No es necesario advertir a los lectores de nuestra ignorancia, pero abordamos este tema más allá de nuestros gustos personales.
No nos gusta formular falsas oposiciones, pero los atractivos para ser tales, deben ser populares y cuando abarquen más países atraerán más gente.
Es muy ilustrativa la opinión del psicoanalista Marc-Alain Descamps en un reportaje de Le Point sobre porque la tumba de Jim Morrrison es más visitada que la de Albert Camus: “ Las tumbas más visitadas son aquellas que pertenecen a figuras populares, gente famosa que ha emocionado, que han sido muy queridas, no es el caso de Albert Camus".
Para Descamps se trata de una religión laica: “Se trata de peregrinaciones espontáneas, de santos nuevos, populares”.
En el reportaje se afirma que los intelectuales atraen por su obra, no por su persona.
Esto último se puede aplicar a Borges, su nombre aparece diariamente en la opiniones de críticos y autores, pero no en titulares, ni en las cadenas de televisión ni en grandes producciones de cine, lo que dejaría muy conforme al propio Borges.
Muchos quieren seguir sus huellas en Buenos Aires, pero no representarían una corriente turística.
Podemos decir lo mismo de la Aracatá de García Márquez, la Arequipa de Vargas Llosa, como la Dublín de Joyce y la Praga de Kafka.
Hemingway por su obra, personalidad y su vida logró identificarse con destinos como Paris, Cayo Hueso y La Habana; con mucho humor, un restaurante de Madrid, "El Cuchi", tiene un anuncio que reza: “Hemingway no estuvo aquí”.
Todos, por supuesto, contribuyen al prestigio de un país pero para que sean un atractivo para grandes contingentes de viajeros, todavía las condiciones no están dadas.
La fama, que es una diosa caprichosa y la popularidad, nos sorprenden permanentemente, pero nada tienen que ver con los valores literarios.
Portal de América, por Damián Argul





