Lo mediático del Dreamliner
Martes, 26 Febrero 2013
“Estos problemas son inevitables cuando se están desarrollando nuevas aeronaves y son puestas en servicio. Los recientes problemas relacionados con el B787 no son diferentes”. A nivel de industria, la frase anterior mencionada en la postura de Korean Air frente a la paralización de la flota Dreamliner, resumen el contexto en el cual se debe enmarcar la actual situación del que es hasta ahora, el avión de pasajeros más moderno del mundo.
por Ricardo J. Delpiano, desde Santiago de Chile, especial para el PDA
Algo similar había señalado antes, al indicar que las situaciones presentadas son parte de los costos derivados de la introducción de tecnología completamente nueva para construir aviones de siguiente generación, casos que pueden ser comparados a situaciones anteriores a lo largo de la historia de la aviación, con la salvedad de que ahora la industria ha sido capaz de detectar problemas antes de ocurran accidentes fatales.
En una línea similar, se enmarcan los problemas presentados años atrás en el programa A380 de Airbus, caso con el cual muchos se atreven a comparar la actual situación del “avión de los sueños”. Si bien en lo técnico dicha comparación es válida a nivel mediático no lo es. La razón –aunque no sea del agrado de Airbus- es la mayor importancia y expectativa que posee el B787 Dreamliner frente al A380.
Por sus prestaciones, el B787 está llamado a capturar una mayor cuota de mercado, permitiendo a las aerolíneas atender una mayor cantidad de rutas de corta, media y larga distancia con una capacidad media de pasaje. En ese sentido, el Dreamliner está destinado a hacer el avión ideal para las compañías aéreas, las cuales podían abrir rutas casi desde cualquier lugar del mundo. Por lo anterior, no es extraño que a la fecha, existan más de 800 aviones vendidos.
El A380 en cambio está destinado a un segmento muy particular del mercado, en rutas de alta densidad de tráfico, principalmente relacionadas con la conectividad entre los distintos hubs. En términos funcionales, el avión es útil para un escaso número de aerolíneas, principalmente aquellas que atienden zonas de alta densidad de población, como Asia, o bien están en un lugar geográficamente privilegiado que les permite conectar desde un punto los principales centros de comercio (caso de Emirates, Air France, Lufthansa, etc.).
Considerando lo anterior y las millonarias inversiones, tanto monetarias como de confianza, que la industria de la aviación ha realizado en el B787, es perfectamente entendible que lo que esté ocurriendo con el avión genere un mayor impacto mediático, más aún con un programa que lleva cuatro años retrasado de lo inicialmente prometido, periodo en el cual se esperaba que gran parte de los problemas que se podrían presentar fueran solucionados.
De ahí se entiende también, que algunos líderes de la industria hayan hecho público su enojo frente a los últimos problemas registrados, más aún cuando éstos ponen en riesgo algunas certificaciones o generen restricciones, que impidan que en el futuro el avión pueda desempeñarse en las funciones a las cuales debiera estar asignado.
A cinco semanas de la paralización de los vuelos, el escenario se mantiene todavía incierto, a pesar de la propuesta de Boeing para mitigar posibles futuros problemas con las cuestionadas baterías de ion-litio. Hasta la fecha, la detención del B787 no ha causado grandes problemas en las operaciones, ya que muchos servicios con este avión han sido reemplazados por aviones de similar capacidad y prestaciones. Sin embargo, la extensión en el tiempo de la paralización está comenzando a crear nuevos problemas para las líneas aéreas, ya que muchas no poseen la disponibilidad de flota para mantener el reemplazo del B787 en las rutas que este volaba. Por lo anterior, algunas han decidido suspender temporalmente algunos servicios y/o retrasar planes de nuevas rutas en función de los avances que se presenten en las investigaciones que se llevan a cabo.
La industria de la aviación confía en que los problemas del Dreamliner serán solucionados, aunque eso no quita de los desafíos que se presentarán para el constructor mientras continúen las medidas impuestas para el avión. No hay duda que la paralización del B787 dejará lecciones importantes, pero por ahora, nos recuerda que cada incorporación de nuevas tecnologías genera inconvenientes a los cuales es necesario atender, tal como ha ocurrido a lo largo de la historia de la aviación. Sin embargo, a diferencia de décadas pasadas, los avances alcanzados por la industria de la aviación están permitiendo tomar medidas preventivas, contribuyendo a garantizar la seguridad de las operaciones, la prioridad número uno del sector.
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