Paris
Domingo, 02 Octubre 2011

La idea era viajar desde Praha a Paris. Según nuestro GPS debíamos recorrer 1068 km, que nos debería llevar 10.45 horas, pero el instrumento no contempló varias obras que se estaban realizando en las autopistas alemanas que demoraban la circulación, por ese motivo no llegamos a Paris y resolvimos "hacer noche en Reims", ciudad distante 135 kilómetros de la capital francesa.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Paris

Aprovechamos para visitar su célebre catedral en la que en el año 1962 Alemania gobernada por Conrad Adenauer y Francia por Charles De Gaulle firmaron la amistad franco alemana que perdura a la fecha en un vínculo muy fuerte, difícil de imaginar luego no solo de las dos guerras del 14 y 39 sino de la añosa rivalidad franco-prusiana.

Más difícil resulta pensar que la Unión Europea en cierta manera nació en plena segunda guerra mundial, merced a las ideas políticas del propio Adenauer, De Gasperi en Italia y Schuman en Francia, jóvenes demócratas cristianos que ya pensaban en una nueva Europa y en  una verdadera  paz. Esa es la verdadera política en la que creo.

En esa histórica reunión de De Gaulle y Adenauer, el obispo de Reims dijo que es bueno cuando los amigos se estrechaban la mano, pero es mejor cuando entregan sus corazones.

El sábado seguimos viaje a Paris y si bien llegamos en poco más de una hora, la velocidad permitida es de 130 kilómetros por hora, nunca imaginamos la congestión de tránsito que nos esperaba, así que opté por entrar a Paris por cualquiera de las puertas y la casualidad quiso que fuera la Porte de Orleans, lo que nos permitió tomar la  Avenue Du Maine, luego la Avenue General Leclerc, el Boulevard Raspail y finalmente con ayuda del GPS llegamos a nuestro Hotel en el 19 de la Rue du Commandant Rene Mouchotte.

Les cuento como dato de interés que el peaje en Francia cuesta alrededor de € 0,10 por kilómetro; en Croacia estaba uno o dos centavos mas abajo.

Si alguna vez se les ocurriera ir a Europa del Este en un auto rentado en cualquier país de Europa occidental, les recuerdo que deberán hacerle saber a la empresa rentadora que irán hacia ese destino ya que les debe otorgar una autorización especial a los fines de la vigencia de los seguros. En algunos países sin esa autorización la policía no permite el ingreso del vehículo. Para ingresar a la República Checa es necesario adquirir una estampilla que se vende en las estaciones de servicio

y que cuesta €25,00 y se pega en el parabrisas. La omisión de comprar la estampilla está penalizada con una multa equivalente a € 40,00, que tuvimos que pagar ya que ignorábamos esa obligación y que la rentadora del vehículo no nos advirtió.

Este detalle que tiene un costo importante en un viaje de turismo muestra las falencias que aun imperan en el sector y que los supuestos especialistas en turismo ignoran.

La nafta tiene un costo, diría uniforme en toda Europa de € 1,70 el litro, pero debemos tener en cuenta especialmente los argentinos, que el transporte es caro, sea el ferrocarril o el avión. El auto es lo mas económico y tiene una ventaja para mí insuperable, uno maneja sus horarios y los destinos a su entero gusto.

Paris nos sorprendió por la cantidad de gente y por lo intenso del tránsito, no les cuento lo difícil que resultaba caminar por Saint Honore o por la Rue Rivoli, esa de Mademoiselle de Paris que cantó Jacquelin Francoise y de la que aún existen grabaciones que de tanto en tanto se pueden escuchar por radio.

Antes vinimos por la Rue de Rennes, cruzamos el Sena, dejando la rive gauche y nos topamos con los jardines de las Tullerias, escuchamos a unos guías de turismo decir que Tullerias es una deformación de las tejerías, por una fábrica de tejas que existió siglos atrás, en esa zona  en la que Catalina de Medici había mandado construir un castillo que se llamaría de las tullerias. Esto lo cuento como lo escuchamos casi de contrabando. El castillo fue finalmente destruido en los primeros años del siglo XIX.

Por la Avenue de L'opera llegamos a la Opera, El Café de la Paíx nos sirvió para un cálido y costoso descanso.

Eran las seis de la tarde cuando aparecimos por L'Avenue des Champs Elysées y ver a la distancia el Arc de Triomphe y L'Etoile nos causó esa emoción, propia de una primera vez.

A las ocho de la noche estábamos de regreso en nuestro hotel con las ultimas fuerzas. Habíamos estado caminando durante casi siete horas que para Paris es apenas un segundo.

El domingo fuimos a la "Defense" que es un distrito comercial situado al oeste de Paris que según comentan genera tanto dinero como el país, ubicado en el puesto 40 de un supuesto ranking decreciente. La Defense no está ubicada en el propio distrito de Paris sino en el de Hauts de Seine, pero para uno está en París.

No pudimos subir al Grande Arche porque según nos comentaron en un bar cercano, una típica "brasserie", la empresa que operaba los ascensores externos quebró hace cinco meses, desde entonces ese paseo turístico no existe mas.

A la Defense el modo mas fácil de llegar es el metro, resulta incómodo ir con auto o con otro medio de transporte. A propósito el metro en Paris cuesta € 1,70 .por viaje pero se puede comprar un billete que sirve para todo el día, para utilizar en las zonas 1 y 2 de Paris que cuesta € 6,40 por persona, otro que cuesta € 8,30 sirve ademas para el tranvía, hay cinco líneas y el bus.

La Defense vale la pena ser conocida por lo novedoso de su construcción que convierte al distrito en una suerte de museo viviente de la modernidad.

No vengo a hacer ningún descubrimiento si pondero el sistema de transportes de París,  el del metro es excepcional por los servicios que le presta al usuario desde la facilidad de las indicaciones para usar las 14 líneas combinando unas con otras hasta el anuncio de la demora en que arribará el próximo tren. Sin embargo encontramos una falla que nos sorprendió, en general el personal del  metro no habla inglés ni español, sólo francés.

Después de la Defense fuimos a Montmartre ubicada en el XVIII distrito de París, llegamos a la famosa Place Pigalle, a la que Maurice Chevalier le dedicara uno de sus temas más conocidos, obviamente como buenos "turistas" llegamos al Moulin Rouge construido en 1889 y que se hiciere famoso por las pinturas de Henri de Toulouse Lautrec cuya historia llevó al cine el famoso actor José Ferrer, allá por la década del 60.

No pudo faltar la foto en su frente como en algunos de los llamados "clubes privados" que ofrecen todo tipo de espectáculo relacionado con el sexo.

Luego ascendimos por el funicular a la colina de más de cien metros  donde se construyó la basílica Du Sacre Coeur en homenaje a los franceses muertos en la guerra franco prusiana comenzada en julio de 1870 y terminó con la victoria alemana y la disolución del Segundo Imperio Francés. La basílica se terminó de construir en 1914 y fue consagrada luego de finalizada la primera guerra mundial.

Finalizamos nuestra estadía en Paris en la Tour Eiffel con sus 330 metros de altura en tres niveles que se construyó entre 1887 y 1889, para la Exposición universal de 1889 y que nunca se pensó que quedaría como un símbolo de París.

Nos llamó la atención que en el sistema de transportes la venta de billetes es por medio de máquinas, salvo en alguna estación que hay boleterías como las que nosotros conocemos.

Hace poco tiempo en Argentina la empresa Metrovías intentó automatizar la venta de billetes para el metro y sin embargo la oposición gremial impidió concretar el objetivo para evitar que se suprimieran fuentes de trabajo.

Es obvio que esa negativa gremial lejos está de lo que Ortega llamaba "la altura del tiempo" pero es demostrativa de la falla de nuestros sistemas educativos que aun hoy hacen necesarios la existencia de "boleteros" una tarea que en términos de modernidad es degradante. Hoy la gente es necesaria para otras funciones y para ello hay que estar debidamente capacitado y esa necesaria capacitación, hoy ausente, la debe dar la escuela.

En mi opinión hoy ese tipo de empleos es un modo de disimular el desempleo, diría que ese tipo de tareas, es el fiel reflejo de nuestro frágil sistema cultural.

No pongo en tela de juicio la dignidad del trabajador, si pongo en tela de juicio la calidad de ese trabajo.

Europa y el mundo tienen sus grave problemas, pero uno advierte que en esta parte del mapa, me refiero a Argentina, estamos lejos de todo y me pregunto: ¿cuales son nuestras reales aspiraciones? y pienso que nos conformamos con muy poco.

Son las siete y media de la noche, estoy viendo a París desde el piso 21 de mi hotel, mientras termino de escribir esta nueva página de este diario de viaje, no lo puedo negar, con Claudia sentimos nostalgias, porque tenemos que seguir viaje y ya pensar en el regreso a Buenos Aires, con mas fuerzas para poder contribuir a pensar un país a la "altura de los tiempos".

No será una tarea sencilla, pero no por ello menos apasionante....

Hasta luego París...!!!!

Portal de América

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