La villa de los aventureros
Lunes, 24 Enero 2011

La villa de los aventureros

Verano activo a orillas del Nahuel Huapi: kayak, cabalgatas, canopy, navegaciones y gastronomía en Villa La Angostura.

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por Pablo Domini

«Espero que todo salga bien, porque es mi primer día de trabajo». La broma hizo efecto positivo en todos, menos en Alejandra, la primera del grupo que debía iniciar la tanda de canopy, arrojándose a través de un cable de acero a 60 metros de altura, a 70 kilómetros por hora en dirección a un coihue gigantesco, pero que apenas podía divisarse. Pablo, el guía, sonrió y soltó finalmente a la aventurera, que partió inmóvil. El silbido de la roldana sobre el acero no tapó el grito de ella ni el de los muchachos que se lanzaron luego. Una vez en la segunda base todo fue más relajado, con risas y tiempo para tomar fotos del lago Nahuel Huapi y el bosque poblado de ñires y radales.

«Allá se ve bahía Manzano, la península de Quetrihué y a lo lejos el cerro Catedral», señaló en una de las paradas Sergio, también guía de canopy del complejo La Piedra, ubicado en el acceso al cerro Bayo, donde también se puede hacer rapel, escalada y travesías en cuatriciclos en medio de la espesura del bosque. Todas estas actividades no son exclusivas de deportistas; por el contrario, es justamente a través de ellas que cada vez más turistas disfrutan de la geografía de Villa La Angostura, uno de los sitios de mayor belleza en la Patagonia andina, en la orilla neuquina del lago Nahuel Huapi.

El verano es la estación ideal para entrar en acción, aprovechando las temperaturas cálidas y disfrutando de la exuberante vegetación. Sólo hay que saber elegir a qué aventuras se les pondrá el cuerpo. Las cabalgatas son una experiencia muy recomendable, especialmente las que recorren el cerro Belvedere, a 2 kilómetros del centro angosturense, guiadas por «El Tero», baqueano de la zona que conduce un ascenso por momentos dificultoso, pero carente de riesgos y, además, muy duro para hacer a pie. Con descanso y mateada de por medio, el sendero conduce entre ñires y coihues, bordea el arroyo Las Piedritas. Tras una zona de empinados acantilados, lleva hasta hermosas vistas del lago y el río Correntoso.

Excursión

Los meses cálidos son también ideales para internarse en los lagos. El calor lleva la temperatura del agua hasta los 16º C (en invierno desciende hasta los 3º C) y es una buena época para andar en kayak, en el lago Nahuel Huapi, o en el Espejo y el Espejo Chico, ambos en camino hacia San Martín de los Andes, por la Ruta de los Siete Lagos. Hay excursiones de medio día y hasta de cuatro días y tres noches, según las posibilidades que ofrece el guía Pablo Beheran, de Patagonia Infinita. El viento es la única condición meteorológica que puede alterar los planes, ya que incluso con lluvia es agradable salir a remar. Una excursión ideal puede incluir la salida desde la playa del guardaparques del lago Espejo, internándose hasta playas en islas semivírgenes donde se monta una agreste merienda o el campamento para pasar la noche a la luz de las estrellas y seguir remando a la mañana siguiente.

Sin ejercicio físico y con mucho relax, está la opción de los paseos embarcados. El velero Impaciente parte desde el puerto de bahía Manzano y va costeando hacia la angostura por las bahías de Cumelén y Kraft, con picada y brindis incluidos a bordo.

Luego están las embarcaciones que amarran en bahía La Mansa, en el centro histórico de La Angostura, donde justamente se encuentra el istmo (la angostura) que conecta al continente con la península de Quetrihué, donde se ubica el Parque Nacional Los Arrayanes. Desde allí parte el catamarán Futalaufquen, que hace la llamada ruta de los pioneros por el Nahuel Huapi, con vistas de los cerros Inacayal, Belvedere y Bayo, y del «El Messidor» -castillo de estilo francés que construyó Alejandro Bustillo en 1942 a pedido de Sara Madero de Demaría Salas. Hoy pertenece a la provincia de Neuquén-. Finalmente, se llega al impactante Bosque de Arrayanes, único en el mundo, en el extremo de la península de Quetrihué, dentro del Parque Nacional Los Arrayanes.

Bosque mágico

Todo lo que se diga de este mágico bosque es poco; simplemente hay que disfrutarlo, recorriendo sus pasarelas de madera. Allí hay arrayanes de 450 años -el más antiguo ya ha vivido 500-, con alturas de 15 metros. Es el único bosque del mundo que reúne las características de altura de sus árboles, de ser nativo y de tanta antigüedad. Mirar con atención deja ver algunos llao llao y orquídeas entre las ramas de los árboles. En el corazón del bosque se encuentra la «Casita de Bambi», en referencia a la inspiración que recibió allí Walt Disney.



El Bosque de Arrayanes es un espectáculo único en el mundo. Abrazarse a los fríos y añosos troncos es una habitual forma de disfrutar el paseo. Hosterías y hoteles de lujo, junto con el circuito gastronómico, son también protagonistas de la belleza angosturense.

Para no olvidar la aventura física, una buena forma de regresar desde el Bosque de Arrayanes es en bicicleta. Se las embarca en el catamarán a la ida y la vuelta es a través de un sendero de 12 kilómetros, de dificultad media. No es un ejercicio apto para cualquiera, pero con el debido cuidado tampoco daña a citadinos en busca de adrenalina.

El ‘‘Día Osvaldo’’

Es difícil dialogar con Osvaldo y Betty. No es que no sean amables, todo lo contrario, el problema es que la charla va acompañada por pintas de cerveza, una detrás de otra, en un desfile de sabores, colores y texturas que no tarda en subir a la cabeza. Osvaldo y Betty llegaron de Buenos Aires hace 8 años escapando de la crisis -como el 80% de los angosturenses- y hoy son los dueños de Australis, una de las tres fábricas de cerveza de Villa La Angostura y lugar perfecto para iniciar un tour gastronómico, siempre y cuando uno tenga la voluntad suficiente para dejar de probar la espumosa bebida. El «riesgo» es eternizarse, haciendo honor al anfitrión, en aquel famoso «Día Osvaldo» que popularizó una marca de cerveza industrial, proponiendo un octavo día semanal sólo destinado a empinar el codo junto a los amigos.

«La cerveza es 95 por ciento agua, y acá tenemos las mejores vertientes del mundo», explica Osvaldo, que cada tanto se transforma en una suerte de científico loco y trabaja en la trasnoche dentro de su fábrica de cerveza, contigua al salón donde funciona el bar. Cualquiera puede acceder ahí y disfrutar de una clase exprés sobre maltas, cebadas y levaduras. «¿Cuál es la más pedida? Depende: a los gringos les gusta la Indian Pale Ale, pero a los argentinos les parece amarga. Todo es cuestión de que el paladar se acostumbre». Ordenadas por su tonalidad, la degustación en Australis lleva obligatoriamente desde la rubia Pilsen de Bohemia hasta la negra Stout, pasando por la Strong Ale y la Indian Pale Ale.

Un tour gastronómico por Villa La Angostura merece mucha dedicación y brinda gran placer. Fuera de las tradicionales casas de té Temátika y La Casita de Oga, las especialidades para un buen banquete son sin dudas las carnes locales: trucha, ciervo, cordero y jabalí, acompañadas por frutos como los berries y distintas clases de hongos. Un recorrido por la cocina angosturense debe incluir a La Delfina, montado sobre una cabaña histórica en Bahía Manzano, al céntrico bistró Tinto, o los platos gourmet de Las Balsas, Sol Arrayán, el hotel Correntoso, e incluso el parador Viejos Tiempos.

 

fuente: ambito.com

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