Nadie cacerolea por Uruguay
Miércoles, 19 Septiembre 2012

Nadie cacerolea por Uruguay
Por allá a en los 80, para tener una programación de TV que abarcara lo nacional y así estar más o menos informado, no había fuera de Montevideo otra opción que la RED de Televisión Color, que así se le conocía entonces. A uno de los repetidos voceros de esa pantalla le habían apodado “vieja del agua”, porque todos “puteaban cuando aparecía en la red”.
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por Ricardo Montenegro, desde Colonia del Sacramento

Hace unos días mientras daba unas vueltas por la capital porteña, me vino a cuento esta anécdota, ya  que al pasar por un kiosko que tenía sintonizado no sé cuál canal, apareció la Presidente Cristina Fernández en uso de cadena nacional y las quejas se oyeron, tal cual ocurría con el presentador oriental.

Algo inauguraba y a la vez anunciaba alguna medida, confrontaba con algún sector y castigaba a los medios, todo en cuestión de minutos (un par de días después, vino la famosa noche lo de los cacerolazos).

Lo que oí de la gente común y corriente, la que da vueltas por las calles camino a su trabajo, fue el unánime rechazo a lo que entiende es un abuso del poder, a la prepotencia, la agresividad desde el Estado, las limitaciones a la libertad de hacer lo que quieran con su dinero, la constante inseguridad, el trabajo y otras cosas que a nosotros, pequeños obligados vecinos del otro lado del río, nos preocupan bastante.

Lo que no oí fue ¡déjenos gastar en Uruguay!, ¡queremos viajar!, ¡no nos encarezcan las vacaciones fuera del país! o cosas por el estilo.

La aplicación de políticas que eviten la salida de divisas, aún al borde del incumplimiento de la norma común establecida en el Tratado de Asunción, no debe ser calificada por nosotros; son parte de la potestad que como Estado tiene Argentina.

Claro que el MERCOSUR (del que podría decirse –mi abuelo dixit- que de tanto violarlo se ha prostituido) no es buen sujeto de prueba de la excelencia, ni de la lógica de las relaciones entre los países.

La gente en este caso es igual que el gobierno, piensa en su país, su bienestar, su empleo y no tiene en su acción un interés particular por lo que pueda sufrir Uruguay, país al que ya conocen y no requieren de nuevas promociones.

Lo que si se debe esperar es acción del gobierno nuestro y hasta del sector privado del área de turismo, hay que abandonar la actitud naif de pensar que todo se arregla charlando.

Se podrá argumentar que los vecinos seguirán viniendo por los intereses que tienen en nuestro país; que los “ricachones” vendrán a estas costas a “lagartear” y que con alguna campaña se puede hacer atractivo el cruce del Plata. Puede ser.

Pero el turista medio, que ahorra y luego saca cuentas, piensa sus vacaciones aquí y se encuentra con un país en el que su moneda vale poco, los precios se hacen más caros y financiar por tarjeta de crédito es todo un riesgo, mientras que optar por un destino interno le cuesta la mitad.

Y el turismo interno de Argentina incluye la costa del Atlántico, Mendoza, Cataratas, Córdoba, San Luis, Santa Fe y todo el norte argentino; en cada uno de ellos hay lugares mágicos, de una geografía maravillosa.

Y esto sin nombrar el sur, la Patagonia, Usuhaia, lagos y glaciares, porque allí los precios se van hacia arriba.

Desde lo que ya se ha publicado en PDA sobre lo que negocia el sector privado con el Ministerio de Turismo, para promover la visita de turistas, hasta la propuesta coloniense de integrar un comité de crisis para enfrentar un horizonte extraño, todo pasa por abaratar o por vender lo mismo con una presentación más bonita.

¿Será ese el camino?

Es que a cada medida uruguaya habrá otra más fuerte desde Argentina ¿hasta dónde se elevará la apuesta, si se sabe que el poder del vecino es mucho mayor que el nuestro?

Es el Estado, que con su onerosa carga impositiva, se lleva una buena parte de la recaudación del sector servicios, el que debería instrumentar medidas para hacer más liviana la pelea cotidiana de las empresas vinculadas al turismo, para obtener la mínima rentabilidad.

Todas ellas están debidamente registradas por el ministerio respectivo.

Lo que se impone es una medida que desde ya dé más garantías, que el empresario pueda partir de un presupuesto fijo ya conocido, el más bajo posible -sin la pérdida de empleos- a partir de la postergación de pagos de aportes al Banco de Previsión Social, de impuestos a la Dirección General Impositiva y crear una suerte de "tarifa plana" para la temporada, sobre los servicios de UTE, OSE, ANTEL, por ejemplo.

Puede parecer extremo, pero ahorrará a las empresas grandes sumas y al país la carga del seguro de paro, porque en definitiva la pérdida de empleos es a la larga peor que cobrar menos.

Si la temporada, en números, es buena, que la suspensión de los aportes caiga y la diferencia se pague en los meses siguientes.

Por las dudas, recuerdo que hay países en que el turismo está totalmente subvencionado.

El turismo es una actividad muy sensible a situaciones como las que vive Argentina -si no, recordemos el corte de los puentes en 2006- por lo que hay que tomar medidas novedosas, pero pronto y que entendamos que se hizo todo lo posible.

Lo imposible tarda un poco más y ya no hay ese tiempo.

Portal de América

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