Once meses en Aerolíneas Argentinas, parte 2, la llegada y los primeros quince días
Miércoles, 27 Octubre 2021 09:39

Once meses en Aerolíneas Argentinas, parte 2, la llegada y los primeros quince días

En verdad mi primer día fue cuando asumió Horacio Domingorena la presidencia de la empresa. Me fueron presentadas mis secretarias, Blanca, Nidia Aguilar a quien ya conocía desde su paso por Austral y Graciela, de las tres guardo un inmejorable recuerdo. Tuve una breve reunión con Rodriguez, el administrador general que había renunciado, que se puso a entera disposición, y fui informado de la situación de la empresa. Había dinero para pagar los sueldos y aguinaldos, una ocupación de más del 80% para los vuelos desde la fecha hasta casi mitad de enero, y mi tarea consistía en la de armar un equipo de trabajo y pensar en el futuro.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @007Rizzi

Antes debo decir que el Directorio, salvo un integrante cuya designación se reservó para el Doctor Raul Alfonsín, fue designado por el Ministro del área, el ingeniero Roque Carranza. Jose Chalen y Luis Perez eran originarios de Aerolíneas Argentinas, conocía a los dos, el ingeniero Mogni que representaba al ingeniero Batalla, el Secretario de Transporte, y Perez Amiama que provenían de la Dirección Nacional de Transporte Aéreo. Al día siguiente de la asunción de Domingorena, el Secretario de la Presidencia de la Nación, German Lopez, nos notificó que el arquitecto Moran, piloto civil, sería el quinto director.

En una reunión reservada que tuvimos con el Ministro Carranza y Aldo Depetris, el día anterior a la asunción de la presidencia por parte de Domingorena, nos hicieron saber que ese directorio podía modificarse a propuesta nuestra, salvo los casos de Mogni, Perez Amiama y finalmente Moran. Tomé la palabra y dije que teníamos que trabajar con la gente ya designada.

Retomando mi relato, ya tenía pensado en designar a Ernesto Ziedlockzec, nunca aprendí a escribir su apellido, como gerente comercial, en ese momento estaba en Rio de Janeiro como gerente de esa sucursal y viajé hasta allí por unas horas, para notificarle la designación y convencerlo para que regrese a Buenos Aires. Yo lo conocía desde hacía años por su trabajo en Austral, fue Gerente comercial durante varios años, pero él no me conocía a mí. La designación lo sorprendió y a los pocos días asumía su nueva función en Buenos Aires.

No fue una tarea fácil, Jose Chalen y Luis Perez tenían apalabrados a dos personas, para el cargo y Mogni y Perez Amiama, por lo bajo, me reprochaban no haberlos consultado, asi me lo hicieron saber en un almuerzo que tuvimos antes de fin de año en la propia empresa.

La otra designación fue el gerente administrativo financiero, el doctor Carlos Rivas, que cumplía una función similar en Bridas. Rivas fue la única persona que trajimos de afuera de Aerolíneas Argentinas. En esa función tanto Domingorena como yo queríamos tener una persona de nuestra absoluta confianza, siguiendo además un consejo del Ministro Carranza. En esa gerencia había personas de excelente nivel como el “gordo” Prado y el doctor Giménez, que fueron excelentes colaboradores de Rivas.

Finalmente, Hilario Valinotti, ex presidente de APLA, fue designado Gerente de Operaciones, Santiago Pizarro, fue ascendido a Subgerente de Legales y Ricardo Alvarez quedó a cargo del personal de cabina y atención al pasajero, pero con un cargo de Subgerente.

La relación colectiva entre pilotos y personal de cabina siempre fue conflictiva, y recuerdo que una vez un director de Air France me comentó con ironía, “Yo seré el tipo más feliz de la tierra cuando pueda tener una empresa de aviación sin tripulantes”.

Luego, a la mañana del día siguiente, me avoqué al tema Austral, no podía ser posible que estas dos empresas del estado compitieran entre sí. Llamé a la bellísima Silvia Corsaletti a quien conocía desde hace años y sabía que era secretaria del Presidente, y le dije que le anunciara que iba para allí a reunirme con él, aún el nuevo gobierno no había hecho las nuevas designaciones.

Asi fue que ese mismo día, a eso de las 13:00 horas, me reuní con quien era Presidente, un tal Bontá y Horacio Preneste, gerente comercial. En sólo una hora acordamos que a partir del plazo de una semana en la ruta Buenos Aires-Mar del Plata se podía viajar de modo indistinto con billetes de cualquiera de las dos empresas, y ordenamos los horarios. Tarea similar hicimos en los días siguientes con el resto de las rutas. Si mal no recuerdo, para mitad de enero las dos empresas se complementaban. Mantuvimos algunas diferencias, por ejemplo, en vuelos de menos de 70 minutos decidí suprimir los servicios de a bordo, que Austral con sus nuevas autoridades, decidió mantener. A Bontá lo sucedió Mauricio Jaras, un hombre del ambiente del turismo que residía en Bahía Blanca. Nos entendimos enseguida y no recuerdo haber tenido diferencia alguna en cuanto a la línea que debían seguir Austral y Aerolíneas Argentinas.

Conocía el paño sindical, en ese momento el personal de la empresa estaba representado, por la Asociación del Personal Aeronáutico, gremio comandado por Hector Basteiro, con quien luego me reuniría regularmente una vez por semana, la Asociación Argentina de Aeronavegantes que dirigía Mariano Belgrano a quien conocía desde antes, como a Jesper, ex secretario general de ese gremio que aún tenía influencias y un tercero cuyo apellido también tengo olvidado, pero lo recuerdo como una buena persona. Conocía a los abogados de eso dos gremios, Alberto Bahamonde y Jorge, no recuerdo su apellido, los dos excelentes profesionales. Otro gremio era la Asociación de Personal Técnico, APTA, cuyo secretario general era un duro, pero persona de bien, la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, en la que yo fui asesor legal durante diez años, hasta 1979; UPSA que agrupaba al personal de dirección y ATVLA, Asociación de Técnicos de Vuelo de Líneas Aéreas, gremio del que había tramitado su inscripción y obtención de personería gremial.

El sindicalismo aeronáutico ya estaba mal calificado y se decía que eran los dueños de la empresa, pero también debemos decir, yo lo viví desde APLA y luego desde ATVLA, que también las sucesivas autoridades de la empresa se recostaban en unos y otros según sus conveniencias y acordaban beneficios que luego había que generalizar.

Austral, por ejemplo, trataba con los mismos gremios y siempre supo mantener una lógica y necesaria distancia que los propios gremios respetaban. Paradojalmente y puedo dar fe por mi actuación profesional, era mucho mas fácil y directo el trato con los directivos de Austral que con los de Aerolíneas Argentinas.

Eso no quitaba que hubiera conflictos, recuerdo que en Austral apareció en un momento, un gerente del área de relaciones industriales que logró en poco tiempo que todos los gremios se enfrenten con la empresa. Esa persona duró unos pocos meses y luego aparecieron Carlos Mongiardino y Luis Barry, con los cuales la relación empresa-gremios se normalizó en funciones de gerencia y subgerencia.

Estas dos personas, ocupaban los mismos cargos ahora en Aerolíneas Argentinas y sobre ellos delegué mi absoluta confianza en su gestión.
En esos días tuve tres problemas, que gracias a Dios terminaron bien, caso contrario jamás hubiera llegado a asumir formalmente la función.

Germán Lopez, Secretario General de la Presidencia de la Nación, nos envió una orden para que procediéramos a despedir a 29 personas por su “vinculación con el proceso”, o la dictadura, diríamos ahora.

Le hice saber a Domingorena que no ejecutoria la orden ciegamente, y que vería de que se trataba. En esa lista había tres apellidos que, siguiendo simpatías personales, me hubieran dado pie para despedirlos, justificando la decisión en “la orden de arriba”. Lo cierto es que no había motivo o causa objetiva para efectivizar esos despidos, más aún a una persona de esa lista de apellido Green, lo consideré como una de las personas de mi confianza. A las 48 horas le hice saber al señor Germán Lopez, que no habría despidos. Pasaron pocos minutos y se comunicó conmigo, en un tono muy enérgico y le respondí que con su criterio y para ser justos, tenía que despedir a los diez mil empleados de la empresa, “si usted me consigue los reemplazantes, procederé de inmediato”. Nunca más se tocó el tema. Sé que había sumado un punto o más en contra.

Un segundo tema, fue la orden para encontrar irregularidades en la gestión anterior del doctor Juan Carlos Pellegrini, y se enfocaba en un hangar que se habría construido, no recuerdo si en Aeroparque o Ezeiza, que era inadecuando para la función de mantenimiento de los aeroplanos. Logré desarmarlo en poco tiempo, con el argumento que el futuro está por delante, no por atrás. El tema quedó en el olvido.

El tercero fue un episodio que ya he contado con el Ministro Bernardo Grispun, que me solicitó pasajes gratuitos para su mujer y su cuñada para viajar a Nueva York, y se los negué. Domingorena me reprochó la negativa, pero para su sorpresa, Grispun, llamó al poco tiempo, me pidió disculpas y pago los billetes, con el descuento que le hice por venta directa.

Asi fue el comienzo de mi gestión en la primera semana.

Portal de América

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