por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Parecería que vivimos un momento de desconcierto y no es que el mundo cayó sobre alguien en particular, sino más bien que el mundo cayó sobre el propio mundo, cayó sobre nosotros.
Las dificultades que nos toca vivir en este tiempo, nos parecen más graves porque hemos estado dejando de lado la fe y la esperanza que son las virtudes que nos permiten trascender; sin el respeto a esas virtudes la vida parece sumergirse en la fatalidad, en un destino trágico.
El destino del hombre tiene que ver con lo sublime; con lo excelso, con la grandeza y la sencillez como lo dice la Real Academia.
Sin embargo parecería que hemos ingresado en una época “Kali” que en los purana indios son épocas de decadencia, diría épocas de disolución de valores y de creencias en las que no hay “mejores” ni “ejemplaridad”; épocas de confusión.
La confusión extingue derechos y obligaciones, en una palabra elimina los límites.
La Navidad es más que una fiesta, una celebración, para nosotros los cristianos, recordamos y festejamos el nacimiento de Cristo, la gente de buena voluntad, agnóstica o sin el cultivo de su dimensión religiosa celebra por la fe y la esperanza, fe en la vida y esperanza en que durante la oscuridad de estas épocas “Kali” germinará la oportunidad del futuro.
Y por ultimo estarían los que no creen. A ellos les respondería con el obispo Carlo Martini, “...al menos es preciso creer en la vida, en una promesa de vida para los jóvenes, a quienes no es raro ver engañados por una cultura que les invita, bajo el pretexto de la libertad, a toda experiencia, con el riesgo de que todo concluya en derrota, desesperación, muerte y dolor...”
Celebremos la Navidad como la fiesta del “encuentro” y recibamos el nuevo año con esperanza y fe y confianza en nosotros.
Felices fiestas de fin de año
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