¿Deben reinventarse las Aerolíneas…?
Jueves, 26 Abril 2012

Antonio Vázquez Antonio Vázquez
Leía en “Aero Latín News” una nota titulada “Aerolíneas de red: reinventarse para sobrevivir”. La nota en realidad se limita a reproducir el planteo hecho por el Presidente del IAG, holding de Iberia y British, D. Antonio Vazquez en la reunión de Presidentes del Club Málaga Valley. La tesis de Vazquez es simple, plantea que en  las líneas de red el 70% del tráfico de largo recorrido es de conexión y en ese sector, de corto y medio radio, esas compañías deben soportar “la competencia brutal” del bajo coste (low cost).
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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

A su vez el Presidente de Vueling, Josep Pique, afirmó que en ese sector de corto y medio radio “la sobreoferta, con una tremenda competencia, acercándose al modelo de competencia perfecta".

Lo cierto es que hay un acuerdo en el sentido que existe por lo menos en el sector de corto y medio radio un exceso de oferta que lleva a lo que Vazquez llamó “competencia brutal” pero también Pique nos presenta una contradicción o un oximorón, ya que no creo que se pueda hablar de “competencia perfecta” existiendo sobreoferta y competencia brutal…

Comparto la idea, por otra parte ya expuesta hace tiempo en el sentido que el transporte aéreo se ha convertido en un nuevo “commodity” como viene ocurriendo con muchos servicios que se han “comoditado” si me admiten el término, caso típico los supermercados.

Esta idea lleva una vez más a la necesidad de bajar los costes y me vuelvo a preguntar por qué no se plantea también la cuestión tarifaria.
Respecto a los costes y en base a mi experiencia siempre creí que es una cuestión de una sana administración, ya que no se me ocurre pensar que un buen gerente se despreocupe por los gastos y le de lo mismo gastar cien que mil o cien mil…

Aunque mi asesor haya sido el bueno de Perogrullo, en verdad Pedro Grullo, siempre que estuve en posiciones gerenciales, mi preocupación fue la de asignar correctamente los gastos, por eso esta epidemia que asola al transporte aéreo en el sentido de “bajar los costes” me cuesta entenderla.

Siempre según la versión de “AeroLatin” Pique dijo “la única manera de vender es, por tanto, teniendo una estructura de costes lo más baja posible y, a partir de ahí, ver si es posible diferenciar el producto", algo que sólo es posible acometer desde la tecnología. También ha destacado que la evolución de Internet en 20 años ha sido "tan extremadamente contundente" que ha hecho que "se difundan como la pólvora" las compañías de bajo coste, "no tardando años en establecerse sino meses".

Pienso que Pique ha caído en un lugar común y pretendió hacer de la obviedad un descubrimiento, aunque insisto no se trata de tener los costes más bajos sino los más racionales.

En ese sentido el “low cost” ha tenido sus méritos, por ejemplo al tarifar servicios como las comidas o meriendas a bordo, el castigo al “no show”, el tarifar el equipaje y la ubicación y otros servicios que hacen más placentero el viaje, pero mi teoría es que debe ser el pasajero el que mida el grado de confort con el que quiere viajar y obre en consecuencia adquiriendo los servicios que considere pertinentes.

Estas políticas no implican bajas costes, sino racionalizar el servicio del transporte aéreo.

Es cierto que el transporte aéreo ha perdido el glamour de otras épocas cuando la ocupación no llegaba al 40 o 50% y la competencia se sustentaba en la calidad de los servicios que se brindaban a bordo.

Esa época terminó.

La cuestión en mi opinión radica en la “sobreoferta” y este es parta mi la gran problemática de la época.

Hasta ahora y la crisis del sistema económico es la gran muestra, hemos vivido la economía de la dilapidación, todo se podía hasta que se llegó a creer que se podía generar riqueza de la nada, las famosas “euforias irracionales del mercado”

Ahora la cuestión radica en quien paga la deuda gestada en los últimos diez, veinte o treinta años durante la época del bienestar…

Unos con el famoso Krugman a la cabeza y esa suerte de neokeynesianismo piensan en trasladar los costos de las “euforias irracionales” a las futuras generaciones para paliar sus consecuencias actuales, especialmente el desempleo para ello pregonan el incremento de la deuda pública para de algún modo pagar la deuda generada en el sector privado con  la obvia complicidad de los estados, por aquello de “…es la economía, estúpido…” y de ese modo terminar con  la recesión.

Otros, con Angela Merkel a la cabeza, piensan que el precio debe pagarse ahora ensayando políticas de austeridad, bajando el gasto público, lo que implica racionalizar el uso del dinero, ajustar los beneficios sociales a las posibilidades reales de la economía y en síntesis volver a una cultura del esfuerzo y el trabajo.
El transporte aéreo debe también resolver su dilema que plantearía en estos términos: Necesidad de terminar con la sobreoferta, revisar la política tarifaria apuntando a generar una demanda realmente sostenible y también terminar con los subsidios al “low cost”.

La tecnología disponible desde ya facilita la baja de costes, no solo en la comercialización, sino en toda la gestión administrativa y burocrática, ahora bien esta baja de costes no debe verse como un mérito de una gestión gerencial, sino como una consecuencia del aprovechamiento integral de esa tecnología disponible.

Debería apuntarse asimismo a la posibilidad de generar una oferta variable, por ejemplo el ofrecimiento de servicios de transporte aéreo condicionado al hecho que la ocupación alcance un mínimo con una anticipación razonable a la fecha  y hora seleccionada, por ejemplo 72 horas, caso contrario la reserva podría trasladarse a otro servicio o cancelarse con el reintegro del precio.

Obvio ello exigirá el necesario previo aviso y la no interferencia de las autoridades de aplicación, al tiempo que se debería comenzar a generar la cultura para el caso mediante una adecuada publicidad.

Esta “sobre oferta” o “competencia brutal” es la nueva versión de las antiguas “guerras de tarifas” y debemos tener en cuenta que cuando el precio de un servicio o bien apetecido es bajo, el consumo se convierte en dilapidación y con el correr del tiempo es obvio que la calidad llega a niveles mínimos como lo estamos experimentando en Argentina con muchos servicios públicos que están al borde de su colapso.

La tarifa real que garantice una rentabilidad normal debería ser la meta de toda línea aérea como es la meta de toda actividad comercial.
El hecho que la actividad se haya “comoditizado” no implica que deba bajar el nivel de calidad.

En un supermercado la calidad de su servicio radica, entre otros varios aspectos, en la cantidad de cajas disponibles para disminuir la espera para la facturación y el pago.
Es posible que esa comodidad impacte en los precios de los bienes y también es posible que el supermercado vecino tenga menos cajas y precios más bajos, pero será el cliente quien deberá ponderar cuánto vale su tiempo…

Concluyendo, no sé si las aerolíneas deberán reinventarse o más bien afrontar esta nueva versión de la guerra tarifaria consecuencia de la sobreoferta que todos reconocen y ninguno se atreve a enfrentarla.

Así, como estamos perderán todos… en verdad perderemos todos…

Portal de América

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