por Sergio Antonio Herrera, desde Inverness, Escocia
Si en un lugar donde se supone, debemos como destino ofrecer seguridad, pasa lo que está pasando, debemos hacer la rápida autocrítica y determinar lisa y llanamente que no hubo previsión y que el siniestro demuestra claramente “que estamos regalados”.
Uruguay generalmente tiene un Dios aparte y esto ocurre en el momento más frío del año y no afecta vidas humanas. Pero el daño es tan grande que “una vez más” el Estado deberá intervenir para contener a los afectados y no hablamos solamente del capital humano sino también de los inversores.
Alguien puede decirnos que con lo que se empezó a gastar y peor, con lo que se seguirá gastando, ¿no se podría haber equipado convenientemente y entrenado como es debido al Cuerpo Nacional de Bomberos?.
Este es un tema que vale aclarar trasciende a las actuales autoridades departamentales, nacionales y específicas. Esto es parte de la identidad nacional y nos imaginamos la feroz crítica de la oposición equis si un gobierno equis hubiese presentado anteriormente un plan maestro que cumpliera con lo que ahora nos damos cuenta que no contamos en la lucha contra el fuego.
¿Por qué siempre debemos esperar que ocurran las cosas para buscar las soluciones?.
¿Buscaremos las soluciones?
¿O nos olvidaremos en poco tiempo y algún día el siniestro será en un piso de cualquier lujosa torre puntaesteña en pleno verano y habrá una catástrofe aún peor que la actual?
¿Aprenderemos la lección?
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