por Sergio Antonio Herrera, desde Salinas, Uruguay
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"La intención de que los gobiernos relajen las restricciones de desplazamiento para que se reanuden los viajes, parece un tanto prematura y también un tanto irresponsable", dijo casi al inicio Yunis.
Nosotros habíamos advertido que la presentación del destacado profesional internacional iba a diferir notoriamente de lo que se venía leyendo, escuchando y viendo por aquellos días y aún hoy mismo, en relación a que la reactivación es poco menos que inminente.
Es un dato contundente de la realidad que ya NADIE soporta un solo día más sin, producir, sin trabajar, sin hospedar, transportar, guiar, servir comidas o cargar maletas. Pero no es menos real admitir que los destinos que habían anunciado aperturas como por ejemplo Israel y Reino Unido dieron abrupta marcha atrás y que en el otro extremo, Argentina debate con la IATA por las limitaciones hasta para el retorno de sus propios ciudadanos al territorio nacional.
Yunis citó una encuesta de Bloomberg destacando la imparcialidad de la consultora por estar fuera de esta actividad. Dijo que "un 86% de las personas consultadas postergarán sus viajes aéreos considerados no indispensables, inclusive hasta después que se determine que la pandemia está totalmente controlada".
Es un dato de la realidad que hace meditar en serio, máxime a quienes como nosotros estamos totalmente convencidos de que el viajar en avión es muy seguro y que hay poquísimas posibilidades de contagio, gracias a la eficaz renovación del aire por filtros idóneos.
El disertante puso también sobre la mesa algunos asuntos que requieren un análisis profundo y exigen el sinceramiento de los protagonistas del sector.
"La pandemia además de frenar drásticamente la demanda, ha puesto en evidencia varias de las carencias e impactos negativos que ya se estaban manifestando en numerosos destinos a través del mundo, incluida obviamente América Latina. Los objetivos de crecimiento indefinido, los flujos turísticos prevalecientes hasta 2019 en la mayoría de los destinos, llevaron a un turismo mal gestionado, impulsado por fuerzas de mercado erráticas y con una visión muy cortoplacista que generó la destrucción irreversible del medio ambiente en muchos destinos; la implementación de modos de sobre consumo que son insostenibles. Grandes daños culturales a las comunidades y al propio patrimonio. Una estacionalidad muy disruptiva dela demanda y consiguientes problemas de congestión que afecta a los turistas y también a los residentes en los destinos, su infraestructura, planta de servicios básicos como el agua potable, el tratamiento de las aguas servidas, la red eléctrica, la conectividad y los espacios públicos, entre otros".
A partir de esta caótica repercusión de los impactos negativos señalados, se generó la protesta a nivel mundial de algunos lugares específicos denominada "Turismofobia", la misma que ahora, ante la nada misma que enfrentan determinados destinos,hace que los actores turísticos de esos sitios la echen de menos.
Otro de los temas a atender más temprano que tarde a la hora de la autocrítica y de recoger el guante que ha dejado a la vista la crisis generada por la pandemia, es como también citó Yunis: "el aspecto nada menor de la precariedad de los empleos en el sector, la estacionalidad de los mismos, la poca o casi nula preparación que se les asignaba al capital humano ocupado y a los inaceptables niveles salariales", los que se han tornado comunes, invisibles, a la hora del relato oficial.
La distorsión generalizada en esta crisis agrega innumerables perjuicios, de toda índole, pero para finalizar esta evaluación cabe destacar que uno de los principales temas a abordar es el de la rentabilidad empresarial. Los márgenes operativos se han ido pauperizando hasta un punto también insostenible.
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