Volcan Lanin, donde el asombro y la aventura no se extinguen
Lunes, 19 Julio 2010

Es un elemento de la identidad misma de la provincia del Neuquén. Su silueta está en la bandera provincial y a él alude el himno neuquino. El mayor Parque Nacional que se encuentra enteramente en territorio provincial lleva su nombre.
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por Ricardo Caletti
Y no es la cumbre más alta del Neuquén, pero con sus 3.776 metros sobre el nivel del mar emana una autoridad en el paisaje de las montañas de la Patagonia Norte, como ninguna otra cumbre.

Es el centro indiscutido de las actividades de montañismo y trekking de quienes llegan a San Martín y a Junín de los Andes para acceder a sus proximidades.

En el caso de partir desde San Martín de los Andes hacia el volcán, se debe tomar la ruta nacional 234 hasta Junín de los Andes y continuar cinco kilómetros por la misma ruta hasta el puente sobre el río Chimehuín. En este punto se abren las dos opciones para llegar al Lanín. Se puede continuar por asfalto por la ruta provincial 60 hacia el paso internacional Trómen o Mamuil Malal y de este modo se accede a la cara norte, la ruta normal de ascenso. Obvio que la cumbre del Lanín es uno de los puntos por los que pasa la frontera argentino-chilena.

La otra alternativa es tomar la ruta provincial 61 justo antes de cruzar el puente sobre el río Chimehuín. De esta manera se llega al lago Huachulafquén, y continuando por la ribera norte se alcanza el área de acceso a la cara sur del volcán.

En ambos casos la distancia desde San Martín de los Andes es de unos cien kilómetros.

La mayoría de los ascensos al volcán se realizan por la cara norte. La base se encuentra a 1.200 metros sobre el nivel del mar. Una vez que se llega al área Trómen del Parque Nacional, hay que presentarse en la seccional de Guardaparque que se encuentra a la vera de la ruta para informar del ascenso y para que se verifique que quienes emprenden esta aventura llevan todo el equipamiento de montaña y de comunicaciones que requiere la aventura. Pantalón y campera térmica, calzado adecuado para escalada, grampones para hielo y piqueta, equipo de comunicaciones con la frecuencia de Parques Nacionales.

Lo recomendable es ascender con un guía de montaña habilitado por el Parque Nacional Lanín, teniendo en cuenta que en los sectores superiores hay grietas en el hielo a veces ocultas por las nevadas que permanentemente caen en las cotas más altas.

En el mejor de los casos, la experiencia requiere dos días. En la primera jornada se inicia el ascenso por una aguda morena lateral de un antiguo glaciar que recibe el nombre de Espina de Pescado, y una vez superada se debe seguir subiendo hasta alcanzar los sectores intermedios donde se encuentran los refugios en los cuales se puede pernoctar, a unos 2.200 metros sobre el nivel del mar.

Si la meteorología lo permite, lo recomendable para la segunda jornada es partir hacia lo alto con los grampones puestos y buen abrigo de alta montaña, antes de que amanezca, de modo de poder superar un sector cercano a la antecumbre llamado La Canaleta, antes de que la temperatura,- si se trata del verano-, supere el punto de congelamiento, ya que en este caso se pueden producir desprendimientos de rocas y de hielo.

Si se logra hacer la cumbre, el espectáculo desde allí arriba es fascinante. Como la diferencia de altitud con todas las montañas y volcanes circundantes es tan notoria, el panorama es conmovedor. Llama la atención el cono del volcán Villarrica, con su permanente erupción hacia el oeste, el volcán Quetrupillán con su cresta curva de hielo, el Tronador a lo lejos, el laberinto de valles y los lagos Huechulafquén, Paimún y Epulafquén.

El descenso hacia la zona de refugios debe hacerse por el mismo trayecto, de modo que las previsiones dadas para atravesar La Canaleta son las mismas. Tras recoger en el refugio los elementos que se hayan dejado, se emprende el descenso hacia la base.

Todos reconocen que del Lanín se vuelve distinto.

La cara sur del volcán es exclusiva para expertos andinistas que manejen diestramente la escalada en hielo. En este caso, la senda para acceder al refugio parte de la seccional de guardaparque de Puerto Canoa en las proximidades del Lago Huechulafquén y a paso normal se debe disponer de siete horas para alcanzar el área de pernocte. La visión del volcán desde este punto es fascinante. La frente de los glaciares de altura asombra con su imponencia. Las grietas de tonos azul de Prusia se abren como bandoneones gigantes, y la vista se dirige hacia el único paso en ese mundo de hielo que se denomina “Colada Mazzoldi” en homenaje a Enzio Mazzoldi, quien fue el primer montañista en lograr la cumbre del volcán por esta cara sur en 1955.

Transitar el Lanín por cualquiera de sus facetas es una experiencia para el asombro. Exige un notable esfuerzo físico y un despliegue inusitado de los sentidos. Resulta claro que no es una montaña más. Hay una certeza de que está vivo, algo en él late con un ritmo y un tiempo que no son los humanos. Lanín es palabra mapuche. “Lan” es muerte e “in”, en apariencia. De modo que Lanín significa “muerto en apariencia”. Ningún topónimo mejor para designar a este volcán, cuyos escoriales de lava pueden verse sobre todo en la cara sur, en las proximidades de los lagos Huechulafquen y Paimún.

Según los estudios hechos por expertos vulcanólogos de la Universidad de Buenos Aires, el Lanín está unido en un sistema con el Quetrupillán y el Villarrica,- estos últimos totalmente en Chile-. Su cráter central no está a la vista, cubierto de hielo de glaciares permanentes. Pero se sabe que ha tenido una erupción central hace 2.175 años, y posteriormente ha habido derrames fluidos en sus laderas que datan de 1.620 años. Los escoriales más jóvenes, que pueden observarse en las proximidades del arroyo Rucu Leufu corresponden a un derrame de aproximadamente unos 700 años. En esa área, aún la colonización vegetal sigue avanzando sobre la zona donde se escurriera la lava.

Como si el Lanín quisiera mostrarnos algún secreto del planeta, existe una curiosa correspondencia con el punto opuesto a él en la Tierra. Casi en el otro extremo del mundo, hay otro volcán que es exactamente igual. Asombra. Se llama Fuji Llama y se encuentra en Japón. Y como para jugar a los espejos, ambos tienen la misma altura: 3.776 metros. Ni uno más, ni uno menos.

Es que respecto del Lanín, ni la aventura ni el asombro se van a extinguir jamás.


fuente: linkaventura.com

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