta regata está impregnada de un espíritu fraterno entre los países de Latinoamérica.

Cada velero es un embajador que lleva a puertos amigos un sentimiento donde se recuerda que procedemos de raíces comunes, una misma cultura, y que el mar no nos separa sino, por lo contrario, nos une.

Aquí, en el Callao, y en Lima, las dotaciones de todos los veleros serán recibidas con un variado y nutrido programa: actividades culturales, turísticas, recreativas, sociales, etc., que estrecharán aun más los lazos de amistad que nos unen.

Se trata de un encuentro singular, al mismo tiempo hermoso a la vista y con múltiples objetivos que nuestra Marina de Guerra se ha trazado y no dudamos logrará, tales como organizar la mayor visita de grandes veleros que se ha realizado al Callao, fomentar la industria turística, incrementar la conciencia marítima en nuestra población — que podrá visitar los veleros— vincular a las autoridades gubernamentales, empresa privada, industria turística y la Marina de Guerra del Perú, para la promoción y realización de futuros actos con la participación de veleros.

Hace exactamente un siglo, la flamante Pro Marina y El Comercio encabezaban una gran colecta nacional para adquirir un buque-escuela a vela.

No deseo recordar por qué se frustró ese y otros proyectos análogos.

Solo quiero que este asunto, que es una aspiración institucional y nacional, amparado por la ley 24094, del 7 de febrero de 1985, promulgada por el presidente Fernando Belaunde, que declara de necesidad pública y de interés nacional dotar a la Marina de Guerra del Perú de un buque-escuela a vela, se convierta en realidad.

Pido a Dios pueda ver ese buque surcando el Mar de Grau.

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