por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
No se puede negar que John le Carré maneja con admirable habilidad este mundo real de los espías y las intrigas políticas. Como en esta novela, también agrega esas neurosis típicas de la desconfianza o “mala fe” que generalmente guían las acciones en ese submundo en que precisamente la “desconfianza” es la virtud más ponderada.
Pues bien, en la ANAC celebramos la designación de una “persona decente”, pero ahora deberá exponer el modo y los medios para demostrar su forma de decencia.
Hay varias formas de decencia que tendrían que ver con el fundamento del ejercicio de cualquier oficio o profesión tales como la honradez, la idoneidad, la prudencia y sobre todo en el tratamiento del error, ya que en la vida nos equivocamos mucho más de lo que acertamos.
Esa sería una de las formas de la decencia si recordamos los versos compuestos por Dominic Miller y Gordon Sumner “The shape of my heart”.
Hemos leído que la licenciada Tamburelli se reunirá con las líneas aéreas, que expondrán la situación de crisis en las que se encuentran, que por otra parte son conocidas por todos y por la propia administradora de la ANAC.
Además, en esas reuniones se plantearán los perjuicios generados a las empresas, por esa mala novela que fue “La revolución de los aviones”, y las más afectadas serían las que se ajustaban estrictamente a la ley, respetando el principio de la propiedad sustancial del artículo 99 del código aeronáutico, y que de algún modo se amparaban en la obsoleta ley de política aérea.
Otras, intentarán mantener como mínimo la situación actual y podrían oponer un argumento sustentado en la doctrina de los propios actos, si el estado nos autorizó a funcionar, eso es “cosa juzgada”. Poco importa el color del gobierno de turno.
Es un argumento, quizás con una raíz de color sofista, pero difícil de refutar si hablamos dentro de un ámbito de buena fe.
Lo cierto es que el Ministro de Transporte en lo poco que ha hablado en materia de Transporte Aéreo, parecería que tratara de navegar entre los cumulonimbus, para mantener la situación heredada en sus límites actuales.
Personalmente, pienso que esa posición sería insuficiente y perversa, ya que como lo decíamos con relación a funcionarios del anterior gobierno, se seguiría incurriendo en la violación al cumplimiento de las obligaciones de los deberes de los funcionarios públicos.
Manteniendo la estructura legal actual, nuestro transporte aéreo tiene casi los dos pies sumergidos en la ciénaga de la ilegalidad cuyo proceso de absorción parece ser lento, pero también sin pausa.
Reitero, doy por sentado que la situación de “crisis” de las empresas de transporte aéreo, comenzado por Aerolíneas Argentinas, es de público y notorio conocimiento; por lo tanto estas reuniones que se anuncian con las líneas aéreas, deberían comenzar mediante la exposición de una política para el transporte aéreo y el modo de administrar esta ilegalidad provocada por el anterior gobierno y tolerada y aceptada, agregaría, por la sociedad.
A la ANAC supongo le preocupa la situación económica de las empresas, y veremos que pasos dará con relación al grupo Aerolíneas Argentinas, cuya desesperada campaña de venta de billetes hasta en 12 cuotas y sin interés, y ese pase al que nos hemos referido tiempo atrás, con relación a la forma de pago de los billetes con destino internacional mediante divisas, para eludir el pago del impuesto PAÍS del 30% sobre el precio neto del billete de impuestos y tasas, exponen un desesperado modo de obtener “dinerillos” para tirar un tiempo, sin prever como se financiarán apenas dentro de dos o tres meses…
Al caso de Aerolíneas Argentinas tenemos que agregar los del resto de las empresas, que paradójicamente una causa de sus pérdidas son ocasionadas por los subsidios, o como se llamen, que el estado le otorga a la primera para cubrir sus pérdidas, incluso operativas, lo que se traduce diciendo que sus ingresos corrientes son insuficientes para afrontar sus gastos corrientes.
Es probable que la ANAC, si bien no es autoridad de aplicación en materia económica, deberá cuando menos exponer a la autoridad económica la realidad de esta situación, de la que además tiene parte de responsabilidad por el pésimo diseño de la “Revolución de los aviones”.
Por último, lo que el transporte aéreo a su vez necesita saber es cuál será la política económica, ya que mientras perdure esta situación de “EMERGENCIA GENERADA”, me refiero a los congelamientos de hecho de los precios fundamentales, energía, y transporte, del “cepo cambiario”, que es una situación de real incertidumbre, las empresas de transporte aéreo poco o nada podrán hacer, salvo Aerolíneas Argentinas que tiene el respaldo de una ley que obliga a cubrir sus pérdidas o mantenerla operativa, que es lo mismo.
A la nueva Administradora de la ANAC le espera una gestión compleja, diría de una complejidad inédita, y como el personaje de la novela de le Carré deberá mostrar que se trata de “una persona decente”, porque en definitiva “ella” será la “ANAC”.
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