por Rudolf Hommes*

Los barrios tradicionales, habitados por la población original (raizal), han conservado casi todo su encanto, pero sus servicios son también deficientes y conservan su dignidad y su armonía más que todo gracias al capital social de sus habitantes.

En Providencia y Santa Catalina, un estricto control de la inmigración y restricciones del desarrollo del comercio, de la construcción y del turismo de bajos ingresos han conservado intactas las islas en sus aspectos físicos, convirtiéndolas en un destino de gran potencial para el desarrollo de los tipos de turismo que son compatibles con la conservación del medioambiente y de la riqueza submarina.

Pero este esfuerzo de conservación también ha impedido la creación de suficientes fuentes de empleo o de medios de satisfacer las aspiraciones de ingreso y de consumo de una juventud que por falta de opciones ha sido fácil presa del narcotráfico, que la utiliza para recibir apoyo logístico en altamar.

La juventud de Santa Catalina y Providencia enfrenta un dilema faustiano por tener que escoger entre la frugalidad o entregarle sus almas al diablo. Y San Andrés se debate entre dejar que la isla siga deteriorándose o tratar de evitar el desarrollo. Fuera del servicio público, el ejercicio profesional independiente, la pesca o el turismo, no existen muchas oportunidades legítimas de empleo masivo para la población local.

Este es un panorama insostenible que no tiene razón de ser, porque una mayor inversión en educación y salud de mejor calidad y servicios e infraestructura ídem pueden liberar a la población isleña de tener que escoger entre opciones indeseables.

El turismo verde de mayor calidad parece ser un camino para generar ingresos y más empleo, aunque este también se está comenzando a generar por las cualidades de la fuerza laboral (una empresa TIC de la India espera crear, en asocio con el Sena, doscientos empleos este año y mil a mediano plazo).

Se han iniciado proyectos para volver a desarrollar la agricultura y promover la maricultura con tecnologías nuevas. Se va a introducir la enseñanza del creole. Si la Occre deja que ingresen los expertos, la próxima semana se podrá iniciar –con el apoyo de la alcaldía– un programa piloto para mejorar la educación básica en los colegios de Providencia. También se está discutiendo la reapertura de la universidad cristiana con apoyo del Gobierno.

Se desea promover nuevas industrias, como lo están intentando también los gobiernos de Cali y Cartagena con asistencia de la IFC para la generación de energía solar en barrios populares, y se está tramitando un préstamo del BID por 65 millones de dólares, aproximadamente, para el mejoramiento de la infraestructura, los servicios públicos y turísticos y la elevación de la calidad de vida y de gobierno en las islas. Se analiza también la viabilidad de operar un ferri operado por la Armada, y la Universidad Nacional va a comenzar el estudio de un sistema de transporte público integral en el archipiélago.

Asegurar un mejor futuro en las islas, acometiendo la resolución de sus grandes problemas, es una misión ambiciosa, de mucha complejidad, que requiere imaginación, tiempo, voluntad política, aguante y apoyo local. El Gobierno ha dado los primeros pasos. Es necesario que persista y que no lo dejen solo.

* asiste al Gobierno en la concepción y puesta en marcha de proyectos.

Portal de América - Fuente: www.eltiempo.com