por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Una aclaración, la dirigencia política de un país no solo está integrada por los políticos de los diferentes partidos, sino por toda persona que ocupa un puesto público con poder de decisión.
En esta línea es tan “dirigente político” el Presidente de la Nación, como un Ministro de Turismo, el administrador de la Administración Nacional de Aviación Civil, así como el presidente de Aerolíneas Argentinas que según la ley 19030 conduce la empresa que es el instrumento elegido para el diseño y ejecución de la política internacional de transporte aéreo de la Republica.
El Dr. Domingo Cavallo en el interesante reportaje dado al canal abierto de TV Perfil el pasado domingo 20, decía que nuestra clase política está muy propensa a “mentir” lo cual es cierto, pero más grave que eso es la falta de idoneidad para el ejercicio de la función pública, condición que por otra parte exige la Constitución Nacional para acceder al empleo público.
Esa falta de idoneidad es cualidad de todos los gobiernos, pese a que Mauricio Macri nos quiso hacer creer que había conformado la mejor dirigencia política de los últimos 50 años. Lo cierto que solo se destacó por su incapacidad y soberbia, y en el caso que nos ocupa, no atinaron a encontrarle la vuelta a la gestión de una empresa pública como Aerolíneas Argentinas.
Encontrarle la vuelta era o hacerla rentable o tener el coraje político para disponer su liquidación por su inviabilidad económica. Ni una cosa ni la otra, y llegaron al 2019 con un pasivo total de más de u$s 700 millones de dólares y costos hundidos que superan los u$s 6000 millones. Tengamos en cuenta que Air Europa se vendió al IAG por mil millones de euros. Como contrapartida vemos a Alitalia que se debate entre su inviabilidad y una rigidez gremial que fatalmente la condenará a su liquidación, ya que sus pérdidas son insoportables para el erario italiano.
No quiero entrar en ese debate, hoy estéril y pasado de época, sobre la defensa de la soberanía en el transporte aéreo, sus aportes intangibles al PBI y al Tesoro Nacional por vía indirecta, gasto del turismo receptivo o la cuestión de la conectividad de ciertos destinos del cabotaje.
Si el Estado lleva puestos más de u$s 6000 millones en diez años, ¿cuál fue el “aporte” de Aerolíneas Argentinas al tesoro nacional?
Si tenemos déficit en la balanza comercial y la salida de turistas supera al ingreso, ¿Cuál fue el aporte de Aerolíneas Argentinas para revertir ese déficit?
Si vamos por ese rumbo y continuamos repartiendo culpa a las anteriores administraciones, diciendo que ejecutaron mal, decisiones equivocadas, parecería que ahora se intentaría seguir con las decisiones erróneas, pero haciéndolo mejor…(sic)
Lo primero que se debe plantear el actual gobierno y sus funcionarios en el área respectiva es mostrar una guía de ideas para hacer algo diferente y terminar con ese caballito de batalla que dice que los gremios aeronáuticos son los patrones de la empresa e impiden todo cambio, y con sus rigidices impiden incrementar la productividad del personal y de la empresa.
Si ello fuere asi, sería un fracaso cabal de los gerenciadores que ocurre precisamente por su falta de ideas y donde faltan ideas otros las ponen para su propio e inmediato beneficio. Asi es nuestra naturaleza humana.
No sé si Aerolíneas Argentinas tiene salvación, más aún, no sé si su gente pese su “aerolinearismo” sabría cómo hacerlo o si realmente estaría dispuesta a aceptar el desafío de un modo diferente al que lo hace el sindicalismo aeronáutico italiano con Alitalia.
Pero lo cierto es que sin un programa propuesto, consensuado en sus fines y medios y gerenciado de modo horizontal con la mayor participación posible de su personal en la toma de las decisiones diarias y obviamente en las decisivas, las cosas no cambiarán y el final será fatalmente su liquidación.
Lo que se debe lograr es un resultado similar al obtenido por Luis Gallego en Iberia, ahora asumiendo la máxima responsabilidad del IAG, algo que también tendría que ver con la concreción del BREXIT el próximo fin de enero.
Lograr un gerenciamiento consensuado no significará el fin de la conflictividad, ni la solución mágica a todos sus problemas. El camino será muy complicado porque requerirá capacidad de persuasión mutua, y sobre todo diálogo genuino en que todos se escuchen y se obliguen a ejecutar las decisiones que se adopten, y a controlar diariamente su ejecución y avances.
Quiero decir, se debe generar compromiso en la idea rectora que se busca algo diferente, lo que desde ya no es garantía de éxito, las cosas pueden salir peor, y ese es precisamente el miedo que hay que vencer.
Hoy el transporte aéreo se reacomoda segundo a segundo, y los grandes rasgos son que se eliminan de un plumazo rutas no rentables, se buscan aviones más productivos, hoy el A 350, parecer llevarse los mejores resultados.
Se busca diariamente el equilibrio tarifario y se incrementan los “ancillaries·”; el caso reciente de Air Europa que en los vuelos de largo recorrido sólo ofrecerá como incluido en el precio el servicio de cena o almuerzo, y todo lo demás será a la carta con precios que rondan entre los cinco y ocho dólares.
En el caso de Aerolíneas Argentinas no se nota reacción en estos temas, y si bien se ha reducido el servicio de abordo en los vuelos locales, deberían ser totalmente suprimido y pasar un sistema de venta de meriendas, incluso en los vuelos regionales de hasta cinco o seis horas de duración.
En las clases privilegiadas, business, el confort debe limitarse a la butaca y algún servicio menor y ofrecer un valor diferente para más servicios y la posibilidad de adquirirlos a bordo.
Se debe conformar un procedimiento para resolver conflictos que privilegie siempre la continuación regular de los servicios de transporte.
La palabra huelga o Lock out sólo debe quedar reservada a casos muy extremos y groseramente injuriosos.
Este tema da para mucho más, pero siempre pensando que la solución de ayer, es el germen de un nuevo problema.
Portal de América





