por Eliseo Sequeira, desde Montevideo, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
En todos los casos, en forma reiterada, los medios toman de los servicios de emergencia la explicación de que "la baja humedad del ambiente, las escasas o nulas precipitaciones, las altas temperaturas y los vientos fuertes han favorecido directamente en el desarrollo de los fuegos”. El asunto es que esas son las condiciones climáticas predominantes en las zonas afectadas por esos incendios. Eso significa que en lo que más deberían apoyar los medios, es en crear la conciencia colectiva de que se está en un período predisponente al rápido desarrollo de incendios forestales, por lo que la PREVENCIÓN debería ser fundamental.
Otro elemento predisponente relacionado al desarrollo de los fuegos es el grado de limpieza de los predios y montes, a mayor limpieza, menor riesgo y a iguales condiciones meteorológicas, menor velocidad de desarrollo.
En Uruguay está vigente desde el 1º de noviembre el Decreto 436/2007 que prohíbe las quemas, incluso las "controladas". Como en el transcurso de los años hubo reiterados incumplimientos de esta normativa, en los casos constatados se ha procedido a judicializarlos.
El comportamiento humano como desencadenante
Mientras estuve en Meteorología, esta institución elaboraba todas las temporadas estivales el "índice de riesgo de incendio forestal". Pero yendo más allá, fueron cruzados los datos del índice con el número de focos ígneos de cada localidad cubierta y el momento de aparición. Fue encontrado que a un mismo nivel de riesgo, los focos aparecían más rápido en las áreas con menor densidad de población estable.
Ello tiene dos lecturas que confluyen. Más allá de la posible intencionalidad que en varios casos se ha sospechado, en la mayoría de los incendios es el descuido el principal factor de inicio. Sobre este punto es necesario incrementar el foco de los medios de prensa para reducir el "descuido" como desencadenante.
En las áreas donde hay mucha población flotante es más frecuente encontrar una fogata mal conformada o mal apagada, una colilla de cigarrillo encendida tirada sin mirar dónde, o un elemento (vidrio o metal) que concentre el calor del sol en material inflamable. Asimismo, una vez iniciado el fuego, hay menos probabilidad de que sea detectado a tiempo para su rápida extinción, y la poca densidad poblacional reduce la rapidez del inicio rápido del combate al fuego.
El comportamiento humano como ayuda
Con el paso de los años, la sociedad en su conjunto ha ido tomando conciencia de que al ver un fuego, el rápido aviso a los bomberos es crucial para reducir los daños. También hemos visto que cada vez son más los voluntarios civiles que colaboran codo con codo con los efectivos (bomberos, policías, militares) que combaten el fuego.
Este combate civil al fuego muchas veces tiene como desencadenante la amenaza del fuego a las vidas y propiedades de los mismos. Son situaciones donde el mayor riesgo es la falta de preparación para la tarea y la desesperación por evitar un desenlace trágico.
Aquí también debería haber un mínimo de información de cómo comportarse al enfrentarse a un incendio mientras se espera la llegada de los bomberos. Hay que tener claro que una vez llegados los primeros bomberos, el comando de las acciones pasa a ellos pues tienen el conocimiento y la experiencia necesarios.
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