por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (con la cuarentena centenaria, no se pudo, pero en la Argentina se está creando un mercado oficialista, una suerte de plan de ahorro electoral partidario)
Nunca creí que la cuarentena fuera un medio efectivo para evitar la difusión del covid-19, podría haber sido efectiva si se hubiera podido “cuarentenar” a los contagiados y quizás hasta cierto punto, porque como dice Mauro Guillen, también sería imposible descubrir a todos los contagiados.
Los efectos de las diferentes cuarentenas están a la vista, sirvieron para poco, el número de contagiados, recuperados y el nivel de letalidad se mantiene más o menos en niveles del 0,001/2% de la humanidad. Y no sabemos, no hay información, sobre el nivel de crecimiento de otro tipo de muertes o enfermedades causadas no sólo por el encierro consecuencia de las cuarentenas, sino por el miedo ocasionado en la gente de que los centros de salud, pueden ser también centros de contagios.
En lo inmediato no sabremos si la cuarentena, en especial la centenaria y media del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), salvaron vidas o potenció enfermedades y muertes por otras causas, pero lo que sí sabemos es que paralizó el funcionamiento de los países, traducido en las caídas registradas en los indicadores que miden la actividad y la riqueza generada.
Además en Argentina, acentuó esa tendencia. El economista Gerardo della Paolera decía al diario La Nacion sobre el momento que nos toca vivir: “Si quiero una satisfacción instantánea, soy pesimista. Este país tiene las condiciones, pero está cada vez peor. No es fácil manejar una democracia con 50% de pobres. Por eso pega el populismo, que considera al pueblo como un colectivo, que está hasta por encima de las instituciones. Lo último que hay que perder es el optimismo, pero hay que ponerse a trabajar.”
Lo primero que nos salta a la vista es que el modo en que se enfrentó al Covid-19 paralizó casi por completo el negocio del turismo y redujo radicalmente el número de pasajeros en el transporte aéreo, sin contar que en la Argentina está suspendido, tanto el local como el internacional, tanto de vuelos regulares como no regulares, salvo los que se autoricen especialmente.
En España, especialmente el “marketing” ideó diversas campañas para que la gente viaje a ese destino, pero se encontró con varios obstáculos que impidieron lograr el objetivo.
Algunos de tipo políticos, como las medidas que llamaría “paraarancelarias” que varios gobiernos impusieron a las personas que viajaran a España, por ejemplo cuarentenas al regresar al país de origen. Sin embargo, parecería que también impactó el “miedo generado por la posibilidad de los contagios, ante la ausencia de vacuna y de medidas preventivas eficaces”.
Los números comparativos con la cantidad de habitantes del mundo, son como dijimos muy bajos, por debajo del 0,001/2/3%, de donde las políticas se deberían haber dirigido a que la gente se adapte a la coexistencia con el virus y adopte las precauciones humanamente posibles.
Conozco casos de personas contagiados que respetaron las cuarentenas y que les es muy difícil encontrar la trazabilidad del contagio, y otras que no se han contagiado pese a que tenían libertad de circulación.
Pienso que el riesgo del contagio existe, pero como el que puede ocurrir con otras muchas enfermedades infectocontagiosas que el Covid-19 sacó de foco, debemos aceptar que vivir es un riesgo en sí mismo.
Como decía Mauro Guillen: “Cerrar una economía es muy fácil, es una cuestión técnica que se puede hacer en 24 horas. Ahora, volver a arrancarla es muy complicado. La economía es de tal complejidad e integración, con tantas interrelaciones y tantas variables que dependen de otras y que se mueven en tiempo real, que volver a echarla a andar es complicado.”
El turismo como el “negocio del ocio”, y el transporte aéreo, encontrarán un sinnúmero de dificultades para recuperar en algunos casos los altos niveles alcanzados de pernoctes y viajeros, logrados hasta el último verano.
Los países que intenten potenciar su turismo como el de muchos países latinoamericanos, encontrarán más dificultades por la distancia que nos separa del mundo “desarrollado”, lo que es un sinónimo de mayor gasto en tiempos que parecería que se volverán más austeros y ahorrativos.
No podemos tampoco ocultar los temores que generamos, por la mínima calidad de las decisiones que se vienen tomando al pretender asumir algunos gobiernos, el argentino en especial, que su misión es “salvar vidas” y los números mostrarían que todo va en aumento, siempre en relaciones comparativas muy bajas.
Se acuerdan el cuento del pescador. NO hay que regalar pescado, sino enseñar a pescar, y acá se trata de que cada uno nos sepamos cuidar.
El riesgo del contagio, está como tantos otros.
Es un signo de “adultez” asumirlo.
Portal de América