La cosa es ¿desde el turismo…?
Miércoles, 14 Abril 2021 17:49

La cosa es ¿desde el turismo…?

Los llamados “micros de turismo” en verdad son los afectados a servicios no regulares, ocupaban desde el pasado lunes 12 parte de la Avenida 9 de julio, la más ancha del mundo, un poco de épica nunca está de más, reclamando una entrevista con el Ministro del área (¿? ¿?) para que “los dejen trabajar…”, al final se llegó a un acuerdo, crearon una comisión…

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (¿Estamos en una sima embadurnados con la peste, falta de vacunas, pobreza, desempleo, sin moneda, sin acceso al crédito y a punto de defoltear al FMI y al Club de París, dicho de otro modo, no tenemos recursos para financiar una nueva eventual rígida cuarentena, aunque fuera por unos pocos días, además la gente lo creería y respetaría…?)

Venia caminando por la Avenida San Juan para tomar el metro cuando me encontré con este “piquete” organizado por los propietarios de micros de servicios turísticos que reclamaban por la prohibición para hacer ese tipo de viajes grupales.

El más cercano estaba con su puerta de acceso abierta, me subí y me presenté como periodista del PDA. Fue suficiente para que una persona que estaba con el chofer comenzara con su discurso “Ve, don, no nos dejan trabajar, no se pueden hacer viajes de grupos de estudiantes, no se puede llevar y traer gente para que haga compras, tenía contratados unos pocos viajes a precio vil, si no bajamos los precios no trabajamos, acotó, y ahora tengo que devolver la guita que ya no tengo que gasté para el combustible, sueldos y mantenimiento…ni siquiera vivimos al día…”

¿Que esperan?, pregunté.

Que nos reciban y nos solucionen, necesitamos subsidios asi como le dan a Aerolíneas Argentinas, necesitamos planes…

Seguí mi camino y media hora después estaba en mi casa y comencé a escribir esta nota.

Primero intenté poner un poco de orden en mis ideas.

La “peste” afectó no sólo a varios segmentos de la economía, también afectó conductas sociales, a países y regiones de países.

Ocurre que casi todos los países tenían medios para enfrentar a la “peste” y las medidas preventivas aconsejadas por especialistas.

Además, en el caso de la Unión Europea se contó con ayudas comunitarias, muchas a “fondo perdido” y otras con la modalidad de créditos blandos, que quizás una parte también se conviertan en simples subsidios.

En esos países se pudo contar con ayudas para la economía que igualmente, como las afectadas al turismo, se consideraron insuficientes, como por ejemplo en el caso de España, cuyo costo presupuestario fue de siete mil millones de euros. Recordemos que Alemania, volcó € 50 mil millones, Francia € 20,4 millones, Italia € 11 mil.

En la Argentina nos encontramos con un estado sin recursos, inflación, escasez de divisas, índices sociales muy alarmantes y alta desocupación que se potenciará con la presencia de esta nueva ola, que fue causa para que el gobierno dispusiera medidas restrictivas, algunas de las cuales volvieron a impactar en el negocio del turismo, como la prohibición de viajes grupales, incluyendo los de egresados. Las limitaciones horarias para otros servicios desalientan las ganas de viajar.

Lo cierto es que toda la actividad económica esta resentida y en real estado de emergencia, pero también es cierto que todos le piden ayuda a un estado insolvente. Es como si la gente le pidiera limosnas a los mendigos, que es lo que esta pasando con el turismo.

Es aquí donde pienso que viene un craso error, en este punto me refiero al sector del turismo.

La “peste” nos ha causado verdaderos estragos, potenciados por la impericia del gobierno que refugió su falta de idoneidad mediante la imposición de una cuarentena que abarcó practicante dos tercios del año, que hizo caer el PBI 9,9% con relación a 2019; ya habíamos caído 2% 2019 contra 2028 y este respecto a 2017. En números redondos desde 2017 a 2020 el PBI cayó un 15%.

Como sabemos, estamos una vez más en virtual “default” con el FMI y con el Club de París, con un déficit fiscal que rondará con un piso del 4% del PBI, sin crédito y con mínima inversión. Peor, muchas empresas se están retirado de la Argentina, lo que constituye un modo de “desinvertir”.

En nuestra normalidad, lo normal es pedirle al estado o gobiernos el respectivo auxilio, o bien haciéndose cargo de quiebras decretadas o de empresas concursadas, como lo autorizaba la ley 18832 obviamente adelantando los fondos respectivos que jamás serian recuperados. Otro caso de “fondos hundidos”.

Como vemos, pese a la “peste” continua la “normalidad” de pedirle al estado.

Esto explica de alguna manera no sólo la debilidad económica de la Argentina, sino que es una de las causas de los crónicos déficit fiscales y de la inflación empedernida que nos asola desde 1945, y de nuestro también crónico endeudamiento.

En muchos años de nuestra historia convivimos con esa falacia del pleno empleo, cuando en verdad el estado actuaba como un seguro de desempleo, sea de modo directo o indirecto por medio de las empresas del estado, muchas de ellas de origen privado, transferidas al estado, como fue en 1980 el caso de Austral Líneas Aéreas que llevó a otra paradoja, competía con Aerolíneas Argentinas siendo las dos del mismo dueño.

Cuando en 1983 llegué a Aerolíneas Argentinas, mi primer objetivo y logrado de inmediato fue trabajar de modo sincronizado, y recuerdo que en 48 horas logramos que en una ruta que fue Aeroparque-Mar del Plata se pudieran usar de modo indistinto los billetes de ambas empresas, beneficio que luego se extendió a todas las rutas comunes.

Como vemos no es “anormal” que el turismo pida apoyo al estado o al gobierno, en el fondo es lo mismo. Lo que pasa es que el estado poco o nada puede hacer.

Pero, aunque el estado pudiera ayudar, nuestro mercado del turismo tanto local como internacional se achicó de modo sustancial, y más que por la peste tiene que ver con el empobrecimiento de la Argentina en los últimos años.

En ese lapso prosperaba el turismo emisivo o de importación, el que gasta dólares en el exterior, que era aprovechado por el malabarismo cambiario, peso sobrevaluado, tanto por las clases altas como parte de la clase media que tenía el mundo a su alcance.

Esta situación generó un segmento artificial de prestadores de servicios turísticos, sin una base sólida en la economía. Se trataba de montar negocios sobre un flujo de dinero ficticio consecuencia del retraso cambiario, que alentaba la importación en perjuicio de la exportación. Era barato salir y caro ingresar o venir.

Diría en líneas generales que la mayoría de los prestadores de servicios turísticos o de la oferta en el mercado se han podido crear y desarrollar montados sobre un gasto que resultaba grotescamente irreal, financiado con endeudamiento en el exterior.

El estado debe ser muy meticuloso en esta materia de “ayudar”, no todos deben ser ayudados, más bien diría que muy pocos podrían encuadrar en un programa de asistencia racional y viable.

Muchos llegaron a la actividad siguiendo una suerte de moda y va de suyo que aún sin pandemia, muchos de los que piden ayuda y emergencias invocando la “peste”, habrían quedado en el camino en lo que llamamos vieja normalidad.

A propósito, como decía Heráclito de Éfeso, nunca nos bañamos en el mismo rio, nunca vivimos la misma normalidad, lo normal de la normalidad es su permanente evolución.

No hay ni viejas ni nueva normalidad, esos son sofismas de moda.

Ninguna “ayuda” debe pensarse desde la actividad que la pide, más bien el estado y los gobiernos se deben ocupar por un tiempo del desempleo que se ha generado, pero eso ya es otro tema.

El capital tiene su propio riesgo que debe ser asumido por sus dueños, en las buenas y en las malas.

No conozco estado que garantice su inmunidad ante las pérdidas.

Hemos visto en una nota anterior en este PDA la pirámide de Maslow, y el turismo aparece recién en el tercer nivel, al que ahora no será fácil llegar.

Los pronósticos se deberán hacer muy segmentadamente, más allá de la peste y las vacunas, nadie piensa en cómo quedará la gente. Este será tema de nuestra próxima nota.

Portal de América

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