Para algunos el lujo en hotelería significa 5 estrellas o las siglas G.L. (Gran Lujo)
Para otros significa mármol, dorados (o incluso oros), escalinatas, vajillas de Limoges, butacas Luis XV…
Hay para quien que un hotel de lujo es un hotel con el nombre, el sello de un afamado diseñador o un arquitecto.
Para otros es un lugar con una ubicación privilegiada, única en el mundo…
Para otros, un hotel con conserjes con librea…
O es quizás un lodge en Tanzania en las llanuras del Serengeti ?
Hace un tiempo leía en una entrevista a Marie Claude Sicard, especialista en lujo y autora del libro “Lujo, mentiras y marketing: cómo funcionan las marcas de lujo”, en la que le preguntaba el periodista:
- ¿Qué es el lujo para usted?
- Para mí es hacer ‘trekking’ en la Patagonia, pues está lejos de todo, tiene un aire muy puro y es un lugar protegido de la televisión, internet, prensa y móviles. Es como estar en otro planeta. Para mí es el ‘summum’ del lujo.
Y es que no es tan sencillo definir qué es un hotel de lujo. Incluso podríamos remontarnos a los orígenes del turismo: el Gran Tour en el siglo XVIII, al fin y al cabo era turismo de lujo: esos jóvenes de familias “bien” que viajaban recorriendo Europa conociendo su cultura e impregnándose de su arte. Poco después comienzan a nacer los primeros grandes hoteles, y su afán por ofrecer los mayores “lujos” de la época.

Ramgagh Palace Hotel, Jaipur, India
Hoy en día un hotel de lujo tiene muchas acepciones. Podríamos decir que el concepto ´lujo´ha adquirido “cierta subjetividad”.
Lo que está claro es que el concepto ha evolucionado, y cuando hablamos de lujo no tenemos por qué estar hablando de un lujo de guante blanco.
Entonces, cuando pretendes dar un servicio de lujo a tus clientes, ¿sabes qué es el lujo para ellos?
¿Cómo puedes hacerles percibir el lujo si tu hotel no está construido en mármol de Carrara?
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