Que el remedio no sea peor que la enfermedad
Martes, 23 Octubre 2012
En toda esta novela y a la luz o sombra, como usted prefiera, de las decisiones del gobierno, no es una locura inferir que ya estaba decidido ahogar a Leadgate primero, luego acabar con PLUNA, para después arreglar con alguno que la había pedido o tirarse al agua a ver que salía.
por Ricardo Montenegro, desde Colonia del Sacramento
Y si lo creen locura, es sólo opinión, no hace perder cientos de millones de dólares y deja a los operadores nerviosos oteando el horizonte.
Como vimos, la indomable máquina de impedir que castigó durante años a cuanto gobierno hubo, terminó actuando por su cuenta, como un organismo vivo, con carácter propio y se jugó a tirar la soga.
Algunos cayeron y se dieron de traste al suelo, otros se han quedado con la cuerda, pero no hay a qué atarla.
A casi cuatro meses de perder la conectividad, actuando como si fuera cerrar un local de ropa, para abrir a la mañana con otras marcas, se afirma lo que se ha dicho desde estas páginas: parece que en el multisectorial elenco no hay nadie que sepa del negocio aéreo.
(De pronto me interrumpe el recuerdo de mi amigo Juancho, quien tenía una sentencia para aquellos abusadores que solían “colarse” o hacían papelones en las reuniones del club, les decía bastante fuerte “sigan, sin vergüenza ninguna”).
Utilizando palabras que han salido de la boca de los protagonistas públicos, si en este fallido negocio Uruguay pierde más dinero, conectividad, soberanía, empleo calificado, turismo, imagen y alguna otra que se me olvide, la responsabilidad es de los funcionarios que han tomado decisiones, por más que se las hayan ordenado desde arriba.
A quienes eligió la gente, diputados, senadoras, vice y al presidente, resta pedirles a unos que se llamen a silencio y a otros que atinen en lo que decidan.
Pero hay algunos a quienes los cargos ya les quedan grandes, desde bancarios a ministros; en un país republicano, ya se hubieran ido.
Es a ellos a los que hay que alentar para que se vayan o sacarlos; usted apuntó mal señor Lorier...
Soy escéptico cuando es evidente el manejo de la cosa pública en tonos de gris y algo ácido para relatar estos mamarrachos, es cierto. Pero la culpa ni la responsabilidad no es de periodistas o de algún espectador, eso está claro.
Nadie se va, los mismos protagonistas del fracaso se controlarán entre si y serán ellos en quienes deberemos confiar para que saquen esto adelante y se justifiquen los cuatro meses erráticos.
Que no sean más por favor.
La confianza se ha roto, hace falta otra gente, no hay garantía para que con la misma el remedio no vuelva a ser peor que la enfermedad.
Juancho ¡cómo no me iba a acordar de vos!
Portal de América





