De cosas y cosos…
Jueves, 27 Octubre 2011

De cosas y cosos…

Serían las siete de la tarde cuando decidí cerrar mi estudio e irme a mi casa. El apuro estaba dado porque se me antojó cenar “gambas al ajillo” que cada tanto suelo cocinar. Debía comprar los langostinos, pelarlos, dos cabezas de ajo y un litro de aceite de oliva…una hora de trabajo.

Arapey 1250x115
MINOR hotels - Cynsa 1250x115
1250x115 Nardone libro
Hotel 5to Centernario - 1250x115

por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Así que habré salido a las siete y diez de la tarde, aun de día, esperé el ascensor, como ustedes saben estoy en un piso “19”. Cuando ingreso al ascensor una mujer de unos cuarenta años estaba hablando por su celular y se notaba que cada tanto la comunicación se le cortaba o no escuchaba bien, poco le importó que yo me convirtiera en otro pasajero y continuó con su charla. Cuando estábamos por el piso 11 o 12 tuve la mala suerte que sonara mi celular y la señora o señorita me interrumpió diciendo “le ruego que corte porque en este lugar tan chico los dos no podemos hablar al mismo tiempo” y continuó con su conversación que se prolongó una vez llegados a la Planta baja.  Confieso que es la primera vez que me pasó algo así y no puedo negar que quedé sorprendido pese a mis años, que tengo mucha calle, que empecé a trabajar desde muy chico y que supe hacer de las mías…

Mientras caminaba hacia la parada del “194” en la Avenida Pueyrredon al 900, frente al Santander Rio, un servicio de buses con aire acondicionado en el que solo viajan pasajeros sentados no podía dejar de pensar en ese reto que sufrí en el ascensor.Les cuento de paso que si bien en el “194” demoro casi una hora en llegar a mi casa en Belgrano, he sacrificado tiempo por calidad y así fue como dejé de viajar en el metro, en la Línea “D” que va desde Catedral en Plaza de Mayo a Congreso de Tucumán, Cabildo al 2500. Viajar en ese medio en horas pico es un castigo inhumano además que el funcionamiento de los servicios de metro es en general muy deficiente. 

Me cuesta entender que Metrovías, la empresa concesionaria del servicio, a esta altura del siglo XXI tenga tantas dificultades para hacer funcionar una línea de metro de modo normal, cuando estamos a solo 19 años de llegar al planeta Marte, según leí en “Clarín”, el temible diario del monopolio.En Santiago de Chile, sin ir más lejos la frecuencia del metro en horas pico es de 58 segundos, lo mismo que en Paris o en Roma según  lo pude comprobar recientemente; acá en horas pico la frecuencia es de tres minutos veinte segundos más o menos en algunas líneas y en otras, ronda los cuatro minutos y medio.Aclaro me han dado mil explicaciones sobre la imposibilidad de aminorar el tiempo de las frecuencias, pero los otros, los que pueden hacerlo ¿serán de este mundo?

Subí al “194” en este caso las frecuencias son de un minuto, claro está a veces la densidad del tránsito las acorta o las alarga, pero el servicio es excelente.Se ve que no estaba en mi día. Me senté en uno de los pocos asientos libres, y también una señora treintañera estaba dale que dale con su “celu”, así me enteré que su jefe la había invitado a tomar un café “veremos quién pesca” dijo pícaramente a su amiga, que tenía dos hijos, que los cuidaba su madre, que estaba a punto de separarse, pero su pareja era una excelente persona, pero “ella pretendía otra cosa” (sic), que una amiga se tenía que hacer un aborto y le cobraban u$s tres mil, y muchas cosas más; les aclaro que esta buena persona estuvo hablando desde que subí en Pueyrredon al 900 hasta Cabildo al 1300, unos 40 minutos de viaje….
Pero no fue la única, dos o tres asientos mas adelante sonó otro celular y también otra señora estuvo hablando casi a los gritos durante unos diez minutos sobre los tremas mas intrascendentes que un humano pude imaginar, así me enteré que le tenía que operar un pie, seguramente sería un “juanete” o los dos, que el marido había estado internado “…porque no le encontraban nada…”, que el domingo se juntarían a almorzar canelones caseros, y que el hijo se había ido a trabajar a Colombia, donde fue trasladado por el banco y que  “ganaría muy bien”. Lo felicito pensé para mi…

Un señor atrás mío, también se puso a hablar y así me enteré que un jugador de San Lorenzo había sido agredido por un “barra brava”, que Grondona iría delegando su poder en la AFA en personas de su más intima confianza, los supuestos manejos políticos del futbol y que Julio De Vido sería el nuevo “Jefe de gabinete”, “…esto te lo digo de muy buena fuente” y para remarcar su primicia agregó “…de las entrañas del poder…”.

No puedo negar que no llegué a abrir mi IPad, que el viaje fue entretenido, pero a la vez me puse a pensar en la “levedad” que la Real Academia define en una de sus acepciones como “Inconstancia de ánimo y ligereza en las cosas” o también “cualidad de leve”.En el caso del ascensor y de mi compañera casual de viaje no puedo negar que me sorprendió en el primero el atrevimiento y en el otro la “levedad” de la intimidad” hablando delante de por lo menos 30 personas desde una eventual “aventura” hasta de un aborto, o de la señora a cuyo marido lo habían internado porque no tenía nada….o del Señor bien informado…

Creo que también había más personas hablando desde sus celulares pero lo hacían con más recato. Paradójicamente se me ocurrió que todas estas personas a las que hice mención vivían sumergidas en una absoluta soledad espiritual, que es lo que puede explicar su afán de difundir sus intimidades en el caso de mi “compañera” o en pasajero de atrás su intención no solo de difundir primicias a su interlocutor sino que también nosotros lo escucháramos, lo que se ponía de manifiesto en el tono de voz teñido de falsa suficiencia.

En general cuando estoy en un “ambiente público” no atiendo mi celular o si por el número presumo que debe ser un llamado importante trato de ser lo más escueto posible, hasta poder hablar desde un ámbito donde no moleste al prójimo.  

Estas pequeñas cosas que ocurren hoy día gracias a la telefonía celular y que ocurren en todas partes, recuerdo en el metro de Roma a una bella señorita relatando una experiencia sexual, lo que nos hizo poner colorados a Claudia y a mí, son demostrativas que pese a todos los adelantos que facilitan la comunicación cada vez estamos más aislados…y quizá se lo explique este descontento generalizado o su otra expresión dada por los “indignados” que no es más que la pretensión que los otros arreglen nuestras vidas….

No sé, se me ocurre que son temas sobre los que deberíamos pensar un poco más y sobre todo respetar al prójimo, porque en definitiva de eso se trata.

Portal de América

Escribir un comentario

Promovemos la comunicación responsable. No publicamos comentarios de usuarios anónimos ni aquellos que contengan términos soeces o descalificaciones a personas, empresas o servicios.