Idiosincracia, cultura cívica y turismo
Martes, 18 Octubre 2016

Idiosincracia, cultura cívica y turismo

Comienzo esta andadura en Portal de América con mucha ilusión y confieso que con algo de temor. Temor a defraudar a todos los avezados lectores de esta publicación, que no son un público cualquiera sino más bien grandes conocedores de la temática de la aviación y el turismo en general. El objetivo que persigo con esta columna titulada “Una de Cal y Una de Arena” es señalar y analizar todas las cosas buenas y otras no tan buenas que veo en el mundo del turismo nacional. Con la intención de ofrecer una visión lo más constructiva y objetiva posible, si es que existe tal cosa como la objetividad.

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por Roberto Bennett, desde Montevideo

 

Quiero advertir desde ya que tengo una obsesión declarada, casi enfermiza e incurable, con la limpieza de los baños públicos; pero resulta que me indignan los baños mugrientos, malolientes y descuidados. Me verán insistiendo sobre este punto en más de una ocasión, pero los veo como un reflejo de la idiosincrasia y cultura cívica de un pueblo. O la carencia de la misma. Y creo que estarán de acuerdo conmigo que en muchos lugares (bares, restoranes, estaciones de servicio, etcétera) del territorio nacional los baños están en deuda con su público, ya que su limpieza deja mucho que desear. Pero no quiero explayarme demasiado  hoy en ese tema. Solo contaré una experiencia de hace pocos días, durante el feriado largo de octubre.
 
Llegando a la ciudad de Rocha, paramos con mi familia en la estación de servicio de ANCAP que está ubicada en la ruta 9, justo antes del round-point que lleva a La Paloma. Eran las 22:15 en la noche del viernes 7. Vísperas del feriado que para muchos significa el termómetro de la temporada veraniega. El restorán pegado a la estación ya estaba cerrado. La cafetería de ANCAP también, excepto por una ventana con rejas que permitía hacerle pedidos de café a una solitaria muchacha que se encontraba encerrada adentro. Los baños de la estación daban náuseas y además había un solo pistero que corría de un coche al otro para poder atender a todos los que queríamos cargar combustible. El pobre hombre hizo lo que pudo pero la imagen que ofrecía aquella estación ubicada en un lugar estratégico para los turistas dejaba mucho que desear. Mal augurio para una temporada que comienza, especialmente si tomamos en cuenta que también era feriado en los países vecinos.

Al día siguiente fuimos al Chuy y almorzamos en un espeto corrido del lado brasileño llamado Spetus. El local es grande y estaba lleno de turistas. El servicio fue impecable, la comida de buena calidad y los precios muy razonables. Cuando fuimos a utilizar los baños (y tomemos en cuenta que éramos casi los últimos comensales), los servicios estaban inmaculados y no solo eso sino que además dentro había secadores de manos eléctricos que funcionaban, abundante jabón líquido para las manos, papel higiénico, enjuague bucal para uso individual y hasta hilo dental para los clientes. No pudimos menos que comparar con la estación de servicio de ANCAP de la noche anterior y con muchos bares o restoranes de nuestra capital y sentimos vergüenza y rabia.

A pesar de que el Chuy estaba repleto de turistas ese sábado, solo había un cajero del BROU que funcionaba. Y ningún cajero de BanRed. Este hecho provocó muchas quejas de los turistas. Sin embargo, el día era espléndido y la gente en ambos lados de la frontera se mostró amable y servicial, así que volvimos contentos a nuestro hotel en La Paloma.
Dicho hotel, el Proa Sur, resultó ser un buen descubrimiento. Moderno, bien ubicado  (cerca del faro) y confortable, en un balneario semivacío y algo descuidado. Duro contraste con la Pedrera y especialmente Punta del Diablo, que en esos días rebozaba de turistas. Allí almorzamos, muy bien por cierto, aunque pagando un precio algo elevado, considerando que comimos una entrada, brótola con ensalada y postre, en un local tipo cabaña de madera. Mil pesos por cabeza. Pero a pesar de haber disfrutado de un agradable almuerzo, no puedo evitar un comentario negativo sobre el baño del local. Había uno para cada sexo pero el de damas estaba clausurado, para utilizarlo como lavadero de platos y cubiertos. Y lamentablemente con la puerta abierta… ¡Por suerte lo vimos luego de haber comido!

Y por último, en este racconto de situaciones contrastadas, ese lunes (que les recuerdo era feriado) a las 14:45 fuimos a un conocido restorán de La Paloma, situado en la Avenida Solari y al intentar sentarnos a la mesa, el mozo amablemente nos informó que se les había acabado la comida. Y como única solución nos sugirió ir hasta Rocha, ya que a excepción de la pizzería de enfrente (adonde habíamos cenado la noche anterior), no había otro sitio abierto en el balneario. Así hicimos y comimos de maravilla en el restorán María Esther de la ruta 9, junto a la estación de ESSO. En un local limpio, con buenos baños, menú variado, porciones muy generosas, platos sabrosos y precio  adecuado. ¡Nuevamente los innecesarios contrastes que ofrece nuestro país en sus zonas balnearias del Este! Algo que nos expone a críticas y al descontento de los turistas extranjeros que ya comienzan a venir a visitarnos, porque en este feriado pasado se veían muchos coches brasileños y bastantes argentinos. La temporada promete pero una vez más, dudo que todos los operadores estén prontos para recibir y que sepan aprovechar con profesionalidad la bonanza que se avecina. Todos debemos ser conscientes que el visitante compara y que el boca a boca positivo es fundamental para la buena marcha del negocio, pero el negativo es mortal y mucho más difundido.

Portal de América

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