En busca de los secretos de la Isla de Pascua
Martes, 02 Noviembre 2010

En busca de los secretos de la Isla de Pascua

Mucho se ha escrito sobre los misterios de la isla de Pascua o Rapa Nui. Sus famosos moáis (esculturas de piedra volcánica) han atraído a numerosos investigadores para intentar descubrir su procedencia y significado.

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La belleza de sus playas y de sus volcanes han llevado a fotógrafos, cineastas y artistas de todo el mundo a inspirarse en sus paisajes. También son el principal reclamo para los miles de turistas que vistan la lejana isla cada año.

En la soledad del mayor océano del planeta se alza la isla más alejada de toda tierra, Rapa Nui , Te pito o Te Henua, como la llaman sus alrededor de 3.700 habitantes, precisamente por estar situada en el ombligo del mundo. Y es que hasta el siglo XVIII, cuando el almirante holandés Jacob Roggeveen llegó a la isla, los rapanuis pensaban que eran los únicos habitantes de la Tierra. Roggeveen bautizó a esta isla singular y solitaria, perdida en medio del océano Pacífico Sur, como isla de Pascua, porque el día que desembarcó en esta tierra paradisíaca se celebraba el domingo de Resurreción. El calendario marcaba el 5 de abril de 1722.

A partir de entonces, esta isla que se había desarrollado de espaldas al mundo durante 1.400 años, se reveló al resto de los mortales. Sus gigantes de piedra, con más de diez metros de altura, llenaron de asombro y admiración a todo el que oía hablar de ellos. Sus miradas imperturbables al cielo deslumbraban a todo el que los veía y todavía hoy fascinan a quienes los observan.

El origen de estas monumentales esculturas, su traslado y su significado siguen siendo un misterio, aunque muchas teorías tratan de darles sentido. Este enigma, junto con la belleza de este islote localizado a 3.700 kilómetros de la costa chilena es lo que ha atraído en lo últimos años a investigadores, artistas y viajeros de todo el mundo a este apartado rincón del planeta. Pero detrás de todas las joyas arqueológicas que alberga esta tierra, reside un pueblo lleno de hospitalidad, generosidad y amor, con un carácter tan sereno que sólo el Pacífico podría haberle dado.

El extremo aislamiento permitió que se desarrollase una cultura oceánica única, diferente en sus expresiones y en su idiosincrasia, colmada de leyendas y de ritos exóticos. Basta con aterrizar el Aeropuerto Internacional Mataveri (sólo llegan vuelos de Chile) para comprobar el carácter abierto de los habitantes de la isla de Pascua.

Desde hace unas décadas, este pueblo, tradicionalmente dedicado a la pesca, vive fundamentalmente del turismo. Hanga Roa, capital del islote, acoge a la mayoría de la población y de los servicios turísticos. Destaca la oferta culinaria y el ocio nocturno, en el que nunca falta la música típica de la isla, de estilo polinésico, cuyas letras hablan de la fertilidad, el amor y la lluvia. El grupo más importante del territorio es Matato’a.

El Museo Antropológico Padre Sebastián Englert, que recopila, conserva e investiga la herencia patrimonial de la isla, y la Feria Municipal, donde se puede comprar la curiosa artesanía, son otras visitas obligadas en la capital, aunque también es recomendable realizar alguna excursión por los alrededores.

fuente: 20minutos.es

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