El Bulli, en Gerona
La relación viajes y sabores siempre existió y ya seamos gourmands o gourmets, la asociación de comidas y lugares se guardan con los buenos recuerdos o se archivan para futuros viajes: el bife de chorizo con papas soufflé en Buenos Aires; unas empanadas salteñas; un caldillo de mariscos en Valparaíso, o el chivito de un bar, a unos 50 kilómetros del puerto de Colonia, son experiencias muy válidas de gratos momentos,como el desayuno con chipas recién sacadas del horno, en el camino de Asunción a Cataratas.
Comidas populares en lugares cuyos nombres no recordamos, de chefs demasiado ocupados para salir a saludar.
Las cosas han cambiado, todo apunta a famosos restaurantes con cocina de autor.
El turismo español tiene a El Bulli como buque insignia y cuenta con Ferran Adriá para, inclusive, superar la estacionalidad.
No se habla tanto del Pata Negra, de los pintxos donostiarras o los asadores castellanos.
Este cambio afecta a los franceses, un país donde ”todo es rico”, pero en la consideración de los expertos, sus restaurantes han perdido una legendaria hegemonía.
En la famosa lista San Pellegrino de los mejores restaurantes del mundo, no hay ningún establecimiento galo entre los diez primeros y hay sí cinco españoles.
Pero lo que quizás más les preocupa es ese pato gordo, The Fat Duck que, en las cercanías de Londres, se mueve con comodidad al tope de la lista, ya que fue segundo en el 2009 y tercero en el 2010.
Parecería que de la mano de este restaurante, Inglaterra está recuperando la fama, hasta cierto punto injustificada, de ser un lugar donde se comía pésimamente.
Sobre el tema, el gran Chef Alain Ducasse, que ganó una tercera estrella Michelin por su restaurante en The Dorchester en Londres, afirma: "En 10 ños, Londres ha experimentado una revolución" agregando: "lamento que algunos pueden denigrar la cocina británica",y aclara: "las carnes de caza, el cordero y el pescado del Reino Unido son excelentes" (L’ Express).
Pero más allá de rivalidades, el turismo francés hace bien en preocuparse. De hecho en esta semana la UNESCO, resolverá sobre la solicitud de Francia para que su gastronomía ingrese a la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Algunos critican esta solicitud aduciendo que la gastronomía francesa no está en peligro.
Pero los que más deberíamos preocuparnos somos los sudamericanos.
El único de Sudamérica que figura en la famosa lista del agua de mesa San Pellegrino, es el restaurante D.O.M de San Pablo (Nº 18) y hoy el mundo está hablando mucho de la gastronomía paulista.
Potenciar nuestros buenos restaurantes debería ser una prioridad de nuestro turismo, destacarlos como se destacan nuestras playas o nuestro rico patrimonio histórico-cultural, es imprescindible.
Hay que sobreponerse a las mezquindades, celos y falsos pudores. Al fin y al cabo solo unos pocos viajeros podrán acceder a estas “vedettes gastronómicas”, la gran mayoría, por razones de agenda o de presupuesto, seguirá disfrutando del bife del chorizo, el chivito, los mariscos o las empanadas en restaurantes comunes con grandes pero desconocidos chefs.
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