En primer lugar los pasajeros, también los hoteleros, las agencias receptivas, las cámaras empresariales, asociaciones de consumidores y hasta entidades oficiales de las distintas autonomías.
Las demandas apuntan a todos lados y no sólo a los trabajadores aeroportuarios. Las cifras que se barajan son astronómicas.
Leyendo la prensa daría la impresión que se abrió la caja de Pandora, aunque ya es normal que estas cosas sucedan.
Las reclamaciones de indemnización por los reclamos a raíz de la pasada crisis de las cenizas del volcán islandés, según tenemos entendido, siguen su curso.
Este asunto de la demanda tiene giros que, al menos para los legos, resultan inesperados.
Diez años después del accidente del Concorde de Air France en París, la compañía Continental de EEUU ha sido condenada a una cifra millonaria porque, según
las investigaciones, el accidente fue causado por una pieza que el DC10 perdió en la pista, minutos antes del despegue del Concord.
El mecánico responsable del ajuste de la pieza, fue condenado a quince meses de cárcel.
No vamos nosotros a descubrir el derecho de huelga. También debe reconocerse que si la huelga no causa algún trastorno o algún perjuicio, posiblemente no rabajadores.
Pero lo que estamos seguros es que en este escenario de demandas, las partes que se embarquen en un conflicto, deben medir cuidadosamente las consecuencias.
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