Proyecto de voluntariado Gcom en Haití. (Daniel Leal-Olivas). Cada año, cuando se acercan ciertas fechas, las ongs reciben multitud de solicitudes de personas que quieren viajar a países en desarrollo para ayudar en proyectos de cooperación durante un corto periodo de tiempo. A las entidades les cuesta hacer ver a los interesados que para desempeñar ciertas labores no basta con querer, y que la organización no se puede hacer cargo del coste de un viaje a cambio de horas de trabajo.

En primer lugar, el tercer sector apunta que no hay que confundir el turismo solidario con la cooperación. Un cooperante es un profesional técnico que está contratado y tiene una especialización en el área de trabajo que se va a desarrollar en terreno. Estas personas suelen ser expatriadas como coordinadoras para poner en marcha proyectos junto con entidades locales que conocen bien la situación. El resto del personal generalmente son miembros de las comunidades beneficiarias. Las organizaciones que gestionan este tipo de proyectos buscan gente con mucha experiencia y piden un compromiso de permanencia suficiente para que la rotación no trastoque el calendario fijado.

No obstante, toda demanda tiende a cubrirse y en las últimas décadas han ido surgiendo otras formas de viajar a terreno para ver en primera persona actividades relacionadas con temas de desarrollo y justicia social. La diferencia es que estos desplazamientos se realizan pagando y no cobrando.

Viajes de conocimiento y sensibilización

Las opciones que da el tercer sector son generalmente viajes de corta o media duración a países donde la organización tiene proyectos. Lo que se intenta es que los visitantes conozcan la realidad de la zona, sus problemáticas y el trabajo de la ong. En todos los casos se trata de fórmulas de turismo responsable, es decir, son para grupos reducidos y contribuyen a mejorar la economía de las comunidades, sin trastocar su entorno y respetando su cultura. Con esta oferta para turistas, las organizaciones consiguen fondos para continuar con sus labores y logran una mayor sensibilización de las personas que se unen al viaje.

En su centro de Anantapur, la Fundación Vicente Ferrer recibe a viajeros que van a la India. La Red de Consumo Solidario de Cataluña organiza grupos para visitar las comunidades donde tiene proyectos de comercio justo. Sodepau y CERAI también preparan estancias en países en desarrollo con el objetivo de dar a conocer alternativas y grupos locales.

Campos de solidaridad

Los campos de solidaridad son una fórmula distinta que establece un número de horas de trabajo para los visitantes. Se trata de lugares donde acude gente de todas partes del mundo para colaborar, y el intercambio cultural es uno de sus principales objetivos.

Servicio Civil Internacional ofrece esta opción desde hace décadas tanto en países del norte como del sur. EntreCulturas gestiona voluntariados solidarios dentro y fuera de España. Algunas oficinas regionales de SETEM y AIPC-Pandora facilitan a quien esté interesado el integrarse en un proyecto de cooperación durante un corto espacio de tiempo. En todos estos casos, el voluntario se hará cargo del coste del viaje aunque se comprometa a trabajar un mínimo de horas al día.

Quienes quieran vivir una experiencia como esta tienen muchas más opciones que las aquí recogidas, y pueden elegir la que más responda a sus inquietudes. Nunca hay que olvidar que cada organización tiene su propia forma de entender estos proyectos, acorde a los principios por los que lucha. Además, cada una trabaja en países concretos y para ir a ciertos lugares habrá que buscar en ongs de otros países. Por ejemplo, para colaborar en Haití con temas médicos se puede ir con la norteamericana Gcom. Pero siempre hay que ser consciente de que un proyecto así ya no es turismo, aunque se acabe combinando con excursiones.

fuente: http://www.20minutos.es