por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (ciudad donde hoy se dice una cosa y mañana otra, todo con total naturalidad y convicción…)
A veces a uno lo sorprende la superficialidad de algunas opiniones en estos temas del transporte aéreo y el turismo, y más nos sorprende cuando provienen de funcionarios que debemos suponer tienen un mínimo de idoneidad y experiencia en la materia.
“…Las pruebas sistemáticas de los viajeros son la solución más inmediata que tenemos para comenzar a reconstruir la conectividad que hemos perdido. La tecnología existe. Y las directrices para su correcta aplicación están listas. Ahora solo queda ponerla en marcha antes de que el daño al transporte aéreo mundial se vuelva irreparable” dijo Sebastian Mikosz, vicepresidente sénior de Relaciones Externas y con los Miembros de IATA.
Se sigue insistiendo en lo que suma el transporte aéreo al PBI mundial y que 46 millones de empleos están en riesgo de desaparecer, para concluir afirmando que “La recuperación de la economía global tras la pandemia se verá seriamente comprometida sin el soporte vital de una red de transporte aéreo funcionando a pleno rendimiento”.
Sabemos que el tema del huevo y la gallina es complicado, pero en la actualidad sabemos que es la gallina la que pone los huevos en la canasta, sin gallinas no habría huevos ni gallos ni gallinas.
Con esto quiero decir que en la realidad es la recuperación económica la que demandará conectividad como lo muestra Shanghai, que comparando setiembre de este año con el mismo mes del año pasado, haya desplazado a Londres del primer al octavo lugar, detrás de cinco ciudades chinas.
Esto significa que la mayor actividad económica exigió más servicios de transporte aéreo, y en los que la actividad económica bajó, obviamente disminuyó la necesidad de conectividad.
Si se cree que la conectividad es causa del repunte económico, la gallina del ejemplo, tendremos más quiebras de líneas aéreas y muchos menos huevos…
Creo que nadie duda que hubo un exceso de oferta de transporte aéreo que no es más que un exceso de conectividad, en la Argentina podríamos decir que hubo inflación de transporte aéreo que se tradujo en crecimiento de la oferta, en una demanda no sustentable y en una consecuente baja del precio de los billetes.
El exceso de oferta le hizo perder al billete valor dinerario y a la vez generó un exceso de dinero debido también al exceso de demanda.
Esto es lo que llamaría la realidad del “Low Cost”. La cosa pasa por saber administrar ese flujo de dinero, y sobre todo no exceder los límites muy específicos del negocio.
Vuelos de no más de tres horas de modo que no sean necesarias las famosas postas de los tripulantes, sustentar sus salarios en lo que llamamos “horas flex”, y el establecimiento de los “propios medios” para trasladarse hacia y desde los aeropuertos. La tercerización de los servicios en los aeropuertos a la vez de aplicar la mayor automatización posible lo que disminuye el costo de comercialización. El uso de aviones preferentemente de una misma fábrica bajo el sistema de leasing operativo que incluye el mantenimiento, con lo cual se alivia un rubro importante de sus costos.
Obviamente el “fundamentals” de ese tipo de negocio es la estabilidad monetaria y un sistema legal flexible. En nuestro país no sería posible este tipo de gerenciamiento, no solo por la carencia de moneda sino además por las rigideces laborales cuyos costos hoy día no son soportables.
Para concluir, la “conectividad” es efecto, no es causa, y nos guste o no, el transporte aéreo deberá dedicarse a estudiar la cuestión de la oferta, del exceso de oferta…y tener en cuenta que el “low cost” no es magia, es un negocio financiero, y quizás ese sea el futuro.
Portal de América