Después del accidente, reflexiones y comparaciones
Lunes, 27 Febrero 2012
…Contra el destino nadie la talla...” / Se terminaron para mi todas las farras / Mi cuerpo enfermo no resiste más.../ Adios muchachos (Letra de Cesar Vedani). La tragedia es un género que nos presenta conflictos en lo que lo fatal está implícito y que al espectador le provoca una suerte de espanto y compasión. A su vez lo fatal tiene que ver con lo inevitable.
por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Vulgarmente solemos decir contra el destino no se puede o estaba escrito o como lo dice el tango “…contra el destino nadie la talla…” o “…nadie da talla…”.
Más allá de esa discusión sobre la forma correcta de la frase, lo cierto es que los políticos deberían reflexionar muy sesudamente sobre las consecuencias de sus acciones u omisiones, porque como lo diría el autor de “Adios muchachos” contra las consecuencias de las acciones u omisiones humanas “…nadie da talla…” y lo grave es que esas “…consecuencias…” las sufrimos nosotros, los ciudadanos, los contribuyentes y los administrados.
Era obvio que la falta de inversión, la ausencia de controles, la prodigalidad del festival de subsidios, la precariedad de la infraestructura del sistema de transportes constituía una trama trágica, cuyas consecuencias fatales, solo el destino sabía el cómo y el cuándo.
El pésimo estado de las vías del ferrocarril, la antigüedad de las formaciones algunas superan los 50 años, la insuficiencia de sistemas de autopistas, la mala calidad de nuestras rutas troncales, muchas de ellas de mano y contramano sin banquinas, el exceso de tráfico de vehículos muchos de ellos ya superada su vida útil, la saturación de algunas rutas como la 34 que une Rosario con Salta, en fin estos son solo algunos hechos que demuestran la precariedad del sistema de transporte de un país.
Se podría decir con cinismo que accidentes hubo, hay y habrá pero en ese caso se estaría mintiendo usando solo una parte de la verdad, quizás la forma más procaz de la desvergüenza.
El accidente es un suceso eventual, está ínsito en toda actividad humana, todos podemos ser protagonistas y víctimas de un “accidente”.
Siempre detrás de un accidente hay una o más fallas humanas, algunas generan responsabilidad otras no, hay accidentes que son obra de la fatalidad…
La accidentología, neologismo que se refiere al estudio de los accidentes nos ha legado sistemas de prevención que si bien no eliminarán la ocurrencia de “accidentes”, contribuirá a disminuirlos.
El transporte aéreo es una muestra cabal de una actividad en la cual la ocurrencia de accidentes ha disminuido a un mínimo impensable hace algunos años.
Vale como recuerdo que Aerolíneas Argentinas ha desprogramado su flota de Boeing 747, cuyos primeros vuelos se produjeron en el año 1975, si mi memoria no me traiciona y no tiene registrado un solo accidente.
Ello habla de una política empresaria cuyos resultados están a la vista y se pueden exhibir con orgullo, lo que nos demuestra que cuando se obra con genuina responsabilidad hasta “…al destino le podemos dar talla….”
Ese objetivo se logró porque funcionarios, técnicos, pilotos hicieron lo que debían y las consecuencias, las buenas consecuencias, están a la vista.
Ahora bien cuando no se hace lo que se debe, es decir cuando la autoridad de control no controla, cuando no se invierte, cuando se malgastan los recursos, cuando las tarifas no responden a una realidad, cuando se subsidia a la oferta, cuando se crea la conciencia de que “lo peor es mejor que nada” ocurre que ya el accidente deja de ser un hecho eventual para convertirse en un hecho fatal.
En ese punto es cuando la realidad asume la forma de la “tragedia”, porque en ese tren murieron 51 personas y hubo más de 700 heridos y lo que tenemos que ponderar es que esas víctimas de la fatalidad no eran “otros” sino “nosotros”, cada uno de nosotros perdió algo en ese accidente de la Estación Once y si no lo pensamos así, la fatalidad nos estará acosando en lapsos de mínima duración.
El accidente de la estación Once pudo haber ocurrido aun si cada uno hubiera cumplido con su obligación y asumido su responsabilidad, pero hubiera sido consecuencia de uno o más errores, de una o más fallas mecánicas, nunca hubiera sido consecuencia de una cadena de omisiones que ahora se pretenden justificar en la persona de algún culpable.
Pero por Dios, realmente creeremos que la falta de inversión, la antigüedad de las formaciones lindante con la más pura obsolescencia, la precariedad en la prestación del servicio al punto que el propio “motorman” ignoraba el tipo de servicio que estaba prestando, el mal estado de las vías, recordemos que un viaje de mil kilómetros insume más de 20 horas, en fin podremos creer que todo esto no tuvo nada que ver en este accidente así el “motorman” hubiera estado prestando servicio alcoholizado, enfermo o sin la debida idoneidad profesional…
En Argentina se viaja mal, y no me sirve como explicación que en otras partes también se viaje mal como se insinuó por allí, pero en general nuestra propia experiencia y en esto tiene que ver el “turismo” porque nos ayuda a conocer y a comparar y ver que las cosas se pueden hacer de otro modo y mucho mejor.
La comparación es un buen método de aprendizaje y comparando, advertimos que el metro puede funcionar con frecuencias de hasta menos de un minuto, acá en horas pico es de 3,45 minutos; que en los servicios ferroviarios no solo se usan formaciones modernas sino que los horarios se pueden cumplir; que permanentemente se hacen obras para mejorar la calidad de los servicios y lo ultimo aunque no menos importante que las tarifas contribuyen a su financiamiento el que es completado con recursos públicos.
Es cierto hay diversos menú tarifarios que tienden a subsidiar a la demanda en ningún caso a la oferta.
Volviendo al accidente, un funcionario de la empresa protagonista del accidente dijo que el nivel del servicio es “aceptable” le falto agregar “aceptablemente malo”.
Pero más grave aún es que se haya dicho que si el accidente hubiera ocurrido un feriando no hubiera sido tan grave o que la ultima victima encontrada viajaba en un lugar prohibido (sic) ¿es que se pretende insinuar que la culpa es o fue de “nosotros”?.
Cuando ocurren estas cosas uno se siente solo, donde están los políticos, muchos de ellos suscribiendo en Ushuaia una declaración por las Malvinas, cuando el sistema de transporte se nos cae encima, ¿eso es lo que tenemos para ofrecerles y cautivar a los kelpers? ¿Así se defiende la soberanía?.
No solo el transporte se nos cae, carecemos de energía que debe ser importada a un costo que parecería que recién ahora es advertido, en los últimos 108 meses cayeron las reservas de gas y de petróleo y hasta hemos agotado la paciencia del Presidente Mujica…
Donde están los gremialistas que dicen defender la calidad de los servicios y reparten culpas por doquier cuando son capaces de parar sorpresivamente los servicios por meros intereses personales…no olvidemos que el subsecretario de transporte ferroviario es un gremialista del sector…y tampoco renunció…
Donde están los intelectuales que deberían contribuir a que los políticos y todos las dirigencias pudieran estar a la altura de los tiempos…
En fin…la cosa es que no somos espectadores de esta tragedia, somos los protagonistas…y como tales estamos a merced de la fatalidad…
Portal de América





