Ya lo habíamos visto en algunos países de Europa, aunque, debo reconocer, sin darle la importancia que tiene y sin observarlo desde la perspectiva del viajero lejano, aquel que aún no ha decidido su destino.
La presentación virtual, por cierto nada novedosa a esta altura, tiene múltiples beneficios para el ente turístico que invita a visitar su comarca.
En una misma página reproduciendo un ámbito común a la mayoría de los centros de informes, dándole más amplitud, se tienen definidos cuadros como los que sostienen folletería y en la que está todo lo que el turista necesita saber, eligiendo él mismo el idioma de referencia.
Se le puede embellecer con el diseño que se pretende para cada ocasión del año o tipo de turista (piense en Navidad, Hannuka, verano, invierno, playa o turismo aventura), y cambiarlo cuántas veces se quiera.
Una informante, siempre atenta -a la que también se puede modificar o a su look, cada vez que se desee- guiará al turista virtual por la cartelera de ofertas y si el probable visitante así lo quiere, abundar en más información.
Lo que el sector público o privado tiene para mostrar y tentar al visitante, estará allí, siempre inmaculado, ordenado y los cambios que haya para hacer, nunca serán vistos por nuestro aún desconocido turista.
La informante hablará siempre en forma correcta, tanto en nuestro idioma como en cualquier otro que la estadística demuestre que es necesario cargar en el programa; atenderá igual a muchas personas a la vez; no se enfermará ni cambiará de humor; sabrá de todo y atenderá las 24 horas de día todas las semana, 24x7 como dicen en Estados Unidos.
El costo será sólo pantallas -cada día más accesibles- programación y mantenimiento, se podrá informar pero también vender, hacer reservas y programar paquetes.
Si no me cree, fíjese lo que hacen en Valencia, España, a través de este link http://www.turisvalencia.es/TouristInfo/ES/index.html
Eso es mejor que atender salteado, con personal a vece extenuado que no puede atender todos los días del mismo talante y que no sabe de la multiplicidad de oferta que el país tiene. O Punta del Este, Montevideo o Colonia.
O –pecado uruguayo- poner a algún fulano/a porque es amigo de alguien que nos dio una mano para llegar a la sillita del poder.
Habría que pensarlo, ¿si en el mundo está todo inventado, para qué creer que nosotros podemos hacer algo mejor que los demás?
Es medio soberbio, ¿no?
Portal de América





