"Los vecinos de José Ignacio no quieren el puente, es un proyecto no deseado ni bienvenido por nuestra comunidad", expresaron los directivos de la Liga, quienes fundamentaron su postura en el pronunciamiento de "residentes permanentes, de propietarios y veraneantes habituales uruguayos, argentinos y de otros países que no ven con buenos ojos este proyecto de puente, ni sus impactos negativos que evalúan como irreversibles".
La Liga planteó al inversor "mejorar el actual sistema de balsas -un ícono, un mojón de identidad y atractivo turístico que ya forma parte del patrimonio cultural de la región y que como tal debe ser preservado- y también a evaluar la posibilidad de interconexión por tierra a través de caminos secundarios que bordean la Laguna Garzón".
"Es posible generar valor económico genuino y creciente cuando prevalece el cuidado extremo de la naturaleza. Preservación y desarrollo son compatibles, José Ignacio es la prueba de ello", afirmaron Linck y Ruibal.
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