Viendo la realidad argentina desde el futuro
Domingo, 08 Noviembre 2020

Viendo la realidad argentina desde el futuro

La tarea de “consultor”, aunque me considero más que eso, “observador” de la realidad, nos obliga a escuchar quejas, reclamos y pedidos de ayuda, “no puede ser que el estado nos abandone”. Asimismo percibimos estados de ánimo negativos, cunde el pesimismo y la ingenua creencia de los tiempos difíciles, como si en la vida hubiera tiempos fáciles…

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (que se abre al turismo “exportador” (receptivo) porque hacen falta dólares, lo que suena cuando menos a “amoralidad”, pero justo el dólar en el que se fijan los turistas hoy está a solo un 90% del que paga el estado. La Argentina ya no está regalada, pero sigue siendo conveniente venir a comprar.)

Es difícil pensar en el futuro, diría más bien imposible, lo prueban todas las proyecciones que se hicieron sobre la evolución del transporte aéreo, la venta de aviones, la necesidad de pilotos y un crecimiento exponencial del turismo, que ponderadas hasta el día "antes de la peste” hoy se convirtieron en caídas que rondan el 80%, y efectos que nadie, en sus cabales, se anima a predecir, ya que no parece ser aplicable aquello de que “después de tanta lluvia, paró.”

Por eso desde hace un tiempo, para responder a las cuestiones que me plantean, intento ubicarme varios años adelante, intento mirar la realidad de hoy desde el futuro, actitud que por ahora llamo provisoriamente “desde el siglo XXII”

De ese modo logro establecer una perspectiva opuesta a la que es mirar nuestra realidad desde el pasado. Me refiero por ahora exclusivamente a la Argentina, sin advertir que desde después de la primera guerra, venimos “de fracaso en fracaso”. La historia en todo caso nos enseña negativamente, “lo que no debemos seguir haciendo”, y lo que necesitamos como terapia cultural es dejar de ser misoneístas y comenzar a pensar de otro modo y hacer cosas diferentes.

Timothy Garton Ash le decía a Alconada Mon en el diario La Nación con relación a lo que llamaría “post pandemia” “…Mi optimismo es muy cauteloso y escéptico. Suelo citar la famosa fórmula que dice "pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad". En verdad no creo que el intelecto como potencia cognoscitiva pueda ser optimista o pesimista, no tenemos parámetro para establecer esa diferencia, a lo sumo se podría ser escéptico, sí creo que se puede ser pesimista u optimista desde la voluntad.

Pues bien, desde este imaginario siglo XXII advierto pesimismo en la voluntad y escepticismo para con el intelecto, veo al pasado hasta el año 2020 como algo fatal, un sino ineludible.

Veo una sociedad pedigüeña del bienestar personal que solo cree en la gratuidad de todos los servicios públicos y a su vez critica los planes sociales hacia los segmentos más pobres que hoy, en mi opinión, sería el 65% de la población.

Juan Carlos de Pablo en una de sus entrevistas a economistas fallecidos nos recuerda a John Rees Harris, que considero válida no sólo para las ayudas al “pobrismo” sino también a todo subsidio dirigido a la oferta: “En el análisis que publicamos en 1970 nos concentramos en el trabajo, pero el esquema rige cualquiera sea la fuente de ingresos en los sectores urbanos. No hay que ser graduado en economía, o tener el cerebro lavado por lo que enseñan en Harvard, Estocolmo o Moscú, para advertir las consecuencias de que no trabajando y protestando se puedan conseguir mayores ingresos que trabajando y cuidando los recursos con la prolijidad que fuerza la pobreza. Agregaría que los subsidios a la oferta es un modo “perverso” de beneficiar cuando menos “menor trabajo o menor esfuerzo” que en definitiva desampara aún más a la indigencia y a la pobreza real.

Otra cosa que advierto desde mi balcón del siglo XXII es que en la Argentina no tenemos el sentido de la prioridad, a lo sumo como la mejor receta “populista” fabricamos "demandas populares” como dice Laclau, que son aquellas que movilizan a los “menos privilegiados” la “plebs”, y que si bien son significantes, jamás se podrán satisfacer, pero reitero, movilizan, que es el verdadero objetivo.

Este vicio en el que incurren todos los gobiernos cuando dicen que quieren acabar con todos los males, como si ello fuera posible, logran convocar, logran “votos” pero también siguen tallando la ruta del fracaso y arrastra y obligan a generalizar las “prioridades” que es el mejor modo de sepultarlas.

Esta es la causa de nuestro excesivo nivel de gasto, más del 42% del PBI, la permanente inflación, la eterna cuestión cambiaria, la imposibilidad de tener una moneda válida, y de nuestros sempiternos déficits fiscales.

Obvio que desde este balcón del futuro, cuando hablo de prioridades tampoco quiere decir que haya que hacer un orden lexicográfico de ellas, sino más bien un orden de “productividades”, algunas de efectos inmediatos y otras de efectos demorados en el tiempo.

La educación debe ser una prioridad irrenunciable que quizás obligue no solo a lograr la mayor cantidad posible de días, por ejemplo, del 15 de febrero al 15 de diciembre con jornadas completas, lo que sería el necesario elemento cuantitativo, pero no suficiente, ya que habría que pensar en una educación a la “altura del tiempo” dejando el pensamiento binario, esto sí, esto no. Se deberá fomentar el ejercicio del pensamiento y de la crítica y desterrar la cultura del epíteto.

También se deben priorizar actividades que faciliten el ingreso de dinero valioso y el turismo receptivo deberá ser facilitado, asi como no se deberá incentivar el “emisivo”, consecuencia de los tipos de cambios sobrevalorados. Podría ser legítimo durante un lapso imponer “recargos cambiarios para el turismo emisivo en un mercado genuinamente libre de tráfico de divisas".

Aerolíneas Argentinas debería lograr que el 75% de su capacidad en los vuelos internacionales de todo rango se comercialicen en el exterior, limitando la venta local a solo un máximo del 25% de la capacidad ofrecida.

Si no es capaz de lograr ese objetivo, no tiene sentido financiarla con impuestos, sería un pésimo gasto.

Quizás serío momento de abrir el cabotaje, si no se logra una adecuada conectividad con los medios disponibles, de ese modo el dinero destinado a subsidiar a Aerolíneas Argentinas se podría designar para financiar otras prioridades.

Otro vicio que se advierte es que el uso del tipo de cambio para lograr cierto nivel de paz social es otro sofisma.  Hoy en nuestro sistema económico, el empleo marginal se supone en un 40%. Es decir que el mal uso de la política cambiaria genera exclusión de una parte importante de la sociedad, solo “favorece” circunstancialmente a la economía y empleo formal.

Lo último, por hoy, debemos asumir que somos una sociedad pobre y lo que se ve desde el siglo XXII es que siguiendo así, en poco tiempo más terminaremos todos en la indigencia. Es suficiente con ver y  hacer muy pocos números.

Desde este balcón debemos generar nuevos modos de pensar, ir hacia una legislación de principios y dejar las particularidades o el extremo casuismo, cultivar la responsabilidad personal y la buena fe.

Lo que más se nota desde el futuro es que somos “orgullosamente” irresponsables.

Portal de América

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