“Estos Bombardier son fantásticos”. El avión de Pluna generó un turista más para Uruguay
Lunes, 28 Noviembre 2011

Aeropuerto de Córdoba Aeropuerto de Córdoba

Parecía empresa difícil levantarse antes de las cuatro de la mañana para prepararse e ir al aeropuerto y tomar un vuelo a Carrasco el cual en el hotel, daban por descontado se atrasaría. La atención de Tomás Turrado y la gente de Córdoba Turismo fue extraordinariamente generosa y agradable la noche anterior, con charlas sobre diferentes aspectos de las realidades del turismo en nuestros países, lo que hizo que las horas pasaran y de la cena al momento de ordenar lo último en las maletas fue prácticamente un “seguir de largo”.

1250x115 Nardone libro
MINOR hotels - Cynsa 1250x115
Hotel 5to Centernario - 1250x115
Arapey 1250x115


por Ricardo Montenegro, de su viaje a Córdoba



Pero el amanecer cordobés me sorprendió -aunque el sol sale en todos lados por el mismo punto cardinal- por lo agradable de la temperatura en esta época, mucho más aceptable que la nuestra aún registrando los mismos grados.

El traslado al aeropuerto en el bus que puso a nuestra disposición el ente turístico, con Mario al volante –un cordobés que ama su tierra y es arquetípico del hombre afable de esa provincia- fue un trayecto tranquilo, a la vez que breve.

Llegamos temprano, antes de la hora por si acaso, así que había que esperar un poco.

Me acomodé en uno de los sillones de la sala, observé al resto de los pasajeros que llegaban y al rato nomás, estábamos en el check in.

El aeropuerto está en pleno proceso de modernización, con una de las etapas terminadas bajo la concesión de Aeropuertos Argentina 2000, empresa que está haciendo una inversión significativa y por lo que se observa, de buen gusto.

Di una vuelta de curioso, en el free shop hasta que llegó la hora de abordar, atendidos con máxima amabilidad –todos los pasajeros- por el personal de Pluna.

Allá fui hasta el 17C a acomodarme, no sin antes dar paso al pasajero que ocuparía la ventanilla, con el aspecto de quien en estas tierras solemos identificar como “extranjero”, sea la persona europea, de América del Norte, Nueva Zelanda, o de Tacuarembó; ustedes entienden.

El hombre, de unos 60 y muy pocos años sí, era extranjero y apenas se colocó el cinturón de seguridad saludó y me dijo su nombre, que no entendí bien por las voces de los demás y que por esas cosas de las convenciones sociales mal entendidas, no me atreví a pedirle que lo repitiera.

Entramos en una charla entretenida y relató que viajaba bastante a Córdoba porque tenía allí un nieto estudiando español, lo mismo que había hecho él unos años atrás, en un curso corto, que le sirvió –dijo- para entender el idioma y que le entendiesen, tratando de perder el acento de su lengua materna, el inglés.

De dónde era el compañero de vuelo, no viene al caso, como tampoco mi parte de la conversación.

Me dijo que volvía a su país, así que no pude reprimir la pregunta de “porqué Uruguay como destino de este tramo de su regreso”, teniendo en cuenta que hay otras opciones.

La respuesta tuvo dos aristas que no dejaron de sorprenderme.

Una, que llegaría a tiempo para recorrer la feria de Tristán Narvaja, en Montevideo, de la que había oído hablar mucho y en la que esperaba encontrar algunos libros y algo de platería criolla que identificara al país.

Pero lo que más le atraía era ser espectador de esa mixtura social y cultural de la que le habían hablado.

La segunda respuesta fue que volar en un CRJ900 era un placer, del que había disfrutado en compañías de Estados Unidos, Europa y Asia, sorprendiéndome con el conocimiento de algunas de las características de la nave, como su autonomía, silencioso vuelo y la reducción de un 30 por ciento de emisiones contaminantes.

“No soy canadiense, por lo que no lo digo por nacionalismo, pero estos Bombardier son fantásticos, así que al tener esta opción para lo que sería mi primera visita a Uruguay, no lo dudé”, dijo sonriendo.

Señaló al Sol, que apenas se levantaba en el horizonte dibujando sobre las sierras lejanas, mientras a la hora exacta prevista, el avión despegaba casi sin que lo advirtiéramos.

Charlando, tampoco advertimos que ya estábamos encima de Montevideo, en las maniobras de acercamiento al aeropuerto de Carrasco, en el que aterrizamos 10 minutos antes de la hora prevista para el arribo.

Al final del viaje, cuando salíamos del aeropuerto para tomar nuestros respectivos caminos, nos despedimos deseándonos mutuamente un feliz año.

El “chau Ricardo” del final, me dejó con la incertidumbre de saber si tenía mejor oído, o era más educado que yo...

Sin comentarios por favor.

Portal de América

Escribir un comentario

Promovemos la comunicación responsable. No publicamos comentarios de usuarios anónimos ni aquellos que contengan términos soeces o descalificaciones a personas, empresas o servicios.