La enfermedad del festejo (a propósito del acuerdo estratégico MERCOSUR-U.E.)
Miércoles, 03 Julio 2019

La enfermedad del festejo (a propósito del acuerdo estratégico MERCOSUR-U.E.)

Si bien se llegó a un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, no es menos cierto que ahora comienza el largo y difícil camino de las ratificaciones que, en el mejor de los casos, podría llevar  un mínimo de dos años.  Francia ya levantó la primera tarjeta amarilla. Sin embargo, se celebró ese acuerdo como si ya estuviera operativo, cuando no fue más que un paso inicial. 20 años llevó llegar a este punto y no sabemos cuánto más habrá que esperar para verlo plenamente activo, con suerte entre  siete y diez años más.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Días pasados regresó a Buenos Aires desde Francia la selección de futbol femenino que fue eliminada y sólo logró dos empates. Sin embargo, fue recibida como si hubiera obtenido el título mundial.

Difícil de entender.

Pero más difícil de entender es el entusiasmo que expresó la diplomacia argentina por el acuerdo logrado entre el Mercosur y la Unión europea, llamado “Acuerdo de asociación estratégica Mercosur-U.E”, que en verdad es un acuerdo de libre comercio entre los dos bloques.

Es cierto,  hubo esfuerzo, persistencia y tenacidad, ya que hubo momentos que fue más difícil negociar entre los miembros del MERCOSUR que con la contraparte. Pero se logró el acuerdo, que en verdad es sólo un comienzo, podría decir el comienzo del comienzo.

Para la gente común, se trasmitió un falso mensaje ya que dio la impresión que ese acuerdo  estaría operativo de inmediato, lo que obviamente no es asi.

Nosotros los argentinos estamos muy confundidos, y creo que esa confusión también se extiende a varios países de la región que hasta ahora ha sido incapaz de generar un verdadero proceso de integración turística facilitando la libre circulación de turistas y servicios turísticos.

En cierto modo es un contrasentido que haya que hacer migraciones para viajar de Argentina a Uruguay, y que haya limitaciones aduaneras al punto que para ingresar medio kilo de dulce de leche haya que dar explicaciones al funcionario de turno.

Lo mismo vale para otros países en que el trámite migratorio se hace en el país de salida y llegada.

Hace muchos años, en 1963, un muy lúcido  ex sacerdote jesuita, Vicente Pellegrini, escribía: “…Debemos ir a una modificación sustancial de la Zona Latinoamericana de Libre Comercio, abandonando prejuicios de pretendida soberanía nacional. Debemos caer definitivamente en la cuenta de que las soberanías nacionales juegan otro papel muy diverso del de hace cincuenta o cien años…”.

Esos falsos prejuicios nos hacen creer, por lo menos a los argentinos, que somos objeto de la  codicia ajena y que un acuerdo como el que nos ocupa nos perjudicaría globalmente.

“La solidaridad internacional no es en el fondo ni un hecho, ni una situación, ni una estructura; es simplemente un valor, una aspiración, una meta del esfuerzo humano…La solidaridad internacional, la más sincera y la más verdadera, no nace bajo el signo de la actividad económica, sino que se inspira en valores e ideales comunes…” decía hace años, en septiembre de 1962, el senador demócrata cristiano Giuseppe Caron refiriéndose al mercado Común Europeo en la Economía mundial.

Estos acuerdos deben tener como fin,  un objetivo político, luego vendrá lo cultural, lo social, lo económico  como lógica consecuencia.
Lo peor que nos podría pasar es creer que este tipo de acuerdos nos sumergirán en la abundancia o en la pobreza, según el grado de optimismo y buena fe con la que los miremos.

A partir de ahora, debemos trabajar con más intensidad en la integración regional y en la economía de los servicios turísticos, que es donde más rápido se puede  actuar y donde más rápido podemos ofertar un mercado muy amplio de diferentes variedades que van desde lo cultural a lo geográfico.

Debemos presentar una sola frontera de entrada y salida para el turismo extra zona, una moneda única que le evite al turista tener que cambiar en cada país según el signo monetario vigente.

En Argentina ya se advierte que en las facturas o tickets, los precios se expresan en moneda local, dólar, euro y real. Solo faltaría que se expresen en una “moneda  de curso legal” en la región que no pueda ser rechazada. Una suerte de lo que se llaman  “derechos especiales de giro” del FMI cuyo valor se fija sobre el promedio de monedas seleccionadas.

La integración debe ser un objetivo político, teniendo en cuenta que incluso y a pesar de los “segregacionistas” el mundo se integró de hecho.

Un solo dato, hoy un viaje entre puntos extremos del planeta se puede hacer en menos de 24 horas.

Portal de América

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