por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Tengo la esperanza que pasado este tiempo de Covid-19 sepamos realmente qué nos pasó en ese que pasará a ser “tiempo pasado”, o si se prefiere “historia”.
Hay una diferencia de tiempos, aunque parezca perogrullesco, ya que estoy seguro que las valoraciones serán diferentes. Veamos, para los que el Covid-19 resulte tiempo pasado estaremos felices de los que nos hemos salvado y tendremos un culpable concreto a quien atribuir los males que serán nuestro tiempo presente posterior.
Podríamos decir "estamos asi por el coronavirus”, y de ese modo quedaríamos bautizados de los errores de varias generaciones y varios gobiernos, algunos de ellos impresentables.
Para la Historia el cuento será distinto. Pobre gente, estaban no mal, sino peor, y les llegó el covid-19, con lo cual se cumpliría aquella profecía de que algún día se tocará fondo.
Para esta visión, por cierto ficticia, desde el futuro con criterio retrospectivo, habría una incógnita que no se puede despejar, y es la de saber si realmente esta pandemia por fin nos llevó a los argentinos al piso de la decadencia.
Lo precedente es una introducción para argentinos que pone al descubierto nuestra fragilidad extrema que supo graficar el gobernador Axel Kiciloff, una persona con la que discrepo frontalmente, con un muy preciso y certero ejemplo del que dio cuenta el portal www.lapoliticaonline.com: “…Una persona que tiene un bar en Argentina no aguanta 15 días. Se funde", dijo el mandatario bonaerense y planteó dudas respecto de lo que podía pasar con los empleos que se perderían durante la cuarentena.
Esta es una excelente medida de donde estamos los argentinos al mes de marzo de 2020.
Ahora apuntaremos al título de la nota y me respaldo en Pablo Potenze que escribió: “Jamás en la historia de la aviación pasó algo así. Hubo guerras que cambiaron todo, el 11 de septiembre de 2001 cambió todo, hubo cuestiones técnicas que cambiaron mucho, pero nunca en la historia del transporte (aéreo y de superficie) se produjo una situación en la que de la noche a la mañana, todos los servicios se cortaron.”
Comparto la opinión de Pablo en el sentido que de ahora en más el transporte aéreo será diferente. Conocemos sus males, exceso de oferta, el enfoque netamente financiero del negocio, que pasó a ser una administracion de flujos cuyo mejor ejemplo serían las empresas que se colocaron el rotulo de “low cost”, y la dependencia mayor o menor de los gobiernos, cuyo ejemplo máximo son Alitalia, que será nuevamente estatizada parcialmente para poder subsistir, y Aerolíneas Argentinas, mantenida por el estado argentino desde su creación en el año 1950.
También es cierto “las Low cost”, lucraron y lucran con los subsidios que reciben por parte de diversas comunidades europeas. Asimismo, Norwegian es un ejemplo de la fragilidad económica que impera en el medio.
La mayoría de los aviones están en tierra y no sabemos cuántos de ellos volverán a volar, es probable que todas las estimaciones que se han hecho sobre la necesidad de aviones para los próximos años terminen en los basureros de los escritorios. Habrá despidos, ya que pasado el Covid-19 la recuperación será muy lenta y muy costosa, y no todas las empresas existentes sobreviran.
Este Covid-19 también pondrá en tela de juicio el futuro de la economía y de las finanzas del mundo, siendo posible que se vuelva a los fundamentos de la economía real y su accesorio, el sistema financiero.
Pienso que se destinará mucho menos dinero al financiamiento de la compra de aviones, salvo que la actividad se dedique a buscar una rentabilidad similar o superior a la de cualquier otro negocio, lo que en definitiva se traduciría en una oferta inferior a la demanda existente.
Por el lado del turismo la cosa viene mal o peor, ya que muchos viajeros frustrados piden la devolución de los pagos hechos para reservas y billetes. En Argentina la cosa se complica mucho más debido al cepo cambiario, ya que si los proveedores devolvieran el dinero recibido, esos valores deben pasar forzosamente por el "mercado único y libre de cambios" (sic) a un precio que oscila los $ 60,00 por dólar, y el reintegro del dinero se solicita al tipo de cambio real que estuvo el pasado día 18 en los $ 90,00. Una pérdida imposible de soportar.
La cosa es que quienes pagaron también deberían soportar parte del perjuicio general y sectorial. Cualquier operación que se hace para materializarla en el futuro, contiene un riesgo, y ese riesgo debe ser asumido en el mejor de los casos por las dos partes del negocio, es decir quien oferta y quien demanda.
Si analizamos la cuestión desde un principio de justicia, en este caso las dos partes tienen que estar dispuestas a perder.
Más aún, no dudo que hubo casos de extrema especulación, en especial en los días previos al 10 de diciembre pasado. Allí encuentro asimismo parte de responsabilidad de los agentes, que en muchos casos, conozco algunos, facilitaron y aceleraron ventas con la amenaza de una nueva devaluación o un mayor control de cambios.
Claro está, todos pensaron en que pagando hoy y viajando mañana, desde el punto de vista cambiario se ganaría dinero. Nadie tuvo en cuenta que los “cisnes negros” se están multiplicando…y como lo que significan, aparecen en el momento menos pensado.
Desde mi profesión veo un gran condicionamiento por el resultado que arrojan los algoritmos y los modelos matemáticos. Vuelvo a Axel Kiciloff “…Por neumonía mueren por año dos millones de personas", dijo e insinuó que podría ser peor el impacto económico que las muertes por coronavirus. "¿Qué hacemos cuando lleguemos al 31 de marzo?", se preguntó.
A veces pienso que son los otros los que avanzan a contramano…el párrafo transcripto al principio de la nota es ilustrativo de cómo somos y cuál es el nivel de nuestra cultura media, la responsabilidad siempre está en el otro.
Siento personalmente la vergüenza que no sintió el canciller Felipe Sola.
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