Valiéndome de mi declarada profanidad en materia de aviación comercial, pregunté hace unos cuantos meses si no sería mejor para Boeing discontinuar el 737 MAX. Viendo el tiempo transcurrido (un año) del primer accidente, el de Lion Air en Indonesia; más lo que escribió hace pocos días Sandro Pozzi en New York, para El País de Madrid: "Wall Street empieza a estar impaciente. UBS, Credit Suisse y Bank of America acaban de rebajar el precio objetivo de las acciones de Boeing porque no tienen muy claro que los reguladores vayan a levantar en diciembre las restricciones al B737 MAX y eso podría obligar a la empresa a poner en pausa la producción. Se estima que el coste de la suspensión para la compañía ronda los 1.000 millones de dólares (unos 900 millones de euros) al mes" y la humillante comparecencia del CEO de Boeing, Dennis Muilenburg, ante el Senado de los Estados Unidos, no creo que sea tan disparatada mi teoría, aunque al parecer, utópica.

 

 

Refiriéndose precisamente al papelón de Muilenburg en el Congreso, lo explica inmejorablemente hoy en su columna el Capitán Fernando Zás desde el propio título ¿El MAX volverá a volar?, cuando dice; "Los congresistas acusaron a BOEING y a su Presidente de haber puesto los beneficios de la compañía por delante de la seguridad en la carrera con el competidor europeo Airbus llevando al limite el proceso de desarrollo del Max;  algunos congresistas pidieron  que dimitiera y tuvo que renunciar a la presidencia. El senador Richard Blumenthal pidió a los familiares de los fallecidos en los accidentes de MAX, que llevaran las fotos de sus familiares y acusó a la BOEING de haberle mentido, ya que luego de  los accidentes la compañía estuvo en su oficina y le dijo que el accidente fue por un error del piloto por su poca experiencia. Pero en realidad luego de haber leído el informe del accidente de Lion Air, visto los antecedentes y la reacción de la empresa se dio cuenta de que la BOEING le había mentido no solamente a él, sino que le mintió a todos".

Si no estuviésemos hablando del gigante norteamericano, lo estaríamos haciendo acerca de un ex-fabricante de aviones; ya que la magnitud del "agujero" autoinfringido con la canallesca maniobra repleta de mentiras y ocultamientos, propio de la peor calaña humana y no de supuestos intachables ejecutivos de la aviación estadounidense, no solamente golpea demoledoramente a las finanzas del fabricante sino también a sus clientes, algunos con pérdidas por este motivo de cientos de millones de dólares, como Southwest o American Airlines.

 

¿Con qué autoridad moral la ex-impoluta FAA va a exigirle de aquí en más al mundo que haga caso de sus reglas?

¿Cómo va a salir Boeing de este embrollo?

¿Sus clientes que tienen flota monomarca lo seguirán prefiriendo o...aplicarán la vieja regla casera de poner los huevos en diferentes canastas?

Nada menos que en el Congreso de los Estados Unidos se escuchó que los MAX son "ataúdes voladores", ¿cómo se regresa de eso?

 

El "pecado" cometido por Muilenburg y su gente, priorizando la economía por encima de la seguridad, de la vida de sus clientes y la de sus propios colaboradores, deberá ser "exorcizado" de alguna manera de la mirada común de los viajeros del mundo.

En todos estos años, la gente en su inmensa mayoría fue perdiendo el miedo a volar, a tal punto que hoy en día quienes aún lo manifestaban habían pasado a ser minoría.

El mundo, gracias a la aviación comercial pasó a ser menos ancho y menos ajeno y con el crecimiento de la industria, y la indiferencia de los clientes, la misma comenzó a mutar, de ser una actividad glamorosa, de prestigio y rentable, se fue convirtiendo en lo que es hoy, un negocio muy parecido al financiero, donde lo único que importa (aún más que los dividendos) es el flujo de caja y los "señores" clientes, de buenas a primeras pasaron a ser números, a los que se le puede transportar hasta semisentados y a pico seco.

La ley de Murphy se encargó de Boeing y le pasó factura por su ambición desmedida y carencia de escrúpulos.

Quizás Boeing deba rezar para encontrar a su James Carville que en su trilogía de frases para recordar, pegue en alguna pared, en vez de "Es la economía estúpido", algo parecido a "servicio confiable y confortable" o "garantía de seguridad y confort...".

Pero si no aparece ningún Carville, todos quienes de una u otra manera estamos relacionados con la aviación comercial, deberemos estrechar filas para "salvar" a Boeing. Cada uno desde su lugar, es impensable su desaparición, la industria como está diseñada en el actual contexto, no lo soportaría.