Un año de la Argentina
Sábado, 17 Noviembre 2012

Un año de la Argentina
La Argentina se ha convertido en un páramo que la Real Academia define como “Terreno yermo, raso y desabrigado” o en su otra acepción como “Lugar sumamente frío y desamparado”. Las dos acepciones valen para nuestro país. Decimos “terreno yermo” porque la inversión cae, la desocupación preocupa, la inflación del 22/25% se oculta, la calidad de los servicios públicos esenciales es mínima y en algunos casos como el ferroviario en zona de riesgo, la  precariedad de los servicios de gas y electricidad se soslaya mediante importaciones y cortes del suministro, algunos programadas y otros consecuencia de colapsos provocados por la demanda; el aislamiento internacional se presenta como una virtud y en lo que conforma materia de este portal el turismo emisivo supera al receptivo y en materia de transporte aéreo se optó por retomar la política aérea que viene fracasando desde 1960 o desde que se sancionó la ley 19030, llamada de “política aérea” cuanto el contexto era otro pero cuando también ya se avizoraban cambios, diría esa ley nació vieja y hoy parece prehistórica.
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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires


El costo que le significa al erario público, Aerolíneas Argentinas y Austral con más de 13000 empleados para una flota que no supera los 60 aviones, de más de u$s 2 millones diarios, aunque hay que reconocer que una parte mínima se destina al pago de la compra de  23 aeronaves nuevas lo que debe calificarse como “inversión” y el resto son leasing de aeronaves cuya fabricación data de fines de la década del 90 en adelante.

Quizás lo más preocupante es que ante la imposibilidad de acceder al crédito, el gobierno endeuda al Estado, tomando fondos  de los jubilados, del Banco Central, sea sus reservas o mediante la emisión que roza un nivel del 35% anual, para financiar gasto en algunos casos, planes sociales en otros o bien para algunas empresas públicas como el caso de YPF, imposibilitada de obtener recursos desde el mercado.

Decimos “raso” porque el país presenta una alarmante carencia de lucidez cultural y un nivel de soberbia demostrativo de la carencia de atributos genuinos.
Recurramos otra vez a la Real Academia y nos ofrece entre varias acepciones de la “soberbia”, las siguientes:

1. Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.

2. f. Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás.
3. f. Cólera e ira expresadas con acciones descompuestas o palabras altivas e injuriosas.

4. f. ant. Palabra o acción injuriosa.


La primera acepción es generadora de obsecuencia como condición para ejercer cualquier función pública, sea en la administración pública, en el poder legislativo o en el judicial, obsecuencia que demás debe estar decorada con el temor hacia la Presidente a quien solo se la escucha...

La segunda acepción se plasma en que toda decisión del gobierno es la mejor y única y la primera en la historia.

La tercera expresa no solo la falta de diálogo sino la diatriba como recurso político lo que quedó demostrado con las opiniones dadas sobre quienes cometen el pecado de disentir.

Por ese camino se llega a la injuria o acción injuriosa que se ha convertido en un  recurso, tanto público como privado que nos ha sumergido en una anomia total. La descalificación o restricción de fondos son los métodos usados para disciplinar o sovietizar a gobernadores e intendentes.

La injuria privada se materializa mediante piquetes tolerados por las fuerzas de seguridad incapaces de restablecer el orden y paros sorpresivos, tolerados por el Ministerio de Trabajo.

La llamada oposición no escapa a estas consideraciones ya que hasta ahora no ha tenido capacidad ni lucidez para generar alternativas validas de gobierno. Para decir verdad no se conoce una sola propuesta de gobierno para que pueda ser ponderada por la ciudadanía; mas grave aun es que se desorienta fácilmente ante iniciativas del gobierno que se confunden con intereses de Estado o políticas de Estado como fue el caso de la “expropiación apropiación de Repsol YPF” o cualquier iniciativa que procura estatizar actividades.

Me animo a decir que la sociedad carece de soportes culturales que son esas ideas claras que nos permiten comprender lo que es el mundo y lo que son las cosas.

Lo grave es que esta sociedad argentina ha carecido de dirigencias idóneas en los últimos años, lo que se refleja en la baja calidad de la política y peor calidad de las decisiones, la baja calidad de las dirigencias privadas que siempre prefieren colaborar en torno a las “patéticas miserabilidades” de don Hipólito Yrigoyen, escondiendo hipocresías que las vuelven despreciables y desconfiables.

Hemos logrado una sociedad sin liderazgo alguno, entendiendo por tal el mando que genera certeza, confiabilidad y ejemplaridad y en la que da lo mismo “...ser derecho que traidor...”.

Parecería que nuestro síndrome de Estocolmo son el fracaso y la decadencia a los que nos aferramos para salir ilesos de ese difícil oficio que es vivir. En otras palabras la decadencia garantizada nos exime de asumir la responsabilidad de los fracasos. Nos libra de tomar decisiones, de cumplir con nuestras obligaciones de ciudadanos, de asumir responsabilidades, ya que la culpa está en el otro y esa traslación de culpa obra como una protección y justificación, falsa, pero protección al fin.

Todo esto impacta negativamente en el turismo que es una industria esencialmente   amistosa y creo que debe tomarse el ejemplo de Cuba país que no solo ha facilitado la inversión extranjera para mejorar su infraestructura sino por el trato dispensado a los turistas que supera largamente el trato que gozan los propios cubanos.

La Argentina no solo ofrece desventajas, diría económicas dado el costo que significa vivir en el país sino además por el tipo de cambio vigente que al turista le encarece su estadía, pero hay otras desventajas que presentan al país como una sociedad crispada e imprevisible.

Parecería que el objetivo es que también en turismo “vivamos con lo nuestro”, lo que significa desalentar el turismo emisivo mediante restricciones que imperceptiblemente se irán compatibilizando con la famosa sintonía fina.

En cierto modo este año los llamados vuelos charter, quedaron limitados a lo que pudiera hacer Aerolíneas Argentinas, en la mayoría de las veces con vuelos regulares de temporada hacia los destinos más demandados ya que las tarifas que fijó nada tiene que ver con las que fijan las empresas “charteras”.

El resto de las empresas pudieron disfrutar de las sobras, bajo el argumento del falso consenso.

Obvio no es mi intención desalentar los movimientos turísticos internos, pero hoy el turismo emisivo forma parte de la educación porque lleva a la gente a conocer otras sociedades, otros comportamientos, otro respeto a las normas que regulan la convivencia, en una palabra a apreciar “la altura de los tiempos” en la que vive el mundo.

Este año ha sido paradójico porque un gobierno que hace un año fue votado por el 54%  hoy su imagen negativa supera a la positiva pero además como un sino fatal deberá asumir las consecuencias de sus desaciertos  lo que posiblemente ponga fin a este síndrome de Estocolmo que creo nos afectó a gran parte de nosotros.

En el fondo, el relato es romanticismo llevado a la política, y hay una verdad de Perogrullo, la política está muy lejos del romanticismo por eso les recomiendo leer la historia de Lady Macbeth, porque aunque parezca increíble el bosque de la ciudadanía comenzó a moverse.

Evitemos el final de esa tragedia de Shakespeare...

Portal de América



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