por Luis Alejandro Rizzi, desde Catamarca, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. @007Rizzi
Llegamos desde Guandacol justo diez minutos antes de que iniciara su recorrido uno de los camiones de la flota que se usan para recorrer el parque y que tenía dos plazas disponibles, los restantes estaban completos. Obviamente no reservamos y asi hicimos el viaje separados, Claudia en la penúltima fila y yo en la segunda entre tres turistas coreanos, que portaban un arsenal de equipos de fotografía, yo con sólo mi teléfono celular, me sentí muy mal…
La excursión tiene cuatro paradas y en el viaje que nos tocó en suerte en la primera pudimos ver unos petroglifos, una expresión de arte rupestre, como antes habíamos visto en las cercanías de El Calafate, en un viaje que hicimos en febrero pasado. Algunos, era difícil visualizarlos, tampoco han podido ser descifrados y su significado queda librado a la imaginación de los visitantes. Su antigüedad se estima en 2500 años.
En Guandacol nos enteramos que fue recién descubierta hace menos de cinco años otras muestras de arte rupestre que aún no tienen la debida protección, y si bien se trata de mantener ese descubrimiento en secreto, nosotros lo revelamos para que las autoridades tomen las medidas de preservación necesarias.
En otra de las paradas pudimos ver diferentes formaciones que por el efecto de la erosión climática y de los movimientos sísmicos ocurridos hace miles de años, han tomado diversas formas de las que se derivan sus nombres, por ejemplo “la catedral”, “la torre”, “el monje”, "la tortuga" o "el guerrero".
Por cierto, lo más impactante son los dos cañones con formaciones rocosas de hasta cien metros de altura y un intenso color rojizo. Primero recorrimos el que se llama “Cañón de Talampaya” y luego el llamado “Cañón del Shimpa”, que esconde una leyenda o historia, es difícil trazar un límite, del cura “Shimpa” así llamado por una larga trenza que le llegaba a su cintura.
Este cura era un defensor de los pobres y habría desarrollado un tipo de explotación agrícola muy “exitosa”, no tanto como lo fue Cristina en el ejercicio de su profesión de abogada, según ella misma lo ha contado, pero al cura Shimpa, su éxito le generó la enemistad de los terratenientes que se declararon dueños de esas tierras, de las que fue despojado y perseguido por las fuerzas policiales o mejor dicho mercenarias de la oligarquía de la época. Finalmente, Shimpa fue cercado en una colina del cañón y se arrojó en un sitio que quedó bautizado como “la caída” y le dio nombre a este brazo del rio Talampaya.
El Talampaya es un rio que sólo tiene caudal de agua en las épocas de deshielo, por ese motivo su recorrido por los dos cauces sólo se puede hace entre abril o mayo y fines de noviembre.
Realmente se trata de una maravilla de la naturaleza.
Otra maravilla es la cuesta de Miranda, son más o menos unos 15 km de sinuoso recorrido y un perfecto asfalto en medio de paisajes rocosos de variados colores, según dicen, como lo refleje el sol, cuya belleza soy incapaz de describir. Se trata de un tramo de la mítica Ruta 40 que conforma un paso entre la Sierra de Sañogasta y la Sierra de Famatina, siguiendo el viejísimo Camino del Inca, entre Chilecito y Villa Unión en la provincia de La Rioja.
Otro paisaje imponente de provincia que reitero la convierte en un destino sorprendente y desconocido para la mayoría de la gente.
Lamentablemente todo no se puede y nos quedó Laguna Brava para un próximo viaje.
Luego de Talampaya, nuestro “León”, nuestro Peugeot que alcanzó los 68000 Km de vida nos trajo a Catamarca, otro destino de “baja denominación”, veremos qué nos depara, aunque nuestro tiempo y nuestro dinero tienen un límite.
Cuando había programado este viaje, mucha gente me decía ¿y para qué vas a la Rioja?. Pues bien, he viajado para ampliar el menú turístico del argentino medio, además un destino económicamente muy accesible.
Una aclaración, un lector de mi nota anterior me aclaró que el coronel Felipe Varela fue ascendido post morten a General en el año 2001, es decir hace menos de 20 años.
Nuestro agradecimiento a Oscar Tejada que en Guandacol, en un encuentro casual, nos entrevistó para la FM Pasión 92.3.
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