Turismo y cultura: pasar un buen rato aprendiendo
Sábado, 23 Julio 2011

Turismo y cultura: pasar un buen rato aprendiendo

El turismo tiene la ventaja de conocer otras culturas, costumbres e idiomas, no sólo cuando viajamos, sino también cuando recibimos y oímos. Tal es el caso que me ocurrió hace pocos días, sol mediante, en una tregua vespertina de estos fríos paralizantes.  Estaba sentado cómodamente en la Plazuela del Teatro en Colonia del Sacramento, cuando un señor se me acercó, con marcado acento castizo y me consultó del porqué del nombre del lugar.

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por Ricardo Montenegro, especial para PDA


Sin duda que me vio local, criollo, tal vez porque leía un diario sin que la fascinación del lugar me alcanzara. La cosa es que le expliqué que en ese espacio, según registran las crónicas, se ofreció la primera función teatral en el Río de la Plata; “Las armas de la hermosura”, de Pedro Calderón de la Barca, en enero de 1730.

La conversación giró a otros tópicos y vino la pregunta casi inevitable: ¿cuál es el sentimiento en Uruguay sobre la conquista española? Si se comparaba con la de otros países como los andinos o centroamericanos, entre los que destacó a México, o si teníamos otra visión de la época y de España.

Concluimos que cada país tiene una forma diferente de ver y opinar –y hasta enseñar- esa parte de la historia, pero que en definitiva el visitante y yo cada uno ciudadano de su país, en pleno siglo XXI, no podíamos ser protagonistas de ninguna discusión.

El español que preguntaba era profesor de lenguas y vivía en Toledo y yo era descendiente de europeos inmigrantes, así que convinimos es que lo que debe rescatarse es lo mejor, que en mi opinión era la expresión multicultural del país a partir de la colonización española y por supuesto, el riquísimo idioma que heredamos.

Al español de entonces, el primero que llegó a estas costas, siglos después se le agregaron modismos traídos por oleadas de inmigrantes y el lenguaje de cada país de la América Latina tenía diferencias. Incluso en un mismo país, como el nuestro, según la procedencia del inmigrante.

En algunos lugares a la costilla se le dice chuleta o a un pan telera o flauta. Según el sitio del que provenía el carnicero o panadero, era el nombre del producto. Hasta el decir almóndigas o albóndigas, tiene que ver con ello, como mahonesa y mayonesa..

Entonces este turista me dio algunos ejemplos que sólo se pueden dar en nuestro idioma, verdaderas curiosidades, casi imposibles en inglés, italiano o francés.    

Por ejemplo, me dijo, la acentuación, que tiene cosas como esta. Y se despachó con la frase «Tomás pidió públicamente perdón, disculpándose después muchísimo más íntimamente», en que las nueve palabras tienen todas las acentuaciones.

Se ve que mi sorpresa le animó a seguir, porque me hizo ver que la palabra oía tiene tres sílabas en tres letras y que en aristocrático, cada letra aparece dos veces, o que el término arte es masculino en singular y femenino en plural.

Futboleros ambos, me hizo ver que en la palabra barrabrava, una letra aparece una sola vez, otra aparece dos veces, otra tres veces y la cuarta cuatro veces y que el vocablo cinco tiene a su vez cinco letras, coincidencia que no se registra en ningún otro número, mientras que mil es el único número que no tiene ni o ni e.

Consulté por otras y me recordó que en el término centrifugados todas las letras son diferentes y ninguna se repite y que el término corrección tiene dos letras dobles...
La clase al aire libre me estaba gustando así que falto de ejemplos propios, pedí más y me los ofreció.

Ya con más confianza me dijo: pues fíjate que las palabras ecuatorianos y aeronáuticos poseen las mismas letras, pero en diferente orden y que con 23 letras, se ha establecido que la palabra electroencefalografista es la más extensa de todas las aprobadas por la Real Academia Española de la Lengua.

¡Qué tal!

Siguió con que el término estuve contiene cuatro letras consecutivas por orden alfabético: stuv; que euforia tiene las cinco vocales y sólo dos consonantes... y que con nueve letras, menstrual es el vocablo más largo con solo dos sílabas.

Aquí no se parece que haya necesidades extremas, me dijo y pensé que cambiaba de tópico justo cuando yo estaba más entusiasmado, pero enseguida agregó que eso venía a cuento porque la palabra pedigüeñería tiene “los cuatro firuletes que un término puede tener en nuestro idioma: la virgulilla de la ñ, la diéresis sobre la ü, la tilde del acento y el punto sobre la i”.

Antes de retirarse, me aseguró que había disfrutado de la ciudad y de la charla –de lo que ambos sabíamos yo había aportado muy poco- y que reconocía que Colonia era el sitio que le habían descrito. Al irse, avanzó un par de metros y se detuvo para decirme  “a propósito, el vocablo reconocer se lee lo mismo de izquierda a derecha que viceversa”.

Fue una tarde completa. Y está claro: el turismo es cultura.

Portal de América

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