Región complicada, prepararse por las dudas
Lunes, 02 Julio 2012

Región complicada, prepararse por las dudas
En el balance que se debe hacer en cuanto al éxito o no de una temporada turística, básicamente importan los números: cuántos turistas ingresaron, cuánto gastaron y cuánto en cada rubro.
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por Ricardo Montenegro, desde Colonia del Sacramento


Luego vienen los porcentajes: cuántos de cada país, cuántos en cada período de oferta (verano, semana de turismo, vacaciones de invierno y otros).

Se deberá tener en cuenta cuál ha sido el esfuerzo promocional público, para saber si se ha invertido bien o hay que modificar algo.

Todo en el marco de la realidad del ejercicio que se analice, porque desde el clima a conflictos, pasando por el valor de la moneda global, influyen de un modo u otro en esta industria con tantas aristas como riesgos.

El empresario de cualquier rubro hace lo mismo.

Del otro lado del mostrador, cuando hace su propio balance, tiene en cuenta esos mismos factores, pero como es su dinero el que arriesga, agrega otros.

Los costos internos son uno de los grandes interrogantes y los números se hacen mirando el futuro probable más que el posible.

Claro que debemos partir de la premisa que el presupuesto público es muy distinto al privado.

Mientras que el Estado propone gastos e inversiones y de ahí crea los mecanismos para recaudar los millones que necesita y a veces algo más (tentación a la que suelen rendirse los gobiernos), todo a través de impuestos, los privados pasan el cernidor y cuentan lo que les quedó del esfuerzo del año que pasó y piensan cómo hacer para estar mejor o al menos igual en el que sigue.

Menuda diferencia.

Hoy, a días de las vacaciones de invierno, no sólo hay menos reservas en los hoteles, sino que hasta se han bajado unas cuantas.

Menos turistas, menos cubiertos, menos transportes, menos, menos y menos.

Y ahí de nuevo los porcentajes y la realidad.

Uruguay, en números redondos, cubre el ochenta por ciento de sus visitantes, con argentinos, brasileños y paraguayos, para referirnos a los vecinos del Mercosur; organismo integrado por  dos D´Artagnan y sus dos mosqueteros.

Empezando por el de menor incidencia, es difícil pensar que en esta situación política regional, los guaraníes se decidan a venir a su siempre apreciado Uruguay, que estuvo de acuerdo en marginarlo del Mercosur.

Argentina necesita juntar dólares como sea y según la cátedra, la historia y los economistas, será cada vez más proteccionista, promoverá como nunca el turismo interno y complicará a quienes –de clase media sobretodo- tengan interés de visitarnos, o siquiera salir del país.

El fenomenal Brasil no piensa en esta zona, quiere el mundo, así que seguirá devaluando si es necesario para ser competitivo y para los brasileños, si les dicen que somos caros prefieren su país, Estados Unidos o Europa.   

Si se da el escenario de una baja en el turismo, deberemos sincerar los números, tenemos argentinos porque en Uruguay hay miles y miles de propiedades que les pertenecen, así que hay una base de pasajeros asegurada; vendrán menos brasileños, paraguayos y hasta extra región, porque muchos de ellos tienen como primer destino Buenos Aires.

Además de empezar a ahorrar en participaciones en ferias que no dan rédito y de invertir bien en el país, el Ministerio de Turismo debería promover otras acciones que exceden su ámbito y son de Economía y Finanzas.

Hay que intentar bajar los costos internos, para que se mantengan empleos y eso quizá se pueda lograr, más aún cuando el Estado gasta en subsidios cientos de millones de dólares anuales.

Con una hotelería tradicional, de costos fijos altos, asediada por los emprendimientos que lucían carteles “Próximamente 60 apartamentos” y que han devenido en hoteles; con gastronomía que apuesta a superarse pero con márgenes de ganancia en descenso y transportes turísticos con insumos caros y competencia ilegal, el futuro puede complicarse.

No faltará quien piense, siempre lo hay, que decir estas cosas es de pesimistas, de llamadores de malos augurios; son los que aunque no crean en nada, sí tienen cábalas para estas cosas, como cuando alguien dice en el mercado “no me gusta como está jugando la selección de fútbol” y alguno salta diciendo ¡hay que apoyar che!, ¿somos o no somos uruguayos?, como si lo que piense uno o mil a cien cuadras de un estadio influyera después en la cancha.

Portal de América

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