Turismerías....(si para bien no pueden...).
Martes, 07 Agosto 2012

Turismerías....(si para bien no pueden...).
En esta entrega, nuestro columnista encara tres temas casi cotidianos en la actividad: la moneda; las tarifas aéreas y el turismo receptivo.
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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires


A cada país con su moneda....


Se publicó en el Boletín oficial la Resolución 3356 de la AFIP titulada “Programa de Consulta de Operaciones Cambiarias. Resolución General Nº 3210 y sus complementarias. Su sustitución”, que reglamenta la compra de moneda extranjera en concepto de turismo y viajes al exterior. La novedad es que los agentes de Viaje o empresas de transporte aéreo deberán validar que el “potencial adquirente” posea un billete para que la AFIP, considere, a los efectos de la validación, el país de destino informado y la moneda que se pretenda adquirir.

Es decir si un “potencial adquirente” viaja a Uruguay, Chile o Brasil deberá manifestar que desea comprar monedas de curso legal en esos países y si viaja a países de los que en Argentina no hay stock monetario solo Dios sabe, que moneda le ofrecerán...

Lo gracioso es que todos estos trámites son para acceder al “mercado libre y único de cambios”, como sería la cosa si no existiera ese mercado... En fin....

Sobre las tarifas aéreas....


Es común escuchar a cualquier CEO de una línea aérea decir que el transporte aéreo es un negocio de muy baja rentabilidad.

La verdad es difícil imaginar que se destinan tantos millones de dólares al transporte aéreo para tener una rentabilidad muy baja comparada con la que se puede obtener en otras actividades comerciales o para perder dinero y quebrar...

El sentido común me dice que precisamente la baja o nula rentabilidad es la causa para que las líneas aéreas quiebren y le de a este negocio esa imagen de fragilidad y de fatalidad cada vez que una línea aérea se queda en tierra.

Lo llamativo es la imaginación que se aplica al negocio para incrementar el valor de las tarifas que son los llamados ingresos auxiliares o “ancillaries revenues”.

Según da cuenta la última edición de LADEVI, en una nota firmada por Alejo Marcigliano, este tipo de ingresos habría alcanzado los casi u$s 23 mil millones durante el año 2011, las que mas recaudan son la líneas aéreas “tradicionales” y las low cost comandan el lote si comparamos esos ingresos auxiliares con relación a sus ventas o ingresos totales.

Esto me trae a cuento lo que me relataba días pasados un conocido que hizo su segundo viaje por Europa y allí se movió en varias “low cost” llevándose algunas sorpresas desagradables. Para obtener mejores tarifas todos los billetes aéreos los compró con una anticipación de tres o cuatro meses.

El billete desde Londres Luton a Barcelona (Reus) lo pagó € 11,00, pero al llegar al aeropuerto debió pagar, por el check in o facturación, por el despacho de equipaje, por la reserva de butaca y por llevar un equipaje de mano, en definitiva el billete le costó  €95,00 y por una línea “tradicional” hubiera pagado un poco menos. Luego a bordo pidió agua mineral y se la cobraron € 7,00 y me contaba que durante todo el viaje la tripulación ofrecía la venta de todo tipo de servicios y algunos bienes, amén de juegos de azar que se resolvían de inmediato.

Su conclusión fue que en un próximo viaje, siempre y cuando logre superar los controles establecidos más los que habrá en el futuro, por parte de la AFIP o el banco Central para acceder al “mercado único y libre de cambios”, jamás volvería a volar en una low cost.

Si bien los casos individuales no sirven para generalizar, por lo menos explican que el “low cost” no siempre es tan “low cost”, pero el impacto marquetinero evidentemente es impresionante y ello lo convalidan la cantidad de pasajeros que utilizan sus servicios, que en los destinos que llamarías de cabotaje europeo, superan en pax a las líneas tradicionales.

No olvidemos que las “low cost” además reciben subsidios de varias comunidades o aeropuertos secundarios, cuestión que aun no logramos entender, pero parece que funciona.

Lo cierto es que cuesta entender porque se asumió como verdad infalible que el transporte aéreo es un negocio de baja rentabilidad.

Es obvio que hoy existe un exceso de oferta en el transporte aéreo ya que si no lo hubiera, las tarifas serian rentables y el negocio del transporte aéreo, sin escapar a los riesgos propios de toda actividad humana, no sería un negocio de baja rentabilidad.

La cuestión de los “ancillaries” en verdad es un contrasentido ya que no se trata de ingresos auxiliares sino de ingresos que tienen la misma causa “el transporte aéreo”.

En mi opinión las empresas deberían fijar tarifas diferenciales según los servicios que ofrezcan, amén del viaje en si mismo.

Una tarifa podría ser únicamente por el transporte del pasajero y a partir de allí fijar la tarifa por cada KG de equipaje transportado, sea en bodega o bien en la cabina de pasajeros, una tarifa por elección de asientos, una tarifa por servicio de abordo, por entretenimientos y así podría seguir el menú  de servicios ofrecidos.

Obvio, no  creo que a estos servicios se los pueda llamar auxiliares.

El transportador podría ofrecer tarifas con determinados servicios, por ejemplo 30 KG de equipaje fuere o no despachado, un servicio de abordo estándar, en fin y así se podrían armar, como dijimos variedades de menús tarifarios.

Los servicios auxiliares serian aquellos que no tengan relación con el transporte aéreo, como reservas de hoteles o alquileres de autos, pero en estos casos la línea aérea ya se desempeñaría como una suerte de agente de viajes y no sé si correspondería llamar a los ingresos por estos servicios “ancillaries” porque en verdad serian ingresos provenientes de una actividad conexa al viaje aéreo.

Lo que creo que debemos erradicar es que las líneas aéreas brindan servicios “gratis”, ya que todo servicio se facture o no por separado, tiene un costo y ese costo está incluido en la tarifa, incluidos los premios por millaje...

Preocupación por el turismo receptivo...

Comienzan a verse caras largas por la disminución del turismo receptivo, por ahora el impacto se nota en hoteles, especialmente los de 5 estrellas, restaurantes y ventas, pero también se advierte que podrían ingresar en zonas de riesgo fuentes de trabajo.

También hay por ahora incertidumbre sobre lo que ocurrirá con el turismo emisivo, no tanto por los obstáculos a la compra de moneda extranjera al TC oficial, sino mas bien porque se teme que se corte el uso de tarjetas de créditos en el exterior, como ocurrió en la década del 70 en que las tarjetas de créditos solo podían utilizarse en el país.

Esta vocación por volver al pasado parecería que es un imperativo cultural.

Ya hemos experimentado las consecuencias de gastar no solo el capital propio sino además utilizar endeudamiento para financiar gastos y sabemos que esas políticas nos llevan a la inflación y a la decadencia, pero allá vamos con hidalguía y valor...como verdaderos quijotes sin talento...

¡Qué pelotudez!, ¿no...?

Portal de América

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