por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
No será fácil para el nuevo gobierno como diseñador de la política para el transporte aéreo y para las nuevas autoridades de Aerolíneas Argentinas y Austral adaptarse a esta tendencia y enfrentar las pérdidas, ya aceptadas como algo natural, de las dos empresas de propiedad del estado.
Hasta ahora las únicas declaraciones escuchadas al nuevo Presidente Alberto Fernández no son para tomarlas en cuenta, dado que si pretendiera sustentar sus políticas al respecto basado en esas ideas no habría nada más para decir y la 19030 y el principio de la propiedad sustancial deberían mantenerse contra viento y marea ya que serían los pilares y los límites de la política del sector.
Las pérdidas más groseras de Aerolíneas Argentinas se producen en el transporte internacional de largo recorrido y el regional, y lo paradójico es que solo el 16% de sus pasajeros internacionales serian no residentes, lo que significa que la empresa facilita la importación de turismo en momentos de notoria escasez de divisas. No solo el estado debe soportar sus pérdidas sino subsidiar además la importación turística.
El nuevo vuelo a Orlando y el único rentable que sería el que se dirige a Cancún, son vuelos netos de importación, lo que demuestra un error de diseño en la política de la empresa.
Por otra parte, la importación de turismo perjudica a los destinos locales. Es cierto que el turismo como el comercio debe ser de ida y vuelta, pero ese solo 16% de pasajeros no residentes expresa que la empresa va a contramano.
Otro asunto grave es que Aerolíneas Argentinas como empresa no atrae el interés de ningún grupo de transporte aéreo, recordemos que Delta acaba de comprar el 20% de LATAM y el grupo IAG a Air Europa, que además ya fue legitimada para hacer cabotaje en Brasil.
El gobierno deberá partir de la base que nuestro mercado con evidente potencial de crecimiento, no resulta interesante por su inestabilidad económica que resumimos en un hecho que reiteramos, nuestra moneda se devaluó un 6000 por ciento en solo 17 años.
A esa inestabilidad económica le debemos sumar que no somos creíbles, el empresario petrolero Alejandro Bulgheroni le decía al portal infobae.com, “…Ya no nos cree nadie, ese es nuestro principal problema. No nos tienen confianza como para negociar razonablemente.”
Yo esa “incredibilidad” la viví en Frankfurt en el año 1984, cuando en una presentación ofreciendo un menú turístico para gente de la tercera edad, nos felicitaron por la propuesta pero en un aparte, me aclararon que “no éramos creíbles”.
Es un vicio que arrastramos quizás desde el fondo de nuestra historia, y además nos empecinamos en mantenerlo…como si fuera una virtud.
Bulgheroni también decía que “…Estamos viendo otras oportunidades, pero lo que tenemos que hacer en el país un poco nos condiciona…” y ello es aplicable al turismo y al transporte aéreo, ya que es muy difícil invertir para atraer turismo cuando lo que llamamos aún “línea de bandera” facilita la salida de viajeros al exterior.
Conviene dejar en claro que no solo en materia de transporte aéreo y turismo el nuevo gobierno se encontrará con cuestiones muy difíciles, cuya dificultad se potencia ya que no se advierte en esta “nueva dirigencia política” ideas diferentes, o si se prefiere más acorde con lo que sucede políticamente en el mundo.
Ya afloró ese concepto, difícil de definir, que se llama “gobernanza”, que implica una nueva concepción de la política y del gobierno.
Hasta hace un tiempo había una relación de “mando y obediencia” que caracterizaba al gobierno o mejor dicho el hecho de gobernar.
Hoy esa relación no existe, la gente ya no obedece a los gobiernos, sino más bien consensúa cuando obedecer y cuando no. La capacidad de gobierno se mide por su capacidad de “persuasión” como lo explico hace años Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de Brasil.
En ese punto es donde se manifiestan de diferente modo la “crisis política”, como lo fue en Ecuador hace poco tiempo y ahora en Chile, Colombia, Bolivia, Hong Kong, Irán y Francia, en este país con los chalecos amarillos y ahora ésta huelga que virtualmente paraliza a Francia.
Se manifiesta al modo inglés en el Reino Unido con la cuestión del BREXIT que puso en crisis el ejercicio mismo de la política en un continente que fue maestro en el arte de gobernar e imperar, que quedaría marcada con la separación virtual de la República de Irlanda para continuar con la Unión europea junto con Escocia y en este caso además, liberarse de Inglaterra.
Personalmente, pienso que todos los tiempos son difíciles, no hay tiempos fáciles, pero lo que agrava la cosa es que no nos animamos a generar ideas diferentes.
Somos progresistas o “avanzados” de una retaguardia en retirada. Sería como querer avanzar retrocediendo…
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