Estuve en Estados Unidos. En moto por la ruta 66
Miércoles, 22 Diciembre 2010

Estuve en Estados Unidos. En moto por la ruta 66

No es mentira que la ruta está llena de sorpresas, misterios e intrigas. No es mentira que la ruta atrapa y lleva tu cabeza a pensamientos distintos. Es cierto que la ruta enseña desde supervivencia básica hasta las relaciones más sofisticadas. Es cierto que la ruta es solitaria, acompañada, divertida, aburrida, calienta, sofoca, enfría, congela, da todos los matices esperados y también los no imaginados.

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por Lucas Rodríguez Mir

Del gran viaje que hice con amigos en moto por la mítica ruta 66 en Estados Unidos me llevo enseñanzas básicas, como hidratarse de todas las formas posibles cuando la temperatura es alta. Cuando digo hidratarse me refiero a tomar líquido, poner hielo dentro de un casco, usar bandanas con cristales adentro que mantienen agua en la frente por una hora, mojarse los pantalones, y cuando me refiero a la temperatura? son 45°C más lo que calienta el asfalto, el motor de la moto y el viento caliente que penetra en los pulmones dejando fuego y cenizas en el interior del cuerpo.

Otros aprendizajes, más de habilidades, como manejar la chancha (entiéndase por la chancha al Road King) en camino de ripio montaña arriba, montaña abajo, con caída incluida, todo precipicio, llevarla de noche con tormenta a 85 millas manejando con una mano y filmando con la otra, manejar adentro de un bosque encantado con piso de tierra y piedras totalmente desalineado, donde de la nada apareció un elk en el camino? al galope (el elk es parecido a un ciervo, pero gigante. Es uno de los animales más grandes de América, con cornamenta agresiva) y al piso otra vez. Ir a 105 millas en la chancha y sentir lo mismo que en la mía a 70.

Pero nada de esto es comparable con estar perdido por 12 horas con amigos sin tener celular, agua, comida, nafta, racionando cigarrillos, en una montaña, decidiendo para dónde ir, muertos de risa de la situación, esa sensación de estar solos, pero acompañados entre nosotros, a millas del próximo ser humano (aclaro seres humanos porque animales había de todo tipo y color). Planear con esos dos sujetos adorables qué hacer y nunca cumplirlo.

Llegar todas las noches luego de manejar millas y millas, morirnos de risa, saltar en las camas y no dormirnos ni dejar dormir a ninguno hasta esta detonar, escuchar esa voz diciendo otro trago.

Lo demás es anecdótico: Santa Mónica (y su disco en Hollywood), San Bernardino, Baker (y la deshidratación), Las Vegas (hotel Bellagio y la noche impresionante del Mandalay Bay), Boulder, Hoover Dam (represa), Dolan Springs (aquel mágico bar rutero), Flagstaff (Monte Vista Hotel, donde habitaban prostitutas fantasma que mataban hombres ahorcándolos los jueves por la noche), Sedona (perdidos en la montaña), camino a Phoenix (y su regreso).

Grand Canyon (sin palabras, Bomberos incluidos), Williams (el Rancho Motel), Kingman (y sus antigüedades), Needles (y la ruta 66 histórica), Essex (pueblo desaparecido), Amboy (y el sheriff Roy), Bagdad (10 habitantes), Ludlow (el mejor viaje de noche), Barstrow (Motel 66), Calico (pueblo fantasma), Victorville (taller mecánico de mexicanos indocumentados), Los Angeles (el inolvidable Viceroy).

 

fuente: lanacion.com.ar

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