“Los otros tiempos eran normales...” (Reflexiones en torno al corte del Puente General San Martin)
Viernes, 01 Febrero 2013

“Los otros tiempos eran normales...” (Reflexiones en torno al corte del Puente General San Martin)
Recuerdo a un viejo amigo con el que conversábamos cada vez que nos encontrábamos, por lo menos dos veces por mes, sobre esta llamada “modernidad” que nos toca vivir  y siempre en algún momento me decía “...eran otros tiempos...” que era su manera muy sutil y educada de descalificar el presente en una hipotética comparación con los tiempos pasados....que siempre fueron mejores.
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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Sin embargo en un punto creo que tenía razón y era cuando decía “...había reglas...” y luego aclaraba “...existía una diferencia entre lo normal y lo anormal...”.... “hoy esa diferencia desapareció... todo es un Cambalache...”
El diccionario dice que lo normal sirve de regla y lo normal tiene relación con  ciertos valores,  que es lo mismo que decir con determinadas cualidades y al perderse ese sentido del valor o valores, lo normal deja de ser una regla o pauta de conducta.
Esto no significa que lo “normal” se convierta en “anormal”, esto último tiene que ver con  lo infrecuente o con el abuso,  lo infrecuente o el abuso presupone la existencia de lo normal, significa  más bien ausencia de normalidad, es un vació diríamos que implica anomia, implica degradación de los usos, implica decadencia, anarquía, que es lo que estamos viviendo en cierto modo.
Una de las dudas que se plantean, diría más bien  sofísticamente, es la de determinar si lo “normal” tiene su esencia o si lo “normal” es fruto de una convención o un contrato social. Desde ya me inclino por la primera hipótesis.
Según la respuesta que demos variará fundamentalmente el concepto de lo “normal”
“Aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas”,  es la primera acepción que nos da la RAE, de lo normal, además, agregaría la esencia de las cosas está más allá del poder del hombre porque en definitiva la “idea” es la expresión de la “esencia” de algo.
Si pienso en durazno, tengo la idea de durazno, podrá, ser blanco o amarillo, pelado o con cáscara o piel,  grande o chico, rico o feo, pero siempre tendré la idea de lo que es un durazno.
La esencia de lo “normal” tiene que ver con una certeza, que nos dice en lenguaje orteguiano “....que solo debe ser lo que puede ser y solo puede ser lo que se mueve dentro de las condiciones de lo que es...”.... “...el ideal de una cosa (de una persona) o, dicho de otro modo, lo que una cosa debe ser, no puede consistir en la suplantación de su contextura real, sino, por el contrario, en su perfeccionamiento...”.
La idea de lo “normal” nos lleva al concepto de “diferencia”
La “diferencia” se define como “Cualidad o accidente por el cual algo se distingue de otra cosa” y “diferenciar” es  “Hacer distinción, conocer la diversidad de las cosas” y en su segunda acepción: “Hacer a alguien o algo diferente, diverso de otro. Su idea de la libertad los diferencia”.
Sin embargo hoy día hemos convertido y diría aceptado  unificar el significado de lo diferente con el de discriminación o quizás más aun el concepto “discriminación” absorbió al concepto “diferente” lo que no solo sería más grave sino  que asimismo estaríamos en camino de eliminar el sentido de la distinción o la diferencia.
Que significa “discriminar”  para la RAE, “Seleccionar excluyendo” y “Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc”.
¿Cuando digo “hombre” y “mujer” estoy  diferenciando o discriminando...?
La respuesta es obvia, la discriminación ocurriría si por ejemplo en una selección de personal excluyera de participar o habiendo admitido su participación excluyera  a una persona por ser gorda o demasiado delgada, o por su tono de voz, o por su raza o por no tener ojos celestes....la discriminación implica  desconocer la garantía de la igualdad.
Aclaro,  pienso que la “igualdad” es más una garantía que debe ser asegurada por los estados,  que un derecho, no tenemos derecho a la “igualdad” sino a ser “tratados igualmente” por eso la constitución argentina dice “Todos sus habitantes son iguales ante la ley...”.
"Al final, no recordamos las palabras de nuestros enemigos sino el silencio de nuestros amigos" se le atribuye esta frase a Martin Luther King que hoy adquiere plena validez ante lo que Giovanni Sartori llamó la “cultura del epíteto”,  en la que la descalificación ha sustituido al debate y por lo tanto a la crítica.
“Reaccionario”, “fascista”, “nazi”, “liberal”, “derecha” son descalificativos si se me permite la expresión, para excluir o silenciar a “nuestros amigos”;   los que pensamos de otro modo simplemente, se nos descalifica   lo que es suficiente  para obviar el debate  y solo se considera  “verdad” la opinión de nuestros calificadores que muchas veces son disparatadas y de algún modo se condena o condiciona al resto de los humanos no solo al silencio sino además a consentir u obedecer a esa supuesta verdad absoluta e indiscutible.
Lo cierto es que muchas palabras y con ello las instituciones han perdido su significado y su valor veamos.
Robert Nozick dice “...lo que las personas pueden y no pueden hacerse unas a otras limita lo que pueden hacer mediante el aparato del Estado o lo que pueden hacer para establecer dicho aparato. Las prohibiciones morales que es permisible imponer son la fuente de toda legitimidad que el poder coactivo fundamental del estado tenga...”
Esta definición concordaría con el primer principio de Justicia de Rawls que dice que “Cada persona ha de tener un derecho igual al esquema más extenso de libertades básicas iguales que sea compatible con un esquema semejante de libertades para los demás.”
Nuestra constitución en ese sentido recoge ambos principios en cuanto limita el ejercicio de los derechos a las leyes y normas que los reglamentan.
El estado, pues, debe garantizar el ejercicio de los derechos de los habitantes, no solo de los ciudadanos, de un modo imparcial.
Sin embargo se advierte a diario lo contrario, grupos de personas informales o diversas agencias (con ese nombre nos referimos a algunas ONG, o gremios que disponen  paros de modo intempestivo y sin aviso previo y a los piquetes que esconden organizaciones que los sustentan) que no solo hacen uso de la fuerza o violencia sin soporte legal alguno sino que también pretenden establecer otra autoridad como fue el corte del Puente San Martin que durante el lapso del corte además establecían las excepciones  disponiendo quien podía cruzar, así cruzaron equipos o hinchas de futbol y personas que podían “justificar” ante las “autoridades del corte del puente, la respectiva necesidad.
El corte del puente fue cortado por la llamada “Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychu” y se mantuvo durante 1377 días desde el 20 de noviembre de 2006 al  19 de junio de 2010.l
En ese lapso en Argentina por lo menos existió un  grupo que se comportó como estado y como lo explicó Marshall Cohen, citado por Nozick, “...dentro de los límites del estado pueden existir grupos tales como la mafia, el KKK, los Consejos de ciudadanos blancos, sindicatos huelguistas y grupos violentos que usan la fuerza... o agregamos nosotros la Asamblea ciudadana ambiental de Gualeguaychu”, esto significó que el estado no sólo  toleró que una Agencia impusiera sus propios derechos sino  lo más grave, omitió proteger a quienes pretendía cruzar el puente.
Mas grave aun ha sido la complacencia internacional  ante ese corte del puente, si comparamos ese grave episodio con la inoportuna decisión de suspender a Paraguay del Mercosur por el modo en que se desarrolló un juicio político, cuestión absolutamente interna o con el desaguisado ocurrido en Venezuela ante la imposibilidad de asumir el gobierno por parte de Hugo Chávez tolerando una violación que hace a la esencia del republicanismo como es la duración de los mandatos.
Traigo a cuento este episodio del puente Gral. San Martin porque en mi opinión es uno de tantos hechos gravísimos y bochornosos que ha sido tolerado por propios y extraños, que claramente demuestra que en Argentina conviven con el estado otras “agencias” que tienen  capacidad para imponerse al propio estado, impidiéndole ejercer la protección de todos los habitantes y garantizar el ejercicio de sus derechos.
Como decía mi viejo amigo hoy es casi imposible trazar la línea divisoria entre lo “normal” y lo “anormal” y el caso del Puente Gral. San Martin fue uno de ellos...de lo que estoy seguro que en otros tiempos ese corte hubiera sido impensable, porque ¿a alguien se le hubiera ocurrido...si quiera  pensarlo....?
Hasta hoy el estado no reprimió a quienes cortaron el puente y ningún funcionario público, judicial o administrativo fue sancionado por su omisión en el cumplimiento de sus obligaciones que era y es la de garantizar el libre tránsito.
Tampoco nadie renunció ni se dio por aludido.
Como dijimos el corte fue levantado, pero no tuvo el final que debió tener, la supremacía de la ley.

Portal de América









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