Dialoguitos con mi perro
Viernes, 25 Enero 2013
Tengo perro. Me quiere él mucho más que yo a él, pero esto fue hasta hace un rato, ahora creo que lo quiero por lo menos igual de lo que él me quiere a mí porque hoy me dio una linda lección.
por Luis Alejandro Rizzi, desde la cucha de mi perro en Buenos Aires
Le pregunté a mi perro
¿Estás contento de ser un perro...?
“Guau...Guau!!!” y una mirada que expresaba una melancólica alegría, fue su contundente respuesta.
Su respuesta me impactó, nunca pensé que un perro podría tener tal poder de síntesis, solo necesitó dos “guau” y una mirada franca a mis ojos, para contestarme.
Primero pensé que me contestó con otra pregunta: “¿Y vos estás feliz por ser hombre...?”
No sé que le hubiera contestado quizás que hubiera querido ser un filosofo griego, un arquitecto egipcio..., creo que nunca le podría haber dicho que me hubiera gustado ser un mártir, es esa parte de miseria que tenemos los humanos sobre las convicciones, podemos tener unas u otras como la góndola de un supermercado....
Pero se ve que mi perro se dio cuenta que no se puede responder a una pregunta con otra pregunta, reflexionó casi instantáneamente y me evitó la dura tarea de tener que darle mi respuesta y con el segundo “guau” y con su mirada me dijo: “Ustedes los hombres son incomprensibles tienen el lenguaje para entenderse que les permite usar miles de palabras, nosotros los animales solo tenemos una, nuestro ladrido, o el maullido o el canto como los pájaros y una sola palabra es suficiente para que nos entendamos o para diferenciarnos según nuestra propia naturaleza...”.
Es cierto, pensé, me daba vergüenza reconocer que tenía razón...
Mi perro siguió sin advertir mi momentánea turbación o más bien creo que la supo disimular, demostrando su “don de gente” o “don de perro”, “....ustedes los hombres usan las palabras para mentir, para engañar, para demostrar sus hipocresías y miserias, para repartir culpas y son los menos que las usan para entenderse, para encontrarse por eso se dice que encontrase es un arte y el arte está reservado a los menos....”.
Levanté la vista, me costaba mirarlo fijo y pensé en la sabiduría de mi perro, y en general como todos los animales necesitan muy poco para que nosotros los hombre podamos entenderlos, quizás los animales no tengan inteligencia, no se, pero de lo que estoy seguro es que saben y nosotros muchas veces usamos nuestra inteligencia para eludir el saber, preferimos descalificar sin medir nuestras propias calificaciones, es como volver a los tiempos de la inquisición, con la diferencia que antes con el fuego se quemaban los cuerpos y ahora con las palabras se pretende quemar al espíritu...al alma....
“Estas pensando bien...” me sorprendió mi perro con otro cortito “guau” y ahora con una mirada plena de alegría....
Serian las siete y media y mi perro me interrumpió, esta vez con varios “guau”
Me di cuenta me estaba avisando que lo preparara porque, era la hora en la que Carmen lo pasaba a buscar para su paseo diario.... y tuvo razón Carmen había llegado...
Me quedé pensando: mi perro con una sola palabra puede decirme muchas cosas y nosotros con tantas palabras ¡qué poco que podemos decir....!
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