La ciudad, la violencia y el turismo
Lunes, 20 Agosto 2012

La ciudad, la violencia y el turismo
En el suplemento cultura de LA NACION “ADN” del pasado viernes 17 de agosto, se publicó un artículo escrito por Raquel San Martin llamado “La ciudad es hoy un espacio de combate abierto”, como ustedes verán es un titulo atrapante cuya lectura no solo sirvió para disparar esta nota sino también para reflexionar sobre “el respeto”, la vida en la ciudad y el turismo.
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El artículo transcribe un diálogo con la socióloga holandesa Saskia Sassen que vale decir vivió unos años en Buenos Aires y me impactaron algunos conceptos como “La ciudad es hoy un espacio de combate abierto” y no pude menos que pensar en la “inseguridad” que sentimos cada uno de nosotros ante el prójimo; o este otro  “La ciudad es un sistema complejo pero incompleto” y por ultimo otro que tiene que ver con el primero  que es el miedo como elemento central, “....Por un lado, hay muchas violencias que no son urbanas, pero que usan el espacio de la ciudad para operar...”, disiento en un sentido ya que si operan esas violencias en la ciudad, son violencias urbanas.

El tema es en síntesis, la violencia urbana porque es algo obvio la violencia se desarrolla, se manifiesta y daña en las ciudades, que por definición es un conjunto edilicio donde habita una población densa.

Obvio que la violencia puede ocurrir en el lugar más recóndito entre dos personas, pero esa violencia quedará fuera de esta nota.

Lo que me interesa es una de las causas de la violencia que llamaríamos ciudadana, con su lógica consecuencia, la inseguridad, que es lo que Sassen describe como una “...historia de expectativas, de proyectos, de ilusiones frustradas”.

Si admitiéramos por un instante lo urbano como opuesto a lo rural veríamos que la frustración en el sentido que estamos hablando, tiene que ver con lo que llamaría “frustración urbana”, que es el escenario donde las “frustraciones se potencian” y repercuten.

En el medio rural, usada la expresión como opuesto a la ciudad, la gente más que frustrase se resigna, admite la adversidad, diría que en principio, la frustración es un fenómeno urbano, la resignación una cualidad rural.

Como dirían algunos la “frustración” es noticia y la suma de “frustraciones” se convierte en problema o cuestión.

La frustración tiene que ver con “el otro” o con “los demás” porque “frustrar” significa “privar” “quitar” y hasta “impedir”.

Pero también hay otra “frustración” que se origina no por acción de “el otro” sino por la carencia de la propia idoneidad o por error en la toma de decisiones o por la exageración de las propias expectativas.

Las villas urbanas que integran la ciudad de Buenos Aires, o las que rodean a la propia Buenos Aires, son la expresión material y visible de la suma de “frustraciones” que según explica Sassen constituyen una de las causas de la violencia urbana.

Las villas urbanas son expresión, aunque no la única, de desigualdad y de injusticia social y a la vez desurbanizan y destruyen las capacidades urbanas de la ciudad.

La urbanidad tiene que ver con el respeto que por definición es “Veneración, acatamiento que se hace a alguien” y en otra acepción, “miramiento, consideración, deferencia”.

Pero cabe preguntarse ¿se puede ser “urbano” desde la sima de la injusticia....?

No cabe duda hoy las ciudades son inseguras, en cuantas ciudades del mundo hay zonas virtualmente prohibidas para los turistas o cuando menos para la circulación distendida o individual o cuando oscurece incluido Buenos Aires o Montevideo.

En mi opinión los niveles de inseguridad tienen que ver y varían según la “autoridad” que la población le reconoce a sus dirigencias.

Ciudades con millones de habitantes son muy difíciles de controlar y “cuidar”, no es posible poner un policía al lado de cada habitante.

Es el prestigio de la clase política por su autoridad, certeza en las decisiones y ejemplaridad en los comportamientos, la que contribuye a la seguridad.
En sentido inverso en la medida que decrece la autoridad de la clase política, se incrementa el nivel de inseguridad.

“Hoy no se visitan ciudades tanto para ver un museo especifico, por ejemplo, como para tener la experiencia de su urbanidad. Pero hay una vuelta irónica, porque muchas veces se busca ver lo mismo en todas partes...”, dice Sassen.

En este punto establecemos la relación del título de esta nota que pretende ser una suerte de ensayo.

La pregunta sería que busca el turista y recíprocamente que hay que ofrecerle.

El turista, por esencia busca certeza, tranquilidad, amistad, urbanidad, diría que no quiere problemas, los problemas quedan en su origen, son su tarea de la vida diaria, cuando sale podríamos decir busca destinos calmos, tranquilos y sobre todo que las cosas de todos los días funcionen bien.

En nuestra homeopatías del pasado 16 de agosto hacíamos referencia a que el ministró del Area de España para disuadir a los españoles a viajar fuera de España, señalaba las dificultades de algunas playas al decir que había mosquitos y temperaturas muy elevadas. Señalaba las incomodidades y los pretendía convertir en destinos incómodos.

Lo mismo pasa con las ciudades, cuando una ciudad adquiere fama de “incomoda” la gente deja de ir.

La incomodidad se manifiesta de diversas maneras.

Para el turista es incómodo tener que recurrir al “mercado negro” para favorecerse con el tipo de cambio.

Para el turista es incómodo un deficiente funcionamiento de los servicios públicos.

Para el turista son incómodas las protestas sociales que impiden la libre circulación.

El turista escapa en lo posible de viajar a hacia destinos que se consideran inseguros, no solo en lo referido a la seguridad personal sino a la certeza que podría cumplir con el itinerario elegido en las condiciones pactadas.

El turista no viaja a destinos en los que considera que no existe el respeto o un mínimo de urbanidad en las conductas de los habitantes, diría no elige destinos inamistosos.

Es elemental decir que el turismo es una elección de destinos, destinos que se materializan en “ciudades” y desde allí se inician los periplos.

Hoy, en genera,l las “ciudades” en general pueden mostrar el esplendor de culturas, como decía Sassen, guardadas o conservadas en museos, pero el turismo busca la experiencia de la urbanidad del destino elegido.

Diría la belleza de los destinos está compuesta por diversos componentes o elementos, pero uno de ellos, diría esencial en un mundo globalizado es el respeto o su urbanidad.

Hay destinos en el mundo que muy difícilmente resulten “destinos turísticos” y diría que ello se debe fundamentalmente porque son destinos asociados, con razón o sin ella, con la violencia y que constituyen por lo menos en el discurso un espacio cuando menos amenazante de combate o agresión.

Cuando una sociedad carece de ejemplaridad se torna acida o agria para el sabor turístico.

Veamos el caso de Grecia. Noticias periodísticas dan cuenta que algunas corrientes turísticas han disminuido y para ello por sobre la belleza de su geografía y clima, primó en la visión del turista lo que llamaría un descenso de su “urbanidad”.

Hay destinos, como Cuba, en las que el turista ejerce y disfruta de derechos vedados para la población en general. Inteligentemente el gobierno muestra una sociedad “urbanizada” y dentro de su geografía va ofreciendo nuevos destinos que son demandados por las clases medias de nivel medio de casi todos los países de América y Europa.

Como vemos el régimen político no es obstáculo, cuando sus políticas turísticas le ofrecen a la gente “urbanidad” y amistad.

La “urbanidad” para el turismo también implica que los conflictos locales no afectan ni impactan en la vida de los visitantes.

Pienso que de aquí en más el turismo buscará destinos amistosos, simpáticos amén de otros atractivos, pero no olvidemos la amistad y la simpatía serán la expresión de desarrollo, crecimiento y buena fe.

El turismo es una actividad que no es depredadora, no agota recursos, por el contrario se renueva y se multiplica, el turismo no es asimilable a otros productos o comoditis, el turismo es más bien una experiencia cultural, social, física y espiritual.

El turismo es una actividad económica y comercial, genera recursos y empleos pero para el turista es como dijimos una experiencia mucho más que un consumo.
El turista en cierto modo no se siente consumidor porque el consumo cae en el ámbito del “nec-otium” y el turista es la persona en “ocio”, en tiempo libre.
Paradójicamente podríamos decir que el turismo es el negocio del “tiempo libre” pero el uso del tiempo libre poco o nada tiene que ver con un uso comercial.

El turista es amateur, lo que almacena el turista son recuerdos y experiencias por eso el turista en general es prudente al momento de elegir su destino.

El turista no compra un bien tangible sino absolutamente intangible, como lo son las “experiencias”, el turista compra su “experiencia futura” aunque siempre elija un mismo destino.

Por ello siempre elegirá un destino amistoso y con don de “urbanidad”.

El turismo como actividad económica y comercial continuará con su desarrollo y crecimiento y me animo a decir que obligará a que las ciudades dejen de ser escenarios de combate y violencias, pero para ello las dirigencias políticas deberán tener real autoridad, que nada tiene que ver con el poder o la prepotencia.

Portal de América



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