¿Cuántos Plan B van?
Sábado, 15 Septiembre 2012
Después de oír al Ministro Pintado y a Juan Carlos López Mena –quien no dejó bien parado al anterior- no me puedo sacar a PLUNA de la cabeza. Es que para cada uno de los capítulos del culebrón, del que alguna vez se escribirá un libro que sintetice el mamarracho, siempre apareció algún vocero -calificado o correveidile- anunciando un Plan B; parece la vitamina: de B.1 a B 12...
por Ricardo Montenegro, desde Colonia del Sacramento.
En esto de la subasta que era y quizá nunca sea, aunque tiene fecha 1º de octubre, etapa que, aunque parezca increíble no será la culminante, uno se pregunta cuál será el otro plan secundario, el backup de este tema.
Por lo pronto, el titular de Buquebus dijo públicamente que no habría oferentes para la subasta.
Ni cuatro ni siete ni nada, cero; a nadie le servía el negocio.
Quiere decir, según mi pobre proceso lógico, que postergar la subasta a tres horas de comenzar, no era un Plan B.
¿Plan B a qué?
¿Plan B al posible éxito de la subasta?
¿Plan B, a que mágicamente aparecieran al amanecer del miércoles 12, más oferentes?
¿Plan B al fracaso seguro de la subasta?
Entonces el único Plan B que se le ocurrió a Pintado, fue postergar el fracaso, para no reconocer el propio, que fue llevar esto adelante.
¿Que genialidad se les ocurrirá a Pintado, Lorenzo, Astori o a algún otro, para cuchichearle al Presidente, o a él mismo, como primer gurú, la idea que sustituya a este dislate y pueda borrar la cantinflesca imagen del manejo del gobierno de este asunto?
La respuesta es obvia: si no ha habido plan, sólo improvisación, no puede haber ni habrá un Plan B.
Por ello he llegado a la conclusión que B y por ende, A, son los oídos del Presidente de la República.
Se me hace que el aparato asesor de la más alta magistratura funciona como en esos dibujos animados, o cine con actores y animaciones, en que un par de duendes o ángeles hacen las veces de voces de conciencia, que luchan para que el sujeto siga una línea de conducta u otra diametralmente opuesta.
No es plan, es Asesor A que propone algo, la decisión se hace pública y apenas se ve que no funciona, se vuelca la balanza hacia el otro lado, que es la opinión del Asesor B.
Pero en la ficción la cosa es mejor, porque las conciencias transitan entre el bien y el mal, mientras que en nuestra realidad, van de mal a peor.
(Al final, tanta B, tanta B, que esto va a terminar en BQB)
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