Buenos Aires: renace La Flor de Barracas, el histórico bar que casi se pierde
Martes, 20 Julio 2010

Buenos Aires: renace La Flor de Barracas, el histórico bar que casi se pierde
Un toldo marrón, recién incorporado, confirma la novedad. Marrón con letras blancas, estilizadas, avisa que ahí, en esa esquina de Suárez y Arcamendia a metros del pasaje Lanín, sigue estando en pie La Flor de Barracas, un bar y cafetín que reabrió hace poco renovado pero respetando su arquitectura y estilo original , tan característicos del barrio a principios de 1900, y tan tradicionales para ese lugar.
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El café, que perteneció a tres españoles durante los últimos 60 años, estuvo en venta en 2009 pero, pese a que se temió su demolición porque el edificio estaba muy caído y se buscaban otros emprendimientos, los nuevos dueños decidieron reciclarlo y recuperar ese espíritu de antiguo barrio que tanto buscan preservar sus vecinos.

Como El Progreso, que todavía sigue intacto en Montes de Oca y California, La Flor mantiene el piso original, mesas y sillas. También están la vieja barra de madera y los estantes con botellas de Licor Mariposa y ginebra Bols, las persianas de colores, el quiosco con vitrina y hasta la letrina en el baño de hombres. Todo reciclado, pero casi intacto, como hace 113 años.

La recuperación sorprendió hasta a los vecinos, que ya lo veían venido abajo. Victoria, la nueva dueña (prefiere no dar su apellido), dice que lo compró a fines del año pasado, cuando Mercedes Soto –viuda de uno de los españoles que lo manejaron durante más de medio siglo– se cansó de mantenerlo sola, y cuando todo el barrio ya pensaba que el cartel de venta –que ofrecía esa esquina a cambio de 300.000 dólares para hacer un hostel o un local de tango para turistas– anticipaba una demolición, y luego, posiblemente, la llegada de una torre.

“Dicen los vecinos que este bar es anterior al Normal 5 que está acá enfrente, y que acaba de cumplir 100 años. El mozo que acompañó siempre a Mercedes me contó mil historias: que antes se llamó Tarzán, y antes, La Puñalada. Los últimos dueños vivieron el esplendor: laburaban con las fábricas, las 24 horas. Pero después se cayó y la gente dejó de venir. Cuando lo compré no quise cerrarlo y dejar a sus parroquianos sin su cafetín, y hasta Mercedes me agradeció que siguiera adelante; pero es una gran responsabilidad, también”, comenta Victoria, que llegó a Barracas sin experiencia en el rubro gastronómico, pero confiando en el potencial de la zona.

Hoy la apoyan sus cuatro hijos, que se reparten las obligaciones del bar, y el personal que trabajaba en su casa: Ofelia, su cocinera, es hoy la chef de La Flor. Y la moza es una chica que también daba una mano en su casa.

A pesar del valor patrimonial del café, la recuperación se hizo en secreto. Sin apoyo oficial. Pero la ONG Proteger Barracas la descubrió y le dio difusión. Hoy, su reapertura coincide con tres proyectos de ley que buscan proteger ésa y otras áreas del barrio que están en riesgo por las demoliciones. Y, además, se ajusta a estos nuevos tiempos: desde que abrió, La Flor también tiene sucursal en Facebook, con casi 700 amigos.

Victoria se entusiasma con la idea de que no se pierda nada: “Que a la mañana vengan a desayunar los obreros de la fábrica de enfrente, que después lleguen los que toman su vinito, y que al mediodía almuercen los ejecutivos y pasen los estudiantes. Es un lugar valioso y hay que cuidarlo. Sólo basta con aprender a convivir entre todos”.


fuente: clarin.com

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