por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (quiso el gobierno que un proyecto de ley que despenaliza el aborto se trate durante la Navidad y la espera del nuevo año, diría en un lapso que una gran mayoría, mas allá de sus creencias, le siente valor a la esperanza. El aborto es su verdugo)
Puede parecer un oxímoron hablar de una “alegría triste” y sin embargo no lo es.
Esta celebración de la Navidad, una fiesta para la esperanza, para muchos la alegría por un nacimiento, llega en un momento de “desesperanza”, de incredulidad y quizás de desorientación, las justificadas preocupaciones del presente, tiñen a esa alegría con un tono de melancolía.
Saben nuestros lectores que esta cuestión de la “peste” no me cierra, y menos el modo y la forma en la que es tratado por la prensa mundial. Se dan cifras que más o menos dicen que hay 80 millones de contagios y casi dos millones de fallecidos, pero no se dice contra qué las comparamos, para precisar si la gravedad es tal como se la presenta.
Si comparamos los contagios con la población mundial, alrededor de 8 mil millones, es insignificante, y más insignificante la cantidad de fallecidos que parecería que se mantiene dentro del promedio diario de muertes que está en alrededor de 158.000 personas, en la Argentina el promedio diario oscilaría en torno a 960.
Al margen, Occidente ha sido la víctima principal de esta “peste”, se frenó su economía, se destruyeron fuentes de generación de riqueza y de trabajo, se dificultó el año lectivo y en Argentina lisa y llanamente, se perdió salvo algunas excepciones. La gente fue asustada y sabemos que el miedo paraliza.
En Argentina, el tratamiento político de la “peste” fue deplorable y se llegó a decir que menos mal que solo murieron 40 mil personas debido a esto. Presidente Alberto Fernández, esa apreciación es la mejor medida de su real calificación como persona y quizás también del momento que nos toca vivir.
La “peste” nos desnudó en nuestras miserias y afectó nuestro sentido de la esperanza, muchas personas pasarán estas celebraciones de Navidad y Año Nuevo, que siempre son causa de encuentros y alegrías, esta vez en encuentros virtuales y las alegrías conllevarán un tono de tristeza, porque sentimos que nuestras creencias y valores son tan frágiles como lo es la vida.
Sin embargo y saliendo de la rutina diaria, creo que será bueno para nuestra salud del alma y del espíritu este encuentro entre la alegría y la melancolía que estará presente en esta Navidad, aquí en Argentina, en la que muchos le rogarán a no se quien por el aborto y otros muchos por la vida.
Tabaré Vazquez, el ex presidente uruguayo, desde su oficio y convicción de médico vetó el “aborto”, y en la Argentina un ministro de salud lo trató de “fenómeno”, como si se tratara de una constipación o incontinencia.
La sombra de ese proyecto de ley nos tenderá su manto de tristeza y en nuestra alegría confiamos en la vida.
Más allá de nuestra circunstancia específica, muchos de nosotros tenemos la sensación de que aquí en más las cosas serán diferentes, y como en aquella película de Woody Allen, “Match point”, no sabemos para qué lado apuntaremos o para qué lado picará la bola del destino.
Mis saludos para nuestros lectores y celebremos con alegría que hemos llegado y que estas fiestas sean la causa de más que un renacimiento, de una confirmación en nuestras mejores creencias.
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