por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
En la primera parte de la película, Fontana, interpretado por Luis Brandoni, dice a modo no sólo de arenga sino más bien describiendo esta anomia que vivimos los argentinos que se expresa en el descreimiento de nuestro funcionamiento institucional que, "…Hoy es un día histórico porque vamos tras el sueño de Mijaíl Bakunin, el padre del anarquismo. Esto es el individuo por encima del Estado y las instituciones. El hombre que toma las riendas de su destino que, en nuestro caso, es el de recuperar lo que nos pertenece".
Con esa afirmación le da sustento ético y moral a la necesidad de satisfacer un concepto personal de justicia y de ética que habilita a cualquier persona o un pequeño grupo a reparar por sí mismo la injusticia de la que creen haber sido víctimas y que el estado no lo puede o no lo quiere hacer.
Seria la reivindicación de la venganza, o pensar que esta tiene que ver con una concepción, falsa por cierto, de justicia.
En ese momento de la película el espectador puede ponderar como impactan en la gente las decisiones políticas de los gobiernos, una mayoría se resigna y las acepta con un sentido de fatalidad, pero otro minoritario se resiste y se convierte en una suerte de “Robin Hood” y se convence de que el fin justifica los medios.
La película, en mi opinión –no soy crítico de cine sino simple espectador-carece de ritmo, probablemente le sobren diez o quince minutos, como ocurre en “El cuento de la comadreja” de Juan José Campanella, y tienen un trama diría común, que es el modo que las personas reaccionan ante las picardías de los otros que en ninguno de los dos casos llegan a ser delitos.
En última instancia estas dos películas que han tenido muy buenas asistencias nos muestran como la picardía y la ironía forma parte de la vida, y a veces lo difícil que es distinguir la buena fe de la candidez o la ingenuidad.
A Perlassi, interpretado por Ricardo Darín en la “Odisea de los giles”, lo convencen para convertir los dólares en pesos a la paridad de la entonces vigente convertibilidad en la relación 1 a 1 y dejarlos depositados en una cuenta bancaria, en vez de estar en una caja de seguridad, con la promesa que de ese modo el Banco les concedería un crédito de una suma equivalente a la depositada que era el capital necesario para concretar la explotación y reapertura de una vieja molinera cerrada hacía más de 30 años.
La picardía consistió en que el gerente del banco sabía que al cierre de las operaciones del día, se venía el corralito de diciembre 2001 y luego la derogación de la convertibilidad, como se resumió en el copete.
Es obvio que no se puede encuadrar lo ocurrido en el código penal sino en lo difícil que es empalmar las intenciones personales con las de los demás, y como todos tenemos ese momento de flojedad en que nos hacen creer que debemos confiar en la infalibilidad de un consejo de cualquier persona que ejerce una función jerárquica importante, como solían ser los gerentes de banco de los pueblos.
Es probable que ya fuera de la ficción, los protagonistas de la película hubieran terminado procesados y quizás condenados y también es probable que en un juicio por jurados hubieran sido absueltos.
Los finales de las dos películas, dos finales felices para el espectador común, son diría similares y la moraleja seria que siempre la víctima de una picardía debería aceptar que fue víctima de sus propias debilidades en vez de culpar a otro por haber cedido a los cantos de sirenas….
Lo dice el dicho: “lo barato, siempre sale caro…”
La película es recomendable, excelente el trabajo de todos sin excepción, incluso la interpretación de Andres Parra, el actor colombiano que representó brillantemente a Escobar Gaviria, que viene a ser el beneficiario de la picardía de la que fueron víctimas ese grupo de vecinos de Alsina. Hago hincapié en este actor ya que alguna crítica consideró que su desempeño fue histriónico y caricaturesco.
Personalmente pienso que esa fue la intención del director, que no fue más ni menos que poner en evidencia que los “picaros” también sufren sus picardías y que quedan convertidos en grotescos humanos.
Es probable que los “giles” de la película representen a ese otro “yo” que llevamos escondido, por eso insisto, ver la película es una buena experiencia.
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